A sus 81 años, el cantante español continúa deslumbrando sobre los escenarios tras una vida de fama, amor y problemas personales
Hay pocos artistas capaces de marcar una época en la música, pero Raphael (Linares, 1943) puede presumir de haberlo conseguido. El cantante español, uno de los más exitosos de la historia de nuestro país, cuenta con una extensísima trayectoria de más de seis décadas y con temas que han quedado para la posteridad de nuestra música, como ‘Mi gran noche’, ‘Yo soy aquel’ o ‘Digan lo que digan’, entre otras.
El de Linares saltó a la fama en los años 60, gracias a su éxito en el antiguo Festival de Benidorm y a su labor como representante de España en el Festival de Eurovisión en 1966 y 1967. Aunque el andaluz no ganó ninguna de las dos ediciones, sí comenzó a erigirse como una de las grandes voces de nuestro país, lo que le permitió relanzar su carrera y convertirse en uno de los grandes músicos de su generación.
Ahora, a pesar de que acaba de cumplir 81 años y de sus recientes problemas de salud, el jiennense aún no ha renunciado a subirse a los escenarios y seguir disfrutando de su mayor pasión. Con los Raphael presenta este lunes en ‘El Hormiguero’ de Pablo Motos sus nuevos proyectos musicales y hablará también de sus esperadas actuaciones en nuestro país, donde sigue llenando salas y estadios allí donde va.
Pero, aunque su trabajo sobre los escenarios es de sobra conocido, su vida privada ha permanecido siempre en un segundo plano. Te contamos todo lo que debes saber sobre el lado más personal de Raphael y todos los detalles de su vida familiar.
Adicción al alcohol y problemas de salud
Durante estos 60 años de carrera musical, la vida de Raphael no ha sido tan sencilla como podría parecer. A pesar de haber cosechado muchos éxitos gracias a sus canciones, el de Linares también ha tenido que lidiar con las consecuencias de la fama, entre las que se encuentra la complicada adicción al alcohol que desarrolló durante buena parte de su trayectoria sobre los escenarios.
Sobre esta situación se sinceró años después, asegurando que se metió en esta situación «por gilipollas»: «Yo lo único que quería era dormir. Empezó en los aviones, que me pasaba media vida en ellos, y cuando me sentaba, pedía las botellitas estas de alcohol que ponen, me las bebía de un trago y dormía. Claro, que me dormía. Me iba a América y volvía sin enterarme. Y luego empecé a hacerlo también con los dichosos minibares de las suites», contó el intérprete que, al ver que las pastillas para dormir no funcionaban, «vaciaba el minibar hasta que caía».
A pesar de que admite que nunca le gustó beber alcohol ni tampoco otros vicios como fumar, acabó entrando en ese círculo sin saberlo con los 40 años ya cumplidos: «Es una enfermedad tan traicionera que no da la cara nunca», aseguró el músico en una entrevista con Bertín Osborne donde se sinceró sobre su alcoholismo. Tal fue el grado de adicción que incluso comenzó alargar su estancia en Barcelona para que su mujer, Natalia Figueroa, no descubriese su problema.
Todo ello acabó derivando en varios problemas de salud para Raphael, que nunca pensó «en el dichoso botellín para dormir» al comenzar a notar los síntomas. A la hepatitis B con la que fue diagnosticado en los años 80 se sumó también una complicada cirrosis hepática, que le obligó a someterse a un trasplante de hígado en el año 2003.
A pesar de que era reacio a pasar por quirófano, acabó sometiéndose a ella por insistencia del profesor Enrique Moreno, miembro de la Real Academia de Medicina. «Él vino muy mal. Tenía una de las complicaciones más graves dentro de la cirrosis hepática», contó años después el propio cirujano. Así, el 1 de abril de ese se le realizó este trasplante de hígado por los problemas derivados de su consumo de alcohol.