Hay ciclos políticos que parecen repetirse, pero algo distinto está ocurriendo en Sinaloa rumbo al 2027: por primera vez, la conversación pública tiene rostro de mujer. No se trata de un discurso de moda ni de cuotas obligadas; hablamos de trayectorias reales, de figuras que han construido capital político, de historias que están listas para disputar el poder.
Por Morena, la contienda interna se perfila amplia y compleja. Están ahí la senadora Imelda Castro Castro; las diputadas federales Graciela Domínguez Nava y Merary Villegas Sánchez; la diputada local María Teresa Guerra Ochoa, hoy presidenta de la Jucopo; y dos figuras del Ejecutivo: Gloria Himelda Félix Niebla, titular de la SEPyC, y Estrella Palacios Domínguez, presidenta municipal de Mazatlán. Todas con presencia territorial, estructura o interlocución real.
En contraste, perfiles que antes fueron mencionados —como María Inés Pérez Corral tras su salida de Bienestar— se han difuminado. Igual ocurre con las diputadas Nancy Yadira Santiago Marcos, Verónica Rochín y Sthefany Rea Reátiga, a quienes aún no les alcanza la densidad política para el 2027.
Del lado del PRI, permanecen como cartas principales la senadora Paloma Sánchez Ramos y la diputada local Paola Iveth Gárate Valenzuela, mientras que Irma Moreno Ovalles y la regidora Erika Sánchez Martínez se mantienen en la escena, aunque sin fuerza para encabezar un proyecto competitivo.
El PAN tiene un solo perfil con posibilidad real: Roxana Rubio Valdez, diputada local y coordinadora del grupo parlamentario.
Movimiento Ciudadano también tiene un solo nombre viable hoy: la diputada local y secretaria general del partido, Ely Montoya. Aunque en Mazatlán figuran My-Lai Quintero Beltrán, Betty Bonel y Fernanda Rivera, lo cierto es que ninguna tiene aún el control territorial necesario.
Por el PVEM, la figura con viabilidad estatal es Yeraldine Bonilla Valverde, secretaria general de Gobierno.
Y en el PAS, la carta es la diputada local Angélica Díaz Quiñónez.
La fotografía es contundente: por primera vez, la carrera por la gubernatura será, en esencia, una carrera entre mujeres. La pregunta no es si habrá una candidata competitiva; la pregunta es cómo se configurarán los pactos de poder alrededor de ellas. En política, las formas son fondo, pero también lo son los silencios. Aunque todavía no se define el género político de esta contienda, por lo pronto, de los hombres ni hablar.




