En ocasiones, la conversación pública se queda atrapada en los discursos, en los grandes conceptos que se dicen con solemnidad, pero que no alcanzan a tocar la realidad inmediata de la gente.
“Bienestar”, “democracia”, “participación ciudadana”: palabras amplias, importantes, pero que a veces parecen alejarse de la vida cotidiana.
Por eso, el diálogo que sostuvimos en LogoCómic con Rubén Beltrán Juárez, transmitido por Radio Artesana 106.5 FM y en colaboración con Fuentes Fidedignas y Agenda Sinaloa, significó una oportunidad para volver a habitar estas palabras desde un lugar distinto: el de las personas, el territorio, la comunidad.
Rubén plantea algo esencial: el bienestar social no es solo una meta del Estado, sino una tarea colectiva. No se decreta desde arriba; se cultiva desde la base. Implica mirar cómo vivimos, cómo nos relacionamos, cómo tomamos decisiones que afectan a otros y cómo entendemos nuestro papel dentro del entramado social.
La democracia, dice, no termina en la urna, ni se limita a votar cada cierto tiempo. La democracia se vuelve real cuando la ciudadanía participa en la toma de decisiones, cuando opina, propone, cuestiona, acompaña y construye. Cuando ejerce su derecho a ser parte activa de la vida pública.
Pero para llegar ahí, hace falta algo más que mecanismos.
Hace falta cultura democrática.
Hace falta comunidad.
Hace falta la certeza de que nuestra voz no solo cuenta, sino que transforma.
En la conversación, Rubén nos recuerda que el bienestar no es solo un indicador económico ni una política social asistencialista. Es la posibilidad de que las personas se sientan parte de algo más grande, de que vivan con dignidad, con acceso a derechos, con oportunidades reales. Y eso no se logra sin diálogo, sin escucha, sin organización.
En un tiempo donde la polarización amenaza con convertirse en norma, Rubén propone algo distinto: hablar con calma, debatir con argumentos, construir con acuerdos. Su visión no idealiza la política, pero tampoco renuncia a ella; la entiende como espacio de encuentro y responsabilidad compartida.
LogoCómic, fiel a su espíritu, abre micrófonos y ventanas para que estas ideas respiren y se discutan. No como consigna ni como consuelo, sino como invitación a pensarnos. A imaginarnos mejores. A involucrarnos.
Porque si algo quedó claro en esta edición especial es que la democracia participativa no se espera, se ejerce.
Y el bienestar social no se recibe, se construye.
Desde el barrio.
Desde la esquina.
Desde la conversación con el otro.
Y, sobre todo, desde la convicción de que todos somos responsables del futuro que estamos creando.
Enlace del video:




