Odiado por unos y amado por otros, el ingenio de Eugenio González Derbez le ha permitido amasar una fortuna superior a los 30 millones de dólares, fruto de su trabajo en inglés y en español, tanto como actor, productor y guionista.
Entrevisté a Derbez en Culiacán hace algunas décadas y, lejos de ser un patán arrogante —como algunos lo etiquetan—, siempre se mostró cordial y bromista con su público. Soy testigo de ello.


El uso de las redes sociales y la costumbre de expresar sus opiniones le han costado millones de seguidores. Pero, como él mismo dice: “no soy monedita de oro”. Menos aún para los simpatizantes de la Cuarta Transformación, quienes lo han tachado de “traidor a la patria” por no callar su postura: que AMLO es un pseudogobernante. También calificó la construcción del Tren Maya como un atentado ecológico e instó a la actual presidenta de México a no repetir la misma línea y no ser cómplice de lo que llama un “narco gobierno”, sumido en crímenes imparables como los que hoy azotan la capital sinaloense y al país entero.

Eugenio Derbez es uno de los artistas más icónicos de México. Posee la doble nacionalidad, mexicana y estadounidense, reside en Los Ángeles, California, y es un firme defensor de los inmigrantes. La comunidad hispana en Estados Unidos lo admira y respeta, al grado de otorgarle su propia estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. También ha recibido reconocimientos como el MTV Movie Award.
Las críticas no le han faltado: le han señalado su marcado acento mexicano al hablar inglés, y él mismo ha devuelto fuego al burlarse del mal español y la floja actuación de Selena Gómez en la película Emilia Pérez (Netflix). Esto desató nuevamente las redes sociales, donde fue acusado de “hocicón” y “faldilludo”.
Pero, peras o manzanas, Derbez dejó un grato recuerdo con su actuación en Miracles from Heaven (2016), solo por citar uno de los tantos éxitos que ha cosechado en Estados Unidos y en todo el mundo.
Hasta aquí mi reporte.
Saludos desde Nuevo México, USA.