Esta enorme anfisbena es la más grande del mundo y no vivía en el subsuelo, como las actuales, sino en la superficie.
Ha sido bautizada como Terastiodontosaurus marcelosanchezi y vivió en lo que actualmente es África durante la época del Eoceno, hace unos 47 millones de años. El nuevo género y especie pertenece a una pequeña familia de reptiles carnívoros sin extremidades, parecidos a los lagartos y dentro del grupo de los anfisbénidos –reptiles similares a gusanos–. Lo que más llama la atención es su tamaño: este reptil podía llegar a medir un metro de largo. Los científicos explican su asombroso crecimiento gracias, entre otras cosas, a que se trataba de una época con temperaturas cálidas.
Un lagarto gusano gigante
Los restos fósiles de esta enorme culebrilla cubierta de un exterior duro y escamoso como un lagarto y cabeza similar a una serpiente, han sido descubiertos al sur del mar Mediterráneo, en el árido paisaje de Túnez (en el Parque Natural de Djebel Chambi) donde los paleontólogos encontraron la mandíbula de una criatura prehistórica inusual, que resultó ser una especie completamente nueva para la ciencia. Lo cierto es que especies relacionadas con T. marcelosanchezi todavía viven hoy en día, y algunos incluso han conservado sus dos extremidades delanteras. Pero esta especie es la más grande jamás descubierta en el grupo Amphisbaenia, con un cráneo de más de cinco centímetros de largo y más de 90 centímetros.
“Entre los anfisbénicos actuales, Amphisbaena alba es la especie más grande, alcanzando una longitud total máxima de 81 cm y una longitud de cráneo de más de 3,1 cm”, dijeron los investigadores.
Según los investigadores, pertenecientes a varias instituciones, incluido el Instituto de Investigación Senckenberg en Alemania, el Instituto de Ciencias de la Evolución de Montpellier en Francia y la Oficina Nacional de Minas en Túnez, que publican su hallazgo en la revista Zoological Journal of the Linnean Society, este antiguo depredador probablemente vagaba por la superficie, a diferencia de sus parientes actuales, que son principalmente subterráneos.
Una de las curiosidades más llamativas de estos animales es que parecen un gusano con dos cabezas, una en cada uno de sus extremos, pero esto que parece sacado de la mitología clásica, no es sino un truco evolutivo: pueden arrastrarse hacia adelante y hacia atrás gracias a que los extremos de su cola son romos y redondeados.
“Visualmente, se puede imaginar al animal como un gusano de arena de las novelas de ciencia ficción Dune –de Frank Herbert– y su adaptación cinematográfica. Basándonos en la estructura dental y el esmalte inusualmente grueso, podemos deducir que los animales tenían una enorme fuerza muscular en sus mandíbulas”, aclara Georgios L. Georgalis, jefe de investigación.
¿Qué comía?
El fósil, según los resultados de la tomografía microcomputarizada avanzada, muestra características dentales extremas, incluidas mandíbulas fuertes y un esmalte dental especializado, lo que indica que se alimentaba de caracoles, ya queera más que capaz de aplastar sus caparazones con gran facilidad en una dieta que ha persistido durante más de 56 millones de años.
Respecto al nombre de la criatura prehistórica, Terastiodontosaurus marcelosanchezi, el género se deriva de las palabras griegas “τεράστιος” (terastios), que significa enorme, “ὀδούς” (odontos), que significa diente, y “σαύρα” (saura), que significa lagarto, según el estudio. El nombre de la especie honra a Marcelo Sánchez-Villagra, paleontólogo y amigo de Georgalis desde hace mucho tiempo.