Si no hay justicia para las víctimas, que no haya paz para los responsables…
Hoy, 2 de octubre, se conmemora la matanza en la Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco. Han pasado 56 años, toda una vida, desde esa noche en la que el gobierno priista de Gustavo Díaz Ordaz decidió ahogar en sangre las demandas del movimiento estudiantil.
A la fecha no hay una cifra exacta de las víctimas que perdieron la vida en ese día negro, la cifra oficial al siguiente día era de alrededor 30 muertos; sin embargo, medios internacionales mencionan que fueron alrededor de 500, mientras que expertos señalan que fueron 325 personas asesinadas. Hoy en día, después de medio siglo, seguimos sin saber cuántos fueron ni quienes eran todas y todos los que murieron.
No podemos olvidar que ese día también fallecieron padres y madres de familia, obreros y ciudadanía en general, pero movimientos como el del 68 nos recuerdan que los jóvenes tenemos gran poder de cambio; es la juventud mexicana la que exige resultados y señala las anomalías de los gobernantes que pisotean los derechos de sus representados.
Hay días que merecen que activemos la mente, que no los debemos dejar caer en el olvido. Hubo y hay quien alzó su puño al cielo ante algo inaceptable, para ellos que murieron en la lucha, no bastará ningún reconocimiento. El joven es rebelde por naturaleza, ante esto el gobierno no debe responder con represión, violencia ni persecución política.
¿Qué pedían los estudiantes del 68?
En su pliego petitorio, el Consejo Nacional de Huelga pidió al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz por la libertad de todos los presos políticos; derogar un artículo del Código Penal que legitimaba la criminalización de la protesta.
También pedían la desaparición del cuerpo de granaderos y la destitución de los jefes policíacos Luis Cueto y Raúl Mendiolea. Así como la indemnización a las víctimas de los actos represivos.