El uso extendido de pantallas y redes sociales está provocando en niños y adolescentes obsesiones preocupantes.

Durante los últimos años, padres, médicos y docentes han debatido si, finalmente, llegó el momento de establecer un límite saludable al uso de los dispositivos móviles.

Sin embargo, mientras se discute cuáles son los pros y contras de la tecnología y se empiezan a delinear los usos de los teléfonos celulares en las aulas, los adolescentes caen, una y otra vez, en trampas disfrazadas de tendencias.

A partir del uso de las redes sociales, plataformas y ciertas aplicaciones móviles, surgieron fenómenos como las apuestas online, el scrolling infinito, la adicción a los videogames, la cosmeticorexia y el looksmaxxing, que impactan de manera negativa en muchos niños y adolescentes.

Cosmeticorexia y looksmaxxing son términos que suenan cada vez con mayor frecuencia. Se trata de dos tendencias que involucran una desmedida preocupación por la apariencia física. Nacieron a partir de la viralización de videos de Instagram y TikTok.

“Estos contenidos de las redes sociales impactan principalmente entre adolescentes y generan una obsesión por la apariencia”, explica Ángela Nakab, pediatra, especialista en Adolescencia e integrante de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Esa excesiva preocupación por el cuidado facial da paso a la cosmetorexia, un fenómeno que trae aparejados riesgos para la salud de la piel por el uso indiscriminado de tratamientos de belleza y productos que no han sido creados para personas de corta edad, y, por otro lado, también provoca problemas de autoestima y ansiedad.

La obsesión por los videos es apenas la punta del iceberg de una serie de signos que identifican a esta condición: “Los adolescentes pueden pasar mucho tiempo frente al espejo, preocupándose excesivamente por el aspecto; usar compulsivamente cosméticos, aplicar repetidamente productos de belleza, incluso cuando no es necesario y presentar una insatisfacción constante. Es decir, sienten que nunca están lo suficientemente ‘perfectos’ o que siempre hay algo que mejorar”, aclara Nakab.

La adicción a los videojuegos puede provocar alteraciones cognitivas. Foto: Archivo Clarín.La adicción a los videojuegos puede provocar alteraciones cognitivas. Foto: Archivo Clarín.
Y agrega: “Tenemos que observar si descuidan responsabilidades escolares o actividades sociales debido a la obsesión con la apariencia. Hay un impacto en la autoestima y dependencia de la aprobación externa y, además, existe una distorsión de la imagen personal e inseguridad constante”.

De acuerdo con las empresas que ofrecen servicios de belleza, es notorio el incremento de la clientela joven. “Nosotros atendemos a partir de los 17 años. Llegan para hacerse las manos, alisados, las pestañas o cejas”, comenta una experta de tan solo 21 años que trabaja en un local del barrio de Palermo, en tanto que la especialista en tratamientos de belleza Viviana Mazzitelli relata que muchos adolescentes visitan su gabinete en cuanto surge algún signo de acné.

“Vienen cuando aparecen los primeros granitos porque no les gusta verse así. Los más grandes llegan solos y los más chicos, acompañados por un adulto de la familia”, dice.

Un golpe al mentón
El lookmaxxing se hizo viral a través de TikTok y la mayoría de sus seguidores son jóvenes varones que comparten consejos sobre cuidado personal y belleza para lograr un aspecto “más masculino”. Los videos de lookmaxxing, que tienen millones de vistas, muestran ejercicios para definir el mentón, marcar los pómulos o entrenar los músculos faciales para lograr una mirada de “cazador”.

También hay videos que muestran prácticas más radicales, como el uso de bótox o cirugías para conseguir el cuerpo y cara ideal, y golpes “moderados” (bones smashing) que aplican para modelar ciertas áreas del rostro y que, de acuerdo con especialistas, pueden causar lesiones irreversibles.

Hay videos que muestran prácticas más radicales como el uso de “golpes moderados” para modelar ciertas áreas del rostro y que, segun especialistas, pueden causar lesiones irreversibles.

En efecto, la presión por conseguir la apariencia que se muestra con filtros en redes, podría conducir a la ansiedad y afectar negativamente la autoaceptación. “La comparación constante con los demás, la exposición a imágenes idealizadas y la necesidad de validación pueden desencadenar emociones negativas en jóvenes y adolescentes”, dice Mariela Arce Guerschberg, especialista en Psicología infanto juvenil y máster en Familias.

La historia sin fin
En 2006, Aza Raskin creó el concepto de “scrolling infinito”, una técnica de diseño web que permite cargar contenido continuamente mientras el usuario se desplaza hacia abajo. Este ardid tecnológico, sumado a los contenidos altamente personalizados, mantiene a los visitantes “atrapados” en las páginas web o en las aplicaciones.

El scrolling infinito se ha convertido en una trampa para los adolescentes porque “ellos tienen una mayor sensibilidad a las recompensas y una menor capacidad de control de los impulsos, esta condición los expone a riesgos en todos los contextos”, explica Silvina Pedrouzo, pediatra especialista en Uso y efectos de la tecnología en niños y adolescentes y presidente de la Subcomisión de TICs de la Sociedad Argentina de Pediatría.

La experta comenta además que “si bien existe un componente genético, asociado a múltiples factores psicológicos y sociales que determina las adicciones, los intensos estímulos que producen las interacciones en las redes, la exposición a videojuegos o las apuestas, desencadenan la liberación de dopamina en el cerebro, que es un neurotransmisor ligado al placer y a la gratificación instantánea”.

Los adolescentes que scrollean durante horas pueden presentar “desde dificultades en el ritmo circadiano, que conllevan a la sensación de agotamiento y desatención durante las primeras horas del día, hasta irritabilidad, alimentación desordenada, disminución de actividad física, incremento del aislamiento social, descenso del nivel académico afectando la autoestima, las habilidades sociales y el desarrollo integral”, afirma Mariela Arce Guerschberg.

Los chicos scrollean y los padres también y, tal vez, para muchos adultos la advertencia sobre esta práctica, que ya es parte de la vida cotidiana, resulte un tanto exagerada.

No obstante, es importante resaltar que el mismísimo Aza Raskin trabaja actualmente para combatir los aspectos más negativos de la vida digital, entre los que se encuentra su propia creación, y que, por otra parte, la Unión Europea elaboró un informe para examinar y prohibir las técnicas nocivas relacionadas con el uso de internet, entre las que se encuentra el scrolling infinito: considera que su diseño sería “adictivo”.

No hagan juego
El fenómeno de los casinos digitales alcanzó su pico máximo durante la pandemia de Covid-19. Sin embargo, por estos días se registra una cantidad inusual de adolescentes que realizan apuestas en plataformas online, a pesar de que en la Argentina esta actividad está prohibida para menores de 18 años.

De hecho, muchos adolescentes han encontrado formas para eludir la restricción de la edad mediante la falsificación de datos, el uso de tarjetas de crédito o billeteras virtuales de familiares adultos.

“El acceso a casinos virtuales y otras apps de apuestas para adultos les confiere a los adolescentes el acceso a todo aquello que aún no pueden o que piensan que necesitan: les hace sentir ‘libres’ y así pueden llegar hasta el punto de no querer dejar el juego”, explica Arce Guerschberg.

Los docentes fueron los primeros en dar la voz de alarma sobre el tema. “Nos encontramos con alumnos de 13 ó 14 años que realizaban apuestas online, muchas veces en el recreo o dentro del aula -relata Silvia Rodríguez, rectora de un Secundario de la Ciudad de Buenos Aires-. Charlamos con los chicos y tuvimos encuentros con sus familias. Muchas de esas familias no sabían que sus hijos manejaban dinero de apuestas y, por otro lado, los chicos no tenían conciencia de lo que esta actividad implicaba para sus vidas. De alguna manera pierden el contacto con la realidad y el mundo circundante.”

El juego recurrente es la antesala de lo que se conoce como ludopatía digital o ciberludopatía “que es el impulso incontrolable por las apuestas o el juego de azar a través de plataformas digitales, a pesar de las pérdidas de dinero y de sus consecuencias negativas en los ámbitos familiar, escolar o social. El problema se agrava por el fácil acceso tanto a las aplicaciones durante las 24 horas del día, como a las billeteras virtuales”, explica Pedrouzo.

“En mi trabajo de coordinación de grupos de terapia para adolescentes hemos debatido sobre los casinos online y la mayoría de los integrantes han contado que jugaron ‘al menos una vez para probar’. Muchos lo describieron como ‘una actividad emocionante y como una forma rápida de ganar dinero’ sin tener en consideración las consecuencias”, relata Arce Guerschberg.

Si bien cada caso es único, se pudo observar que los adolescentes que realizan apuestas de manera compulsiva suelen presentar alguno de los siguientes signos: pedir o robar dinero a integrantes de su familia; buscar una y otra vez revancha, aún luego de perder; negar sistemáticamente que es un jugador activo; descuidar responsabilidades escolares y actividades familiares o sociales.

Por su parte, Pedrouzo señala que la ludopatía en los adolescentes puede generar el deterioro en los vínculos familiares y sociales, alteraciones del sueño y del comportamiento, síntomas de ansiedad, depresión y aislamiento social.

“La presencia permanente de la tecnología puede presentarse como un obstáculo para el tratamiento de la ludopatía digital -advierte-. Es necesario encontrar un equilibrio saludable y enseñarles a los chicos a usar la tecnología de manera responsable y crítica. Esto requiere un enfoque terapéutico interdisciplinario que incluya educación, terapia y apoyo familiar.”