Hace unos días el alcalde de Mazatlán Edgar González Zataraín declaró que solo dejará algunos pendientes administrativos a la hoy presidenta electa, lo que algunos entendimos como cierta recuperación del desastre en que el nefasto Químico Luis Guillermo Benítez Torres hundió a la administración pública.
Pero por supuesto se refería a la nómina y a algunos asuntos administrativos o sindicales menores, pero no a los otros pendientillos que tienen a la ciudad colgada de alfileres ante su alta vulnerabilidad por el cambio climático y la voracidad inmobiliaria que avanza a velocidad depredadora sobre la zona de amortiguamiento de la ciudad.
De entrada, la joven Estrella Palacios tendrá que enfrentar el dilema del que se derivan todas las demás congojas urbanas:
• Deberá decidir sin vacilación si le apuesta a la sustentabilidad que garantice la sobrevivencia del municipio o a seguir impulsando el desarrollo inmobiliario que a paso veloz pasa sobre reservas ecológicas, playas y recursos naturales que operan como zonas de protección de la ciudad ante la presencia de fenómenos meteorológicos.
El Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población 2023-2050 hace una advertencia sobre la modificación de usos de suelo a capricho de inversionistas con la complicidad gubernamental:
• En los últimos 22 años, Mazatlán tuvo una pérdida forestal de 5 mil 254.6 hectáreas; es decir, sufrió una deforestación promedio de 238.8 hectáreas al año por la expansión urbana y agrícola, “aumentando la presión inmobiliaria sobre los ecosistemas de la ciudad, específicamente de los humedales y manglares que son los más afectados”.
• En la línea costera, la Isla de la Piedra pierde cada año 4.7 metros de playa y hacia playa Cerritos, la erosión es de entre 3 y 4 metros al año. Esta pérdida aumenta por supuesto la vulnerabilidad del puerto. Dios y la Virgen de la Puntilla nos protejan de un Ottis categoría 5.
Según este documento, hay 139 proyectos inmobiliarios en curso, más de 100 construidos de manera ilegal, según reconocimiento oficial, que no hicieron un solo trámite ante el gobierno municipal, con la complacencia de Benítez Torres que se hizo de la vista gorda, seguramente a cambio de una muy jugosa recompensa.
Estas construcciones -que en un elevado número no obtuvieron la factibilidad de servicios y que en un 74 por ciento corresponden a torres departamentales- agravarán la de por si comprometida situación de agua, drenaje y movilidad cuando entren en operación a toda su capacidad. En este otro pendientillo también está agazapado el crecimiento geométrico de las casi 8 mil rentas turísticas que demandan los mismos servicios de cualquier hotel.
De esta voracidad mercantilista y corta visión de futuro, se derivan todas las penurias de nuestra vulnerable ciudad, a saber:
• El drenaje de la ciudad sigue siendo la principal bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento. El anunciado colapso del drenaje amenaza a 94 asentamientos ubicados en la cuenca del arroyo Jabalines y otras 82 colonias en áreas bajas vulnerables a la contaminación por aguas negras, como son el centro de la ciudad, Lázaro Cárdenas, Benito Juárez, Fraccionamiento Villa Verde, Fraccionamiento Valle Dorado, Playa Sur, Urías, Toledo Corro y Rubén Jaramillo. ¿De dónde sacará la presidenta los 12 mil millones para resolver este pendientillo?
• El abasto de agua potable a la ciudad está comprometida porque del total del agua de la presa Picachos solo le corresponde a la ciudad el 22 por ciento que ya comparte con Concordia. Hoy tenemos agua porque aún no opera al cien por ciento el distrito de riego 111, pero ese día llegará y cuando llegue ¿de dónde sacaremos agua?
Estos son algunos pendientillos que amenazan con poner de rodillas a la ciudad y que por supuesto no son cualquier bagatela para la presidenta que los tendrá encima en cuanto asuma el poder.
Saludos cordiales