La Voluntad del Pueblo: El Resurgimiento del “No a la Reelección” en México

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“Sufragio efectivo, no reelección”. Estas palabras, que una vez resonaron en los labios de Francisco I. Madero, vuelven a cobrar vida en el México del siglo XXI. ¿Pero por qué ahora? ¿Qué ha cambiado?

La historia de México es un tapiz intrincado de luchas por el poder. Desde la época de Santa Anna hasta el Porfiriato, la nación ha visto cómo la permanencia prolongada en el poder puede corromper incluso a los líderes más prometedores. La reforma de 2014, que permitió la reelección inmediata de legisladores y alcaldes, fue un intento de dar continuidad a proyectos políticos. Sin embargo, ¿a qué costo?

Imaginen por un momento una partida de ajedrez donde las piezas se niegan a abandonar el tablero. Cada movimiento se vuelve predecible, el juego pierde su dinamismo. Así, algunos argumentan, se ha vuelto la política mexicana. ¿Pero qué nos dicen los números? Echemos un vistazo a la radiografía de la opinión pública.

El Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) de la Cámara de Diputados en 2011, en una encuesta nacional sobre reforma política, arrojó luz sobre un sentimiento latente en la sociedad mexicana. Los resultados son contundentes: el 67% se opone a la reelección de diputados federales, el 65% rechaza la de senadores, y el 64% está en contra de reelegir alcaldes y delegados. Estas cifras no son meros números; son el pulso de una nación que clama por renovación.

Pero la historia no termina ahí, en 2012, la Quinta Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas (ENCUP) ya mostraba signos de este descontento. El 65.35% estaba en desacuerdo o muy en desacuerdo con la reelección de gobernadores o jefes de gobierno. Para presidentes municipales o jefes delegacionales, la cifra alcanzaba el 67.83%. Y en cuanto a diputados, el rechazo llegaba al 68.59%.

¿Qué nos dicen estas cifras? Que el sentimiento contra la reelección no es nuevo; es una corriente subterránea que ha fluido por años en la conciencia colectiva mexicana.

La pregunta que surge es: ¿Por qué, entonces, se aprobó la reelección en 2014? Aquí es donde la trama se espesa. En medio de debates acalorados y negociaciones a puerta cerrada, la reforma pasó. Pero no sin resistencia. Dos nombres resuenan como ecos de esa oposición: Alcalde Luján Luisa María y Monreal Ávila Ricardo, entonces diputados de Movimiento Ciudadano, ahora militantes de MORENA, quienes votaron en contra de la reforma.

“Fue una decisión difícil”, recuerda Monreal en una entrevista reciente. “Sabíamos que íbamos contra la corriente, pero también sabíamos que representábamos la voz de muchos mexicanos”.

La propuesta de Sheinbaum, por tanto, no es un giro radical, sino un retorno a un sentimiento profundamente arraigado en el corazón de México. Es como si la nación, tras un breve coqueteo con la idea de la reelección, volviera a sus raíces, a ese grito de “Sufragio efectivo, no reelección” que una vez sacudió sus cimientos.

La propuesta de Sheinbaum nos obliga a reflexionar: ¿Qué es más valioso para la democracia mexicana? ¿La experiencia acumulada o la renovación constante de ideas y liderazgos?

La propuesta implica modificar los artículos 59; 116, fr. II, párr. 2, y 122, fr. II, párr. 3, de la CPEUM. Un cambio que, de aprobarse, revertiría la reforma de 2014 y limitaría a diputados, senadores y miembros de ayuntamientos a un solo periodo.

¿Qué significa todo esto para el futuro de México? ¿Estamos ante el amanecer de una nueva era política?

La reforma propuesta por Sheinbaum deberá navegar por aguas turbulentas. Enfrentará la resistencia de aquellos que ven en la reelección una oportunidad de consolidar su poder. Pero también contará con el respaldo activo de millones de mexicanos que anhelan un cambio, y que, además, han respaldado en las urnas dándole las herramientas necesarias tanto en la Cámara de Diputados como en la de Senadores.

La propuesta de la Dra Sheinbaum no es solo una reforma constitucional; es un llamado a repensar la esencia misma de la democracia mexicana. ¿Cómo equilibramos la necesidad de experiencia con el anhelo de renovación? ¿Cómo aseguramos que las voces frescas tengan la oportunidad de ser escuchadas sin perder la sabiduría acumulada?

Mientras México se prepara para este debate crucial, una cosa queda clara: la voz del pueblo resuena fuerte y clara. Y esa voz, como un eco del pasado que se proyecta hacia el futuro, parece decir: “Sufragio efectivo, no reelección”.

El espíritu de Madero, que una vez encendió la llama de la Revolución, parece reavivarse en el corazón de la nación. Y con él, la esperanza de un México más dinámico, más representativo y más fiel a la voluntad de su gente.

La historia de México está en un punto de inflexión. ¿Qué camino elegirá la nación? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: el pueblo mexicano, con su voz y su voto, será quien escriba el próximo capítulo de esta apasionante historia política.

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