Les ha dado por llamar al asalto de la ciudad de Culiacán por el narcotráfico como “Culiacanazos”, ya van tres, el último: “el culiacanazo” silencioso.
La realidad es que los tres tienen un mensaje político muy claro: se oponen a la Transformación del país y están orquestados bajo la intención de impedir que se desarrolle una realidad distinta para la nación, en este aspecto su mensaje no es para Sinaloa, sino para el resto de México, buscando influir el contexto electoral de este mes de junio.
La manera en como son operados y el “nado sincronizado” de las noticias lo demuestra, los errores del Sr. Gobernador Rubén Rocha Moya y la intención de hacer el mayor daño posible, es lo sospechoso de los ataques. Eso sí bajo una historia preestablecida de dinamita en una montaña, precisas para hacer las avalanchas.
Inmovilizar a la sociedad, dar la sensación de miedo, de terror por parte de la delincuencia, que hoy opera a nivel político-financiero, bajo el entendido de un negocio en el que se paga por voltear a otro lado.
Estamos entrando en un momento del contexto político, en donde los profesionales de la paz en Sinaloa, esos que salen a marchar para estirar la mano y pedir los puestos o presupuestos guardan un silencio cómplice, de comparsa.
Sinaloa y México ocupa un movimiento que siga convocando al fin del protagonismo del narcotráfico en la vida pública del estado y del país, en donde la sociedad deje de valorar el “dinero” de esta subcultura a partir de medir las consecuencias que provoca en la salud y en la tranquilidad de las personas.
No podemos seguir tolerando la descomposición del tejido social, sin abrir opciones culturales y económicas distintas para la sociedad, es tiempo de dejar de Simular.
En la imagen un ejemplo de cómo se promueven los vapeadores en los niños a partir de la inocencia de un dulce, y así se filtra la subcultura del narcotráfico, al lumpenproletariado y a la lumpenburguesia.