Durante las marchas del 8M, muchos solo ven a mujeres gritando por el supuesto hecho de que “odian a los hombres” y provocando caos vial. “¿Por qué están dañando monumentos si ya tienen los mismos derechos que los hombres? ¿Qué más quieren?”.
Les diré por qué seguimos protestando año con año. Porque en esas marchas, me veo a mí luchando por mi yo de niña que sufrió abuso por parte de familiares, por esa pequeñita que fue sexualizada desde temprana edad y tuvo miedo de decírselo a alguien, incluso de adulta. Me veo representando a mi madre, hermanas, primas, abuela y amigas que han sido violentadas física, económica y psicológicamente.
Veo a mujeres que tienen que mandar su ubicación en tiempo real y avisar el llegar a casa porque México ocupa el primer lugar en feminicidios en Latinoamérica. Veo a mujeres que quieren acabar con la idealización del amor romántico que justifica el aguantar violencia por parte de quien dice amarlas. Veo a mujeres que ven en estos espacios un lugar seguro para expresarse y una red de apoyo donde pueden exponer sus problemas.
Lo que yo veo, son mujeres que ya no quieren ser sumisas o seguir estereotipos de belleza que las hacen infelices con tal de ser aceptadas; conscientes de que 66% de las mujeres en México han sufrido algún tipo de violencia, que la brecha salarial en nuestro país es del 18% y que la sobrecarga de trabajo no remunerado es 4 veces más que la de los hombres.
Veo a mujeres preocupadas porque el 50% de las mexicanas que se convierten en madres, deja su trabajo por presión social y la carga de trabajo no remunerado; porque 12% de las mujeres son discriminadas en el trabajo al estar embarazadas; porque solo el 5% de los puestos directivos en México son ocupados por mujeres.
Hace algunos días me cuestionaron sobre la “necesidad” de manifestarse este 8 de marzo que se conmemora el Día Internacional de la Mujer. Y me quedó claro que justamente por esas preguntas es que la lucha se debe seguir visibilizando, porque se trata de un día para mantenernos conscientes de las situaciones de violencia e injusticia que las mujeres enfrentan día a día.
¿Y ha funcionado? Solo hagan memoria de cómo se vivía este día hace 10 o 15 años. Vean a las nuevas infancias tener conocimiento sobre lo que es el feminismo. Observen que cada día somos más las mujeres que nos vemos como aliadas y no como competencia. Miren cuántas mujeres ya no están dispuestas a quedarse en un lugar donde no se les respeta y aprenden a poner límites.
Como leí por ahí, en redes sociales: “Juntas somos tormenta que transforma. Solas una gota, juntas un aguacero”.
Entonces, ¿es necesario seguir saliendo a marchar? Sí, y no sólo hoy que es 8M… siempre.