Las universidades en México están secuestradas por viejos cacicazgos. Los grupos de poder se atrincheran ante la reconfiguración política. Se niegan a procesos democráticos porque durante años ese fue el pacto con las élites políticas y los grupos empresariales. La promesa incumplida: más academia y menos democracia. Hoy tenemos menos academia, si de impacto social hablamos, y mucho menos democracia.
Existen proyectos de universidades-partido como es la situación tan conocida por la que pasa la Universidad Autónoma de Sinaloa y su innegable relación con el Partido Sinaloense. Su objetivo es utilizar la estructura administrativa para negociar posiciones e incrementar el poder político y económico de sus dirigentes. Ahora ese modelo de control administrativo, con los matices que ello implica, busca replicarse en la UAdeO.
Desde la armonización de la Ley de Educación Superior en Sinaloa, la correlación de fuerzas se sacudió. Las disidencias de las tres universidades autónomas de nuestro estado pensaron que habría condiciones para una renovación democrática donde las voces de la pluralidad se encauzaran en alternancias. Esto no será posible, como se anticipó, sin las reformas a sus respectivas leyes orgánicas.
En su obra París, Praga, México 1968 Carlos Fuentes comparte sus opiniones sobre los movimientos estudiantiles y la ambientación que propició cambios en los sistemas políticos. El escritor reflexiona sobre si la sangre derramada y los encarcelamientos contra los jóvenes estudiantes mexicanos o la invasión soviética a Checoslovaquia en la primavera de Praga fueron victorias pírricas para la clase dominante, con resultados favorables en lo inmediato pero negativos para sus intereses a mediano y largo plazo. El nombre pírrico viene de Pirro, Rey de Epiro, que venció a los romanos en una batalla que le dejó muchas bajas, famoso por declarar: “con otra victoria como esta, estoy perdido”
La elección de la Junta de Gobierno para elegir al nuevo rector de la casa lince generó inconformidad al no tomar en cuenta las auscultaciones, es decir las opiniones de alumnos, profesores y administrativos sobre los perfiles y propuestas de postulantes, donde el Dr. Ezequiel Avilés Ochoa, catedrático con más de 20 años de trayectoria, tuvo el respaldo mayoritario. Se trata de una imposición perfecta y legalmente planeada pero que carece de legitimidad para ejercer el poder, tal y como señaló el diputado José Manuel Luque, presidente de la comisión de educación en el congreso local.
Ahora la incertidumbre se asoma en el marco de inéditas protestas pese a que el comunicado de los resultados se realizó de manera virtual ante el consejo universitario y el último día de labores. El cálculo se impuso para apagar fuegos.
El mes de enero será decisivo para palpar si la inconformidad de la oposición se mantiene en protestas simbólicas o si desemboca en un proceso de transformación real, en donde se informe a la comunidad la necesidad de cambiar de método para elegir representantes. También pondrá a prueba la voluntad y tolerancia de los vencedores, la persecución administrativa, como ocurre en la UAS, sería un despropósito. Ahora, para los vencidos, la coyuntura no será el cambio de mando administrativo sino la consolidación de una nueva cultura democrática.
La realidad es que los marcos legales para la elección de representantes universitarios ya no resultan legítimos ante una sociedad con actores más informados y participativos. Hay condiciones para generar cambios desde adentro. Como lo sugiere Gramsci, la conquista del poder cultural es previa a la del poder política. Por la cultura a la libertad, como reivindica la Universidad Autónoma de Occidente, que así sea.