Esta patología es identificada mayoritariamente en mujeres entre los 18 y 24 años
En distintas ocasiones el consumo de alcohol es relacionado como un factor de riesgo para muchas enfermedades crónicas.
Según cifras publicadas por la Organización Mundial de la Salud, este hábito fue la principal causa de mortandad de 3 millones de habitantes en 2016.
Cirrosis hepática, enfermedades del sistema circulatorio e incluso ciertos cánceres son algunas de las enfermedades que pueden surgir a causa del consumo de alcohol.
Además de las patologías ya mencionadas, en los últimos años se ha detectado un nuevo trastorno de la conducta alimentaria (TCA) a causa de esto: la alcohorexia, también llamado ebriorexia o drunkorexia.
Por su lado, Fátima Servián Franco, profesora de el Máster Universitario en Nutrición y Salud de VIU – Universidad Internacional de Valencia, indicó que la alcohorexia lleva a la persona a dejar de consumir alimentos para consumir licor.
“Se denomina alcohorexia a la conducta de restringir el consumo de alimentos con alto aporte calórico para ingerir bebidas alcohólicas en exceso. Se puede englobar dentro de los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia nerviosa o la bulimia nerviosa”, expresó.
Esta enfermedad se identifica mayoritariamente en mujeres universitarias entre 18 y 24 años que presentan una distorsión de la imagen corporal.
Aunque los trastornos no discriminan edades, en este rango la psicóloga Vanesa Marchena Segura manifestó que a estas edades se podrían presentar situaciones que afecten la salud mental.
“En edades jóvenes se puede ser más vulnerable ante situaciones en las que nuestro bienestar psicológico se ve en riesgo, sin embargo es importante tener presente que a cualquier edad nos enfrentamos a experiencias que retan nuestras capacidades psicológicas”.
También sentenció que las personas afectadas por este trastorno pueden no darse cuenta de la gravedad de lo que les está ocurriendo y que por esto no son capaces de medir las consecuencias.
“El enfoque está orientado hacia lo negativo, dejando de lado las mejores y mucho más adaptativas posibilidades que se puedan tener, existe una mala gestión de emociones y pobres mecanismos de afrontamiento, esta combinación logra que las personas sufriendo de estos trastornos no midan las consecuencias de sus decisiones y caigan en un ciclo dañino y vicioso”, dijo la experta en salud mental.
Sintomatología
Servián Franco indicó que además de contar las calorías de los alimentos y bebidas ingeridas, “se basa en dejar de comer horas o días enteros previo al episodio de la ingesta de bebida alcohólica e incrementar posteriormente la actividad física para quemar las calorías en exceso. Los jóvenes con esta sintomatología tratan de equilibrar la ingesta de alimentos para evitar incrementar su peso corporal”.
A su vez, identificó distintas consecuencias que ponen en riesgo la salud del organismo: graves deficiencias de nutrientes, desorden alimenticio, efecto de la intoxicación aumentada, temor irracional sobre la excesiva ingesta de calorías y el aumento de peso, así como todo lo que estas prácticas conllevan a nivel emocional y conductual.
Señales de alerta
Aunque este trastorno pueda padecerlo cualquier tipo de personas, se debe tener en cuenta el grupo poblacional en el que mayormente se ha evidenciado: mujeres menores de 21 años que residan en un colegio mayor, residencia universitaria o piso de alquiler y con riesgo de trastorno psiquiátrico.
Además, tienen un patrón dietético restrictivo y eso se traduce en menos presencia de alimentos con alta densidad calórica, se aíslan a la hora de la comida y hay unos cambios comportamentales muy evidentes antes de las salidas nocturnas.
Y a pesar que algunas alarmas puedan parecer “obvias”, la psicóloga Marchena expresó que “la desinformación en cuanto a estos temas puede ser muy grande, no contamos con la educación necesaria que nos brinde conocimientos valiosos de salud mental, las personas que padecen estos trastornos necesitan contar con una red de apoyo sólida y bien fundamentada”.
Finalmente, el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS, advirtió en un informe publicado el 2018 que “demasiadas personas, familias y comunidades sufren las consecuencias del consumo nocivo de alcohol: violencia, lesiones, problemas de salud mental y enfermedades como el cáncer o los accidentes cerebrovasculares”.
Por lo anterior, recalcó la importancia de intensificar acciones que logren prevenir las enfermedades que puedan derivarse a partir de este hábito y así avanzar en el desarrollo de sociedades saludables.