El rol del espectador aparece asociado a algunas disfunciones, ¿qué es y qué consejos dan los especialistas?
El rol del espectador es un concepto que se utiliza en sexología en casos en los que aparecen dificultades específicas durante el encuentro sexual, asociadas a la adopción de una postura de espectador respecto a uno mismo, de auto-observación cuando se están manteniendo relaciones sexuales.
Ocurre que en lugar de estar pendiente de las propias sensaciones y de las del acompañante, la persona está más preocupada por cómo lo está haciendo, si está cumpliendo con las expectativas o qué estará pensando el otro. Es decir, no está concentrada y atenta a lo que debería estar: disfrutar del placer de un encuentro íntimo.
Esta postura suele estar relacionada con algunas disfunciones sexuales como la disfunción eréctil en los hombres y la anorgasmia en las mujeres.
Por lo general, son personas perfeccionistas, estructuradas y autoexigentes a las que les cuesta perder el control de sus sensaciones.
“Existe una falsa creencia de que el placer del otro depende de uno y la verdad es que uno no puede dar lo que no es capaz de darse a sí mismo”, dice a Clarín Mónica Aranda, Médica y Sexóloga Clínica, especialista en disfunciones sexuales.
Y continúa: “Otra causa es la auto-exigencia de tener que cumplir con cierta performance, de estar a la altura. También tiene que ver la falta de educación sexual y mitos muy arraigados como, por ejemplo, que el hombre tiene que hacer que la mujer llegue a un orgasmo”.
“Una de las causas principales es la falta de educación sexual o un aprendizaje erróneo de cómo poder disfrutar de nuestra sexualidad. Como ejemplo se puede mencionar a la pornografía donde quienes lo consumen tienen una autoexigencia de rendimiento ante la mirada del otro. Creen que ese tipo de práctica sexual es la correcta y, por lo tanto, se busca imitarla”, dice a Clarín Belén Pérez Azcurra, médica tocoginecóloga y sexóloga clínica.
“Obligados” a complacer
Martín, de 34 años, está en pareja desde hace siete meses con Ruth, de 40 años, y confiesa que se siente muy exigido a la hora de cada encuentro sexual por lo que le cuesta mantener la erección.
“Con esta mujer me pasó como 10 veces, pero me ocurre desde los 21. Con mi actual pareja disfruto mucho y estoy enamorado, pero me siento como obligado a complacerla todo el tiempo y en altas cantidades. Y eso, claramente, me termina jugando en contra”, dice Martín.
“¿Le gustará?” “¿Estaré bien en esta postura?” “Si me pongo así voy a parecer más sexy” “¿Dejé encendida la luz del baño?” “¿Qué pensará de mí?” “Espero que la erección no se baje” “Tengo que bajar el ritmo para llegar juntos al orgasmo”.
Estos son algunos de los tantos pensamientos que pasan por la cabeza de hombres y mujeres que se reconocen en una postura de espectador dentro de su propia relación sexual.
“Lo primero que ocurre es que al no estar presentes en nuestras relaciones sexuales no disfrutamos de ellas al 100%. El placer consciente es mucho mayor, más intenso”, apunta Pérez Azcurra.
“El fenómeno del espectador puede, además, jugar un papel clave en nuestra autoestima, en el miedo a fallar, la autoexigencia y en la aceptación de nuestro cuerpo y nuestro placer ya que si lo ejercemos estaremos alimentando a ese espectador y se convertirá en un círculo vicioso”, añade.
Y señala que con el tiempo esa situación genera cierta disconformidad en la pareja ya que la falta de conexión con el otro se hace cada vez más notoria ocasionando malestar en el compañero sexual .
Ser protagonista
A la hora de buscarle una solución a este inconveniente, Aranda recomienda algunos ejercicios y estrategias de conexión con el cuerpo y con el placer que comparte con sus pacientes.
“Darse una baño, sentir la temperatura del agua, pasarse una crema por el cuerpo o algún aceite con aroma o con efecto calor y concentrarse en esas sensaciones. Incluso, indico masturbarse, dedicarse placer, hacerlo de forma lenta, centrado en sensaciones, sin mirar porno”, aclara.
Por su parte, Pérez Azcurra aconseja focalizar en el placer, centrar los pensamientos en el presente y en las sensaciones.
“Una práctica que ayuda es el autoconocimiento a través de la masturbación. De esta manera, trabajando con tu cuerpo y enseñando a tu mente a dejarse llevar, cuando el encuentro sexual sea en pareja, será más fácil que continúes la dinámica. Si ves la relación como protagonista y no como espectador, podrás captar qué ocurre a nivel físico y divertirte dejándote llevar, sin exigencias ni altas expectativas”, sostiene Pérez Azcurra.
Además, es muy importante poder trabajar en la aceptación del cuerpo, permitirle disfrutar y ser agradecidos con él, algo vital no solo para el sexo, sino en todos los aspectos de nuestra vida.
“La comunicación es la clave del éxito. Expresar lo que sentimos puede ayudarnos no solo a tratar de solucionar el problema, sino que al verbalizarlo, cambiamos nuestra perspectiva sobre el mismo. Debemos relajarnos más para poder así disfrutar de una sexualidad mucho más plena y placentera”, concluye Pérez Azcurra