Silvia María Domínguez Torres tiene los tianguis en la sangre palpitante de sus venas. Nieta de un tianguista, desde chiquilla conoció la odisea de salir a trabajar de madrugada y el trajín, antes del amanecer, de la instalación de los puestos de venta para exponer sus mercancías.
“Yo crecí prácticamente en el tianguis más grande de Sinaloa que es Huizaches. Tengo treinta y dos años de tianguista ya que desde los doce años vendo allí. En el tianguis somos una gran familia, porque todos vemos crecer a nuestros hijos e hijas, y a los hijos e hijas de nuestros clientes, conocemos a sus familias y nos apoyamos los unos a los otros, y eso a mí me da un gusto enorme”, sostuvo Silvia en una amena charla en medio de ese bullicio comercial.
Desde pequeña aprendió a ganarse la vida con determinación y sacrificio. Acompañó a su abuelo en el comercio callejero durante años y vivió días de ajetreo y acarreo de mercaderías en días y noches sin descanso. Mientras otros dormían una niña de ojos avispados y corazón vibrante preparaba la mercancía soñando despierta como lo hace ahora.
Los tianguis la vieron crecer y se metió en el corazón de los comerciantes urbanos. Con el ímpetu de sus doce años, andaba entre los puestos callejeros y en esa misma época aprendió a cantarle a la vida, actividad que conserva entre sus hábitos más queridos, junto con la lucha por la justicia colectiva de los tianguistas urbanos.
“Me convertí en tianguista por mi abuelo, él vendía ropa de pacas americanas en el tianguis y yo lo acompañaba a vender y allí me nació el gusto por las ventas. Mi abuelo vendía en el tianguis Los Huizaches y a todos sus nietos nos llevaba a vender en un triciclo que tenía. Recuerdo que nos rebotaba la cabeza cada vez que pasábamos por la terracería, eso nos daba mucha risa”, nos confiesa.
“Nos gustaba comprar chicharrón recién hecho con tortillas y una coca –su voz cambia cuando rememora-, y hasta la fecha seguimos comprando eso para desayunar, a mis hijos les gusta mucho”.
Hoy, entre los productos de la más variada naturaleza que se expenden en los tianguis, historias de vida y las más diversas luchas por la salud del comercio en estos tradicionales mercados callejeros, se desplaza segura con ese espíritu de servir a su colectivo.
“Ver cada domingo a la misma gente que no falla a comprarnos me produce una enorme satisfacción y por supuesto que extrañamos a los clientes cuando no van al tianguis”, comentó.
Algunas personas nacieron para luchar por los demás. Silvia María es una de ellas y ese ambiente no solo fue su escuela sino una experiencia infinita que le ha permitido pasar por varios umbrales en la consagración de su vida.
“Desde niña me gustó ayudar a las personas: cuando tenía doce años formé el Club Juvenil Los Angelitos con mis compañeros de la secundaria”, platica Silvia mientras camina por el tianguis. “Nos dedicamos a hacer labores altruistas, llevábamos artículos donados, como juguetes, ropa, calzado y artículos de aseo personal a los abuelitos del asilo de ancianos y a los pequeños de la Ciudad de los Niños. En una ocasión hicimos una kermés para entregar los regalitos recaudados”.
Impulsora del comercio callejero y el arte urbano en Sinaloa, Silvia María asegura que lo más importante es conocer a la gente y visitar sus locales para ayudar a sus compañeros.
Su convicción de luchar por los demás la convierte en un faro de esperanza en los tianguis de Culiacán.
“La gestión que hago en muchas ocasiones marca la diferencia, me dedico a cambiar la vida de la gente en muchos sentidos y eso es una siembra social permanente que nos permite cosechar el bienestar para todos. Por eso nunca dejo de luchar por los demás, porque a cada paso que, con nuestra lucha conquistamos la justicia, es una semilla en la que florecen las transformaciones sociales”.
TIANGUIS Y MÚSICA, SUS MOTORES DE VIDA
Su historia de amor y resiliencia proviene de una familia alegre donde la música formaba parte de la vida diaria. Silvia María Domínguez Torres nació con espíritu de lucha el 11 de noviembre de 1980 en Culiacán, Sinaloa.
De bebé, su cuna se mecía al compás de la música. Creció en el melódico hogar de María Silvia Torres Sánchez y Jesús Domínguez Salas, maestros enamorados de la música, ambos ya jubilados.
Su mamá fue docente de primaria y de la Escuela Normal de Sinaloa y su papá fue profesor de la Preparatoria “Dr. Salvador Allende” de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Jesús, quien toca todos los instrumentos y le encanta cantar, no solo transmitió a sus hijos su conocimiento musical sino también su gusto por los grandes compositores. La crianza de sus hijos fue con música folclórica y popular latinoamericana. Inculcó en su prole el gusto por la música de protesta, esa que enseña a pensar, a cuestionar y a ser mejor persona.
“Somos una familia que le gusta la música: todos sabemos tocar un instrumento musical, mi papá nos enseñó de chicos, en mi familia las mujeres somos trabajadoras, independientes y de carácter fuerte. Nuestros padres siempre nos dieron libertad para decidir y nos enseñaron a ser autosuficientes”, recuerda Silvia.
La prueba de que la música la llevan en sus genes es que todos sus hermanos tocan instrumentos musicales: Silvia es percusionista, domina yembé, tom de piso, tamborín y congas con los que interpreta ritmos afrocubanos y los característicos sonidos de la batucada; Hiram, quien tiene Síndrome de Down, es sumamente inteligente y un virtuoso de la batería; Xitlalic es psicóloga y toca el bajo; Itzel Guadalupe es músico y toca todos los instrumentos, pero le apasiona el saxofón.
“Cuando éramos chicos mi hermano que es el segundo y mi hermana Xitlalic, la tercera, eran como gemelos, ya que por la discapacidad de mi hermano se veían de la misma edad. Eran muy inquietos y traviesos; mi Hermana Itzel la más chica siempre fue muy madura para su edad, y desde pequeña demostró que le gustaba la música, mi papá hacia su propia banda familiar y tocábamos melodías y grabábamos videos”, narra con añoranza sus vivencias familiares.
Hoy su inspiración son sus hijos kaelch de 13 años y Mabila de 11 años, quienes siguen sus pasos en los tianguis de Culiacán.
PREDESTINADA PARA SER ECONOMISTA
Según sus propias palabras, Silvia se convirtió en economista por accidente. Después de crecer en los tianguis y motivada por su lucha contra las injusticias, su anhelo era ser abogada.
Sin embargo, por andar de rebelde en su último año de preparatoria reprobó filosofía e hizo un curso para pasar la materia y aunque sacó un flamante diez, su papá, como forma de castigo no la quiso ayudar a inscribirse en Derecho.
“Como me daba vergüenza no estudiar ese año, al pasar sin querer por la escuela de economía me metí a la dirección y al ver el plan de estudios me gustó y me inscribí”, revela.
Así fue como optó por la carrera de economía. Tomó clases de economía y luego se percató que al comprender la ciencia económica podía interpretar también el derecho y la política. Llámenlo destino, pero estaba predestinada para ser economista.
“La economía es fundamental cuando queremos que la gente esté mejor”, dice.
Siguió la vocación que sembró en su alma su historia de vida titulándose como licenciada en economía en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Sinaloa como miembro de la generación 1998-2003 en Culiacán, Sinaloa.
“La política bien implementada ayuda en mucho a la sociedad, está hecha para organizar al pueblo, no para servirse de él, si se utiliza adecuadamente se pueden lograr grandes cosas en beneficio de todas y todos. Y para todo se requiere de ella. Pero hay que saberla utilizar”, expone.
La palabra tianguis, explica, tiene un significado histórico que deriva del náhuatl tianquiztli, dado por los mexicas o aztecas, que designa a la tradición ancestral prehispánica de los mercados situados en las calles de los barrios o plazas de la ciudad al aire libre.
Se trata de un vínculo organizado entre el comercio informal y las autoridades que posibilita este prodigioso fenómeno de la economía popular que brinda sustento a miles de familias y contribuye al ahorro doméstico.
Es una curiosa amalgama entre el orden y un aparente caos al observarse como una mancha que se abalanza sobre la ciudad tomando sus calles con su alegre y gráfica cultura, pues es un espacio urbano donde los comerciantes pregoneros exclaman frases pintorescas para llamar la atención de los clientes.
El ADN del tianguis es el pregón pues vendedor que no grita, no vende.
SU SUEÑO ES SER DIPUTADA PARA AYUDAR A LA GENTE
Orgullosa de sus orígenes, al nacer y crecer en un horizonte de enormes carencias, Silvia se conserva humilde pues es el trabajo lo que ha determinado el rumbo de su vida.
“Me siento satisfecha con el trabajo que he realizado en los tianguis en conjunto con todas mis compañeras y compañeros tianguistas, ya que aprendimos a trabajar de manera colectiva para el bien común. Aprendí a tocar puertas y hacer gestiones en beneficio de todos. No ha sido una tarea fácil porque requiere de mucho tiempo, pero es algo que me apasiona y me gusta hacer, quizás por eso siempre se han logrado todas las metas y objetivos”, señala.
Silvia es un ser humano de extraordinaria calidad humana que viene de la cultura del esfuerzo y el trabajo. Es una mujer de éxito por su disciplina, constancia y tenacidad ejemplar.
“Hemos logrado trabajar de la mano con el gobierno, aprendí que con el diálogo y con propuestas de trabajo se pueden lograr mejorías para nuestro gremio. Nosotros que trabajamos con ellos sabemos lo que se necesita, para que funcionen o mejoren las condiciones laborales de nuestras fuentes de trabajo que son los tianguis. Así es como aprendí y aprendimos a trabajar de manera colectiva. De hecho, nuestro lema es “el trabajo colectivo genera resultados”. Y sin duda es una gran satisfacción personal”, sostiene.
Con más de tres décadas en el comercio popular busca en la actualidad su primera oportunidad para competir por un cargo de elección popular en la que brillaría como favorita con amplias posibilidades de triunfo.
Ser mujer en Sinaloa implica nadar contra la corriente todos los días y Silvia lo sabe y asume el reto porque cree en su gente y en sí misma.
Es una de las figuras políticas más prometedoras y empáticas de Morena y tiene la convicción de que para que se cumpla un sueño, primero hay que soñarlo y su sueño es ser diputada para luchar por su gente.
“Escribí el protocolo de bioseguridad que abrió el tianguis más grande del estado después de la pandemia y logré participar con dos ponencias en la integración del Plan Municipal de Desarrollo Económico, la primera es sobre la reactivación económica de los tianguis donde propongo programas de financiamiento y equipamiento, y la segunda, sobre equipamiento de los servicios públicos municipales en los tianguis, donde abordo la necesidad de infraestructura, alumbrado público, seguridad pública y limpieza, entre otros puntos”, precisa.
“Logré trabajar en conjunto con la Secretaría de Desarrollo Económico del municipio impulsando el programa de mujeres emprendedoras por el bienestar y también colaboro con la Secretaría de Economía del gobierno de Sinaloa. De hecho, hice un excelente equipo de trabajo con Javier Gaxiola Coppel y el gobernador Rubén Rocha Moya. Gracias a eso se creó el programa integral “Nuestro Tianguis”, que consta de cuatro cursos de capacitación en temas como atención al cliente, servicio de finanzas y costos, redes sociales, inteligencia emocional y administración del tiempo, todo esto para mejorar las ventas en los tianguis.
“Una vez tomados los cursos se nos otorgó un equipo que consiste en una carpa de 3 x 3 metros, una silla reforzada, una mesa de 1.80 centímetros, y una lona con el logo de nuestros productos”, dijo.
Silvia es iniciadora, junto al Dr. Francisco Morales Zepeda, director general y fundador del Centro Cultural Enrique Félix Castro y presidente y también fundador de la Asamblea Popular de Sinaloa, de la iniciativa que propone expedir la Ley de Tianguis, Mercados y Pequeño Comercio del Estado de Sinaloa, lo que en el ámbito económico permitiría fortalecer el tejido social. Documento que en la actualidad se encuentra esperando su proceso legislativo en el H. Congreso del Estado de Sinaloa.
“Los tianguis –consideró- son una tradición de muchos años en los que nos hemos mantenido en la preferencia de nuestros clientes, ya que somos parte importante dentro de la economía local porque ayudamos a la economía de los bolsillos de las familias que consumen nuestros productos ya que damos más barato que las grandes cadenas de supermercado nacionales e Internacionales”.
“Avanzamos en visualizar nuestro gremio, dejamos de ser el último eslabón de la cadena económica para convertimos en pequeños microempresarios. Sin duda, un gran trabajo en equipo y gracias a la buena disposición del gobierno encabezado por el gobernador Rubén Rocha Moya”, aseguró, al advertir que no se debe estigmatizar al tianguista porque es un grupo social sumamente importante para la economía de Sinaloa.
LOS TIANGUIS DE CULIACÁN
Forman parte de la Coordinación de Tianguis de Culiacán:
Lunes: Tianguis Felipe Ángeles. Se ubica en Calle artículo 27, entre Hilario Medina y Jesús Silva Herzog, cuenta con 519 puestos. Abre de 6:00 a.m. a 13:00 p.m.
Martes: Tianguis Alberto Terrones. Se ubica en avenida Alberto Terrones, colonia Adolfo López Mateos. Desde la calle Manuel Clouthier, hasta la calle Cándido Aguilar. Cuenta con 697 puestos. Abre de 6:00 a.m. a 13:00 p.m.
Miércoles: Los tianguis descansan y no se instala ninguno.
Jueves: Tianguis Laureles Pinos. Se instala sobre el arroyo del desagüe revestido, entre Boulevard de las Brisas y calle Anacleto Correa, a la altura de la colonia Laureles Pinos, a un lado del panteón 21 de marzo y un costado de la Unidad Habitacional Militar. Cuenta con 368 puestos. Abre de 6:00 a.m. a 13:00 p.m.
Viernes: Tianguis Guadalupe Victoria (También llamado Antonio Nakayama). Se ubica sobre la avenida Antonio Nakayama, entre calle José Vasconcelos y calle Francisco I. Madero, colonia Guadalupe Victoria. Cuenta con 606 puestos. Abre de 6:00 a.m. a 13:00 p.m.
Sábado: Tianguis Aguaruto. Se instala sobre el canal principal de la sindicatura de Aguaruto, entre canal de Seuz y boulevard Principal. Cuenta con 150 puestos. Abre de 11:00 a.m. a 19:00 horas.
Sábado y domingo: Tianguis Lombardo Toledano. Se puede visitar sobre la Calle Antonio Serrano, entre avenida Álvaro Obregón y calle Pedro María Anaya, colonia Lombardo Toledano. Cuenta con 293 puestos. Abre de 6:00 a.m. a 13:00 p.m.
Domingo: Tianguis Los Huizaches. Ubicado sobre el boulevard Luis F. Molina y Avenida Patriotismo, se extiende hacia Minas, en la colonia Huizaches. Cuenta con 2,122 puestos. Abre de 5:00 a.m. a 14:00 p.m.
Domingo: Tianguis 5 de febrero. Se encuentra sobre calle Francisco Labastida Ochoa y José Vasconcelos, en la colonia 5 de febrero. Cuenta con 415 puestos. Abre de 6:00 a.m. a 13:00 p.m.
Los tianguis formales son a los que se cobra derecho a piso por venta en área pública a la oficina de ingresos del Ayuntamiento de Culiacán, y los informales, son los que no pagan.
Estos tianguis nuevos ya forman parte del Colectivo y están en pláticas para su formalización.
Los más recientes son los siguientes:
De lunes a sábado: Tianguis Alturas del Sur. Son 70 puestos. Opera todos los días, con excepción del domingo, a partir de las 15:00 horas.
Jueves y viernes: Tianguis El Paraíso. Se ubica en la colonia Terranova y se instala en el Parque El Paraíso. Son 128 puestos. Funciona de 12:00 a 19:00 horas.
Sábado: Tianguis Progreso. Son 136 puestos. Se ubica en la colonia Progreso y abre de 6:00 a 13:00 horas.
Sábado: Bazar Humaya. Son aproximadamente cien puestos. Se instala en la colonia Infonavit Humaya de 6:00 a 13:00 horas.
En estos tianguis suman 5,604 familias organizadas que encabeza Silvia María Domínguez Torres, vocera del Colectivo Tianguis Los Huizachez y coordinadora de los Tianguis de Culiacán.
TIANGUIS, HERENCIA HISTÓRICA
José Juan Tablada (1971-1945) en su poema Tianguis aborda la cromática alegría de la Plaza y el día de trabajo de los marchantes y los clientes que han poblado las calles con su polifonía, sus olores y sus pies de peregrinos en palpitante mosaico del solar reflejo y bajo la lumbre meridiana. “Entre tanta esmeralda y tanta grana va el ánima perdida, hormiga que no halla la salida”.
El conquistador español Bernal Díaz del Castillo (1496-1584) participó en la conquista de México y es autor de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de la que me permito tomar fragmentos en los que describe el tianguis de Tlatelolco, en el que se maravilla del orden del mercado callejero:
“No habíamos visto tal cosa, quedamos admirados de la multitud de gente y mercaderías que en ella había y del gran concierto y regimiento que en todo tenían; cada género de mercaderías, estaban por sí, y tenían situados y señalados sus asientos. Luego estaban otros mercaderes y de esa manera estaban cuantos géneros de mercaderías hay en toda la Nueva España, puestos por su concierto a una parte de la plaza en su lugar señalado, ¿Para qué gasto yo tantas palabras de lo que vendían en aquella gran plaza? Porque es para no acabar tan presto de contar por menudo todas las cosas. Ya querría haber acabado de decir todas las cosas que allí se vendían, porque eran tantas de diversas calidades, que para que lo acabáramos de ver e inquirir, como la gran plaza estaba llena de gente y toda cercada de portales, en dos días no se viera todo”.
Silvia María es la dirigente de este poderoso grupo social. Su historia se sigue escribiendo.