Estamos a unos cuantos dias de la jornada electoral más grande e importante de nuestra historia republicana.
Durante las últimas semanas -pocas para algunos, demasiadas para otros- las candidatas y candidatos recorrieron el territorio, llenaron de propaganda las ciudades y publicaron encuestas que anticipaban triunfos indiscutibles desde mucho antes de que los electores salgan a votar el próximo 2 de junio.
En Mazatlán hay dos candidatos que llegan a la final: Estrella Palacios y Guillermo Romero. Ambos han hecho las insulsas promesas que se acostumbran en toda campaña que busca ganar el favor de los ciudadanos, pero ninguno de los dos ha expresado compromisos concretos para resolver rezagos urgentes de la ciudad. Es decir, deslizaron tímidamente y nomás por encimita algunas acciones de gobierno.
Romero deslizó la propuesta de habilitar una oficina especial para otorgar permisos de construcción de manera express, en fast track, cuando lo que la ciudad necesita es todo lo contrario. Nunca dijo lo que hará con las más de 100 construcciones ilegales documentadas por el gobierno actual, edificadas con la cómplice discrecionalidad de su amigo el Químico Luis Guillermo Benitez Torres. ¿Ordenará demolerlas o las dejará pasar sin ver?
Palacios habló del reiterado e incumplido compromiso con la transparencia y rendición de cuentas. Al parecer no tiene la menor idea de la propuesta ciudadana del Sistema Municipal Anticorrupción que espera aprobación del Cabildo actual para ser el primero en Sinaloa. Evadió profundizar en el tema, pero a cambio prometió rescatar 150 plazuelas y espacios deportivos que es otra propuesta para dorar la píldora, como dicen en mi rancho.
Ninguno de los dos ha tocado ni con el pétalo de una rosa los problema urgentes del puerto, como el del drenaje que está colgado de alfileres y a punto del colapso que pondría de rodillas a la economía regional.
¿Qué harán para conseguir los miles de millones que se necesitan para rehabilitarlo? ¿Tienen ya el proyecto ejecutivo para atender la emergencia por segmentos y conseguir fondos? ¿Qué proponen para reducir las inundaciones del puerto que cada temporada de ciclones serán más graves por efecto del cambio climático, el azolvamiento de los 17 arroyos que cruzan por la ciudad y la avanzada erosión de suelos y cuencas? ¿Tienen definido el porcentaje presupuestal que aplicarían a la obra publica directa, después de que Benitez Torres destinó el misérrimo 3 por ciento cuando lo razonable es el 30 por ciento?
¿Qué planes tienen para detener la turismofobia que avanza rápidamente en Mazatlán por el depredador modelo de turismo masivo? ¿Qué harán para regular las más de 7 mil rentas turísticas que abaratan y acorrientan al destino? ¿Qué acciones tomarán y cuánto invertirán para aumentar vuelos nacionales e internacionales que mejoren la calidad de los visitantes?
Tampoco han hablado de lo que harían para garantizar el vital suministro de agua potable a la ciudad que está amenazado por el estrés hídrico que padece todo Sinaloa, los efectos del cambio climático y por la sencilla razón de que solamente el 12 por ciento del agua de la presa Picachos es para consumo doméstico, comercial e industrial, cantidad evidentemente insuficiente para el desarrollo de una hotelería que llega a gastar hasta 3 mil 500 litros por habitación al día.
Mucho menos han dicho una sola palabra sobre inversiones y acciones para devolverle a la policía municipal la eficacia y honorabilidad del pasado.
Algunos estrategas dirán que no son tiempos para trazar planes de gobierno sino de “posicionar” a los candidatos para granjearse el favor de los electores como si se tratara de un concurso de belleza o de una competencia de simpatías, pero aún admitiéndolo me parece importante para el interés colectivo que por lo menos nos dieran algunas luces sobre estos temas en el próximo debate del 24 de mayo en el Centro de Convenciones.
Debo admitir que es una sugerencia inviable porque a los candidatos y a sus equipos de campaña lo que les interesa es obtener el poder a cualquier costo, abriendo por el momento toda la cancha al pragmatismo electoral por encima de la planeación estratégica que urge para poner orden en el espacio municipal y reducir la presión que sobre los servicios públicos provoca el caduco modelo de turismo masivo que ya superó la capacidad de carga de la ciudad.
Según algunas encuestas, hay un 20 por ciento de electores que no han decidido por quien votar. Tal vez el abordaje de estos temas vitales ayude a decidir.
Saludos cordiales
MM
Fotos de archivo con fines ilustrativos