Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)
López Obrador orondamente exigió que se le pagara la apuesta (que nadie tomó) por adivinar que la candidata opositora sería Xóchitl Gálvez. Fue una profecía curiosa. Cuando todos los reflectores estaban puestos sobre Xóchitl, cuando las redes sociales hervían con el nombre de la señora X y la conversación pública giraba en torno a la senadora hidalguense fue entonces que el presidente se atrevió a dar su aguzado pronóstico. Anteriormente había dicho que el candidato sería Creel, pero de las predicciones fallidas nadie se acuerda. La previsora visión del mandatario se realizó sólo dos meses antes y a punto de iniciar el proceso de selección del Frente Amplio. Muy diferente a los pronósticos que la mayoría de los medios, analistas y ciudadanos comunes realizaron desde hace dos años que su heredera sería Claudia.
La ungida por la 4t siempre estuvo en los designios divinos del factótum tetratransformador. López Obrador es un político que no engaña a nadie. Sus designios son frontales sin tapujos. No hay ajedrez de 4 dimensiones en sus pensamientos; son más bien como un rompecabezas de 20 piezas (cualquier niño de 4 años lo puede resolver en 10 minutos). Basta con conocer un poco de la historia de sus decisiones para reconocer los patrones. Siendo jefe de gobierno de la CDMX, López Obrador perfiló desde un inicio a Ebrard como su sucesor. Fue evidente desde el primer día. Aún cuando Marcelo fue corrido como jefe de la policía de la capital del país, López Obrador lo reinstaló en otra parte del gabinete para mantenerlo vigente.
El caso de Juanito y Clara Brugada fue muy significativo de las formas de heredar el Poder. AMLO, sin pudor alguno, pidió a sus seguidores votar por Juanito como delegado en Iztapalapa; al mismo tiempo, ordenaba al susodicho a renunciar para dejar en el cargo a Brugada. De la misma forma, Claudia fue impuesta como candidata a la CDMX habiendo dos o tres personajes militantes de MORENA con mejor posicionamiento en las encuestas en el 2018. Una vez más nadie se sorprendió con la designación.
Ya en la presidencia, las obviedades de las designaciones para las gubernaturas continuaron: Layda Sansores en Campeche, Cuitláhuac García en Veracruz (él fue antes de la presidencia), Miguel Barbosa en Puebla, Guadiana en Coahuila (aunque perdiera), Salgado Macedonio en Guerrero (con todo y acusaciones de violador), etc. En casi ninguna de las candidaturas de MORENA en los estados se puede hablar de sorpresas. La mayoría de las candidaturas quedaron en manos de los favoritos del presidente.
Las señales y los antecedentes del nombramiento de Claudia fueron más que evidentes. No hubo engaño ni jugadas ocultas. Desde el inicio del gobierno Claudia fue integrada de manera extraoficial en el gabinete. Participaba en las reuniones de seguridad en Palacio. No se desaprovechó oportunidad alguna de insertarla en las mañaneras e, incluso, instauró su propia mañanera. Fue protegida al extremo de la ignominia en el caso de la tragedia en el Metro. Se giraron instrucciones en las secretarías de Estado para favorecer a la ex Jefa de Gobierno, los gobernadores más cercanos al presidente se destaparon de manera plena y sin tapujos en favor de Claudia.
La política no es un lugar para los genios o para los análisis multidimensionales. Es una actividad que se juzga desde el punto de vista de la miseria, debilidades, personalidades e historias de sus protagonistas. Los análisis en política deberían partir del análisis de la personalidad de los monos y monas que participan en ella. Quien ve a la política como una tabla de Excel o construye escenarios como si fueran series de televisión casi siempre estará equivocado. Analizar la política no es ciencia de cohetes ni actividad para iniciados: Fue Claudia y siempre lo fue, el resto es anécdota.
Marcelo fue el gran engañado/engañador todo el proceso. Siendo su ex jefe un personaje que nunca ofreció ningún resquicio para la duda en el tema de la sucesión, el ex canciller se engañó a si mismo creyendo que de alguna manera López Obrador le pagaría el sacrificio que realizó Ebrard en el 2011 (no desaprovechaba oportunidad para echar en cara ese evento en cuanta entrevista se le ofreciera). Al engañarse a si mismo, Marcelo engañó a los suyos con algo de esperanza. Los envolvió en una estrategia de rompimiento que ya tenía planeada desde el inicio de la contienda. Se engañó creyendo que tenía oportunidad alguna, pero no dejó de engañar al resto de sus partidarios y miembros de MORENA al decidir de antemano que, fuera el resultado que fuera, él ya tenía preparada la escena para convertirse en la víctima.
Claudia es producto de un dedazo continuado; no único. Inició el primero de diciembre de 20218 y terminó el 6 de septiembre de 2018. Siempre fue Claudia.
¿Usted qué opina, amable lector? ¿La encuesta decidió todo o hubo dedito apuntador desde Palacio Nacional?