Nepotismo y mentiras: Julio Duarte se tambalea en el STASAC

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La aclaración no pedida es, casi siempre, una confesión involuntaria. Y la acusación manifiesta, una defensa que delata más de lo que protege. En el reciente video difundido por Julio Enrique Duarte Apán, actual dirigente del Sindicato de Trabajadores al Servicio del Ayuntamiento de Culiacán (STASAC), se advierte con claridad esta dinámica: pretende proyectar unidad y fortaleza, pero entre líneas se filtran el miedo, la inseguridad y la necesidad de reafirmar su propio control.
Al insistir en que “el 90% se pintó de amarillo”, Duarte no habla de democracia sindical, sino de disciplina forzada. La Asamblea que presentó como un acto de cohesión no fue otra cosa que un evento anticipado de campaña, en el que los trabajadores fueron presionados a vestirse con el color que lo identifica. La puesta en escena revela la visión patrimonialista de un dirigente que maneja el STASAC como si fuera de su propiedad: la organización no como casa común, sino como feudo político.
Y cuando asegura que el sindicato “no se mancha con desorden ni groserías”, el mensaje parece más una cortina de humo que una postura institucional. Porque lo que no menciona Duarte es la evidencia documentada de nepotismo y corrupción que lo persigue: su esposa, Claudia Paola Estrada Mejía, a quien quiso hacer pasar por trabajadora con 19 años de antigüedad, cuando los dictámenes oficiales señalan que apenas suma 13 años y fracción. La mentira es flagrante y desnuda un patrón: el acomodo de familiares en posiciones privilegiadas, el beneficio económico disfrazado de legalidad y el cinismo de justificar con falsedades lo que los documentos desmienten.
La paradoja es que Duarte se presenta como garante de unidad mientras multiplica las fracturas internas del sindicato. Porque hoy el STASAC enfrenta una contienda histórica:
Julio Enrique Duarte Apán, que busca reelegirse por tercera ocasión bajo el color amarillo, aferrado al poder.
Manuel Alfonso Espinoza Ramos, que con el color blanco capitaliza la inconformidad creciente y se ha convertido en su principal dolor de cabeza.
Zayda Janeth Flores Manjarrez, ex secretaria de Salud e Higiene del sindicato, única mujer en la contienda, que porta el color tinto y representa una alternativa con rostro femenino.
Olmes Homar Salas Gastélum, político con pasado en el PT y reciente adhesión al PVEM, que llega con el color rojo y busca trasladar su experiencia electoral al terreno sindical.
La sucesión sindical, lejos de ser un ejercicio libre de democracia, está atrapada en la lógica de un liderazgo que confunde al sindicato con su patrimonio personal. Pero las cifras, los dictámenes y la inconformidad interna evidencian que la época de control absoluto de Duarte comienza a resquebrajarse. Porque, al final, lo que queda claro es que cuando un dirigente necesita mentir para sostener su poder, es porque ya lo está perdiendo.

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