Hay historias que no se leen: se sienten. Que no buscan conmover desde el golpe fácil, sino que se abren paso con la fuerza serena de la verdad vivida. La de Carlos Roberto Gastélum Bustamante es una de ellas. No porque esté marcada por la adversidad —que lo está—, sino porque está atravesada de principio a fin por una idea poderosa y, a la vez, profundamente humana: la igualdad, cuando se ejerce desde el amor, puede cambiarlo todo.
Conversar con Carlos Roberto es encontrarse con una mirada distinta sobre la discapacidad, el tiempo y la vida misma. Su historia no se construye desde la queja ni desde la épica artificial de la “superación”, sino desde la dignidad cotidiana, el acompañamiento familiar y la convicción de que los límites no siempre están en el cuerpo, sino en la forma en que la sociedad mira. En el marco de la Semana de la Inclusión tuve la oportunidad de escucharlo de cerca, acompañado por su esposa, Guadalupe Rochín Núñez, quien se convierte no solo en intérprete de sus palabras, sino en extensión de su pensamiento y su afecto.
Esta introducción da paso a una entrevista en video que vale la pena mirar sin prisas. Ahí, Carlos Roberto pone voz a una vida construida paso a paso —literal y simbólicamente—, a los sueños que no caducan con la edad y a una enseñanza esencial: no hay pasado ni futuro que nos definan, solo el presente que se vive con voluntad, apoyo y amor. Aquí les comparto la conversación, tal como ocurrió, entre el bullicio del evento y la claridad de un testimonio que deja huella.




