Hoy celebramos la vida de un hombre cuya persistencia parece no tener límites: Ambrocio Chávez, referente del valle del Évora y símbolo de lucha social desde muy joven.
Ambrocio Chávez Chávez, conocido cariñosamente como “Bocho”, nació el 7 de diciembre de 1957, nombre asignado según la fecha de nacimiento, como se acostumbraba en antiguas tradiciones zapotecas, mexicas, mixtecas y también religiosas, donde al recién nacido se le otorgaba el nombre del santo correspondiente al día. La misma suerte corrieron sus diez hermanos, pues él fue el cuarto de doce hijos del matrimonio entre Rosario Chávez Nájera y Herminia Chávez Flores.
Creció en una familia numerosa, típica de los años cincuenta: un hogar nuclear donde predominaban los valores, el respeto, la solidaridad, la humildad, el catolicismo y la unión familiar. Sin embargo, su destino pronto lo llevaría a otros rumbos.
A los 10 años, Ambrocio llegó a Sinaloa como migrante, descendiendo de la Sierra Madre Occidental junto a su familia, refugiándose primero en las costas de Guasave y más tarde en Angostura y Guamúchil. Ahí retomó sus estudios en la primaria Niños Héroes y posteriormente en la secundaria Ricardo Flores Magón, una institución reconocida en los años setenta como semillero de líderes sociales. Dirigida por el profesor Ranulfo Muñoz Espinoza y teniendo como docentes al Dr. Rodrigo López Zavala, actual Subsecretario de Educación Media Superior y Elmy Cervantes, Ramón Parra, Obdulio Álvarez y el Lic. Lorenzo Meza Sandoval, luchador social idealista militante del antiguo Partido Comunista Mexicano, entre otros.
En esa secundaria Ambrocio descubrió su vocación y su carácter. Fue jefe de grupo los tres años y líder estudiantil. Su espíritu combativo se manifestó cuando el director decidió aumentar las cuotas escolares; encabezó entonces la toma de la dirección como forma de protesta. Ese acto marcaría el inicio formal de su camino en las causas sociales.
Desde muy joven participó en movimientos por viviendas dignas, en la colonia Tierra y Libertad, colonia 18 de Marzo, y colonia Makarenko en Guasave. Dio Solidaridad junto con otros a los campesinos del Ejido Cruz Blanca, El Tajito y otras comunidades de la región, incluido el ejido 18 de diciembre de Angostura. En cada lucha, su madre lo despedía con cariño, entregándole una almohada y una sábana para sus campamentos, mientras le decía con ternura y humor:
“Te la llevas de junta en junta… y nunca veo que juntes nada.”
Años después, pese a múltiples obstáculos, Ambrocio cumpliría su sueño de convertirse en maestro. Fue rechazado inicialmente de la Normal de Sinaloa por su edad, pero su perseverancia lo llevó a Durango, donde finalmente fue aceptado para formarse como docente. Trabajó en primarias comunitarias, impartió clases en todos los niveles e incluso dirigió una preparatoria de la UAS en Guamúchil. Desde esa luchó por un subsidio durante varios años para la educación de los sinaloenses que asistían a la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Ambrocio Chávez ha sido, a lo largo de su vida, un hombre de metas firmes y visión clara; genuino, leal, humanista, perseverante, gentil y reservado, pero siempre de buen humor y dispuesto a tender la mano o regalar un abrazo, “símbolo de reconciliación, amor, perdón y protección”, como él mismo dijo al recibir el Título de Ciudadano Honoris Causa el pasado 28 de noviembre en el Congreso de Nuevo León, reconocimiento otorgado a quienes dedican su vida al servicio altruista.
Más de 47 años de lucha social, su trayectoria lo llevó a consolidarse como político, alcanzando la diputación local por el Distrito 09. Siempre mantuvo la convicción de que algún día la política le abriría un espacio para servir a los demás, y así ocurrió. Hoy, por segunda ocasión, se encuentra “legislando para todos”, lema que lo ha acompañado y distinguido en su distrito. Identificado con la izquierda, es reconocido por su lealtad hacia el gobernador Rubén Rocha Moya y hacia los principios de la Cuarta Transformación.
Pocos políticos muestran un amor tan sincero por Sinaloa como él, pues fue aquí donde encontró hogar y destino. Desde muy joven se involucró en gestiones humanas y causas justas, siempre comprometido con la libertad, la democracia auténtica y la conciencia cívica.
Sin duda la gente de su región lo quiere. Muestra de ello es la gran afluencia que tiene en todas sus asambleas informativas, informes y demás eventos en los que se le ve participar. Hasta el momento ha mostrado ser un político de los que ya no se ven. Seguros estamos de que podrá cumplir cualquier compromiso que la ciudadanía le otorgue.
Tal vez por eso en cada fotografía relacionada con su trabajo político se le ve feliz: entregando lentes, tinacos, materiales de construcción, participando en actividades deportivas y comunitarias, o encabezando asambleas donde la gente acude masivamente porque lo aprecian y lo reconocen.
Hasta ahora, Ambrocio Chávez ha demostrado ser uno de esos políticos que ya no abundan, uno capaz de cumplir cada compromiso que la ciudadanía le deposita.
No cabe duda: hay personas que nacen con vocación de servicio, y si un diputado ha trabajado con energía desde el día uno, ese es él.
Hoy celebramos la vida de un hombre ejemplar, digno de respeto y admiración para cualquier sinaloense. Ha desempeñado con humanismo cada una de sus facetas: hijo, hermano, padre, esposo, abuelo. No dudamos que su familia se sienta profundamente orgullosa de él.
Enhorabuena y muchas felicidades. Le deseamos el mejor de los cumpleaños.
P.D. Ojalá algún día nos regale un libro donde narre, con la claridad que lo caracteriza, las razones que lo llevaron a abrazar tantas causas y movimientos sociales y políticos. Sería una obra imprescindible, capaz de inspirar a las nuevas generaciones que hoy sienten ese mismo llamado y buscan un camino para servir.