En pleno corazón del Instituto Municipal de Cultura de Culiacán, se ha cometido un acto que raya en la infamia y que evidencia los abusos que, con frecuencia, se esconden en la administración pública. Juan Adolfo Plata Guzmán, director de la dependencia, tomó la decisión de despedir a Kenia Osuna Zazueta, una trabajadora eventual con 13 años ininterrumpidos de servicio al Ayuntamiento de Culiacán.
El motivo: Kenia salía brevemente todos los días para recoger a su hijo de la escuela. Una acción cotidiana y responsable, la misma que realizan miles de mujeres trabajadoras que equilibran su vida laboral y familiar, y que nunca descuidan sus obligaciones. Sin embargo, eso fue suficiente para que se le arrebatara su empleo y su sustento, dejándola en una situación de vulnerabilidad económica y emocional.
Han pasado ocho meses desde este despido injustificado, y el Ayuntamiento aún no le ha resuelto su reinstalación ni el pago que legítimamente le corresponde. Es evidente que el presidente municipal no está enterado de este agravio, pero no hay excusa para que estas injusticias continúen. Para muestra basta un botón, aunque existen muchas más historias similares de abuso y negligencia que merecen ser visibilizadas.
El caso de Kenia no es solo una falta administrativa: es un golpe directo a la dignidad de las trabajadoras y al respeto por la justicia laboral. Es un llamado urgente para que las autoridades reparen este agravio de manera inmediata, restituyendo su empleo y el pago que se le debe.
La sociedad civil y los medios de comunicación tienen la responsabilidad de denunciar estas situaciones, porque tolerarlas es normalizar la injusticia. Kenia Osuna Zazueta merece justicia inmediata, y que este caso sirva como recordatorio de que la vida familiar de una trabajadora nunca debe ser motivo de abuso ni pretexto para la arbitrariedad.
El tiempo de actuar es ahora. El tiempo de reparar esta injusticia, también.