Los arqueólogos han encontrado un lugar de acceso restringido orientado al uso de sustancias psicodélicas. ¿Qué sustancias consumían?
Una habitación secreta de 2.500 años de antigüedad en el sitio arqueológico de Chavín de Huántar, en la sierra centro-norte de Perú, llena de huesos de aves ahuecados colocados en el corazón de estructuras de piedra del sitio con rastros de rapé y tabaco psicodélico. Según los arqueólogos, la de los “tubos de rapé” en una habitación oculta sugiere que allí se celebraban rituales secretos en los que se consumían sustancias estupefacientes de la época preincaica.
Sustancias psicoactivas milenarias
Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Florida, la Universidad de Stanford (UF) e instituciones sudamericanas analizaron los residuos químicos en 23 artefactos de hueso (posiblemente hechos con huesos de las alas de un halcón peregrino) y concha del yacimiento de Chavín, dos mil años antes de que el imperio inca dominara los Andes y mil años antes que los Wari, otro antiguo pueblo peruano que adulteraba con alucinógenos la cerveza que se servía en sus festines. Esta sociedad objeto del hallazgo era mucho menos conocida pero sentó las bases de una sociedad jerárquica en las altas cumbres. Es conocida como el Fenómeno Chavín.
Sin embargo, el descubrimiento de la evidencia directa más antigua conocida del uso de plantas psicoactivas en los Andes peruanos señala que una de sus herramientas más poderosas no era la agricultura, sino el uso de drogas para alterar la conciencia.
¿Qué tipo de sustancias consumían?
No es algo ajeno a los humanos ni a las distintas culturas propagadas por el mundo. A lo largo de la historia, muchas sociedades, desde el antiguo Egipto, pasando por la cultura griega o la azteca, han empleado sustancias alucinógenas ya sea en ceremonias religiosas o en rituales chamánicos. (Y sigue sucediendo: el pueblo peruano urarina sigue empleando la ayahuasca bebida en sus rituales, por ejemplo).

El análisis químico y microscópico de los artefactos reveló la presencia de nicotina de variedades silvestres de tabaco, así como residuos de la semilla de vilca, una planta con propiedades alucinógenas estrechamente relacionadas con el compuesto DMT (dimetiltriptamina, un alcaloide triptamínico natural con efectos psicodélicos y uno de los activos de la bebida ayahuasca).
“Consumir psicoactivos no se trataba solo de tener visiones. Formaba parte de un ritual estrictamente controlado, probablemente reservado para unos pocos, que reforzaba la jerarquía social”, explicó Daniel Contreras, arqueólogo antropólogo de la UF y coautor del estudio que recoge la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.
Los tubos de inhalación se encontraron en cámaras privadas dentro de los enormes edificios de piedra: estaba claro que era un espacio pequeño, estrecho y secreto, diseñado para albergar solo a unos pocos participantes a la vez, lo que refuerza la teoría de una élite separada de los trabajadores que construyeron aquellos monumentos de Chavín. El disfrute de estos alucinógenos reforzaba su autoridad. Y, precisamente, este descubrimiento de experiencias místicas reservadas solo a unos pocos, ayuda a explicar esta importante transición social en la que estos gobernantes convencieron a su pueblo de que su liderazgo estaba entrelazado con el poder místico y formaba parte del orden natural. Ahora lo sabemos gracias a décadas de intensas excavaciones y métodos analíticos avanzados (y eso teniendo en cuenta que el uso de alucinógenos en la antigüedad sigue siendo un asunto poco investigado y algo tabú aún).
“Una de las formas en que se justificó o naturalizó la desigualdad fue a través de la ideología, mediante la creación de experiencias ceremoniales impresionantes que hicieron que la gente creyera que todo este proyecto era una buena idea”, concluyó Contreras.