Cada 2 de mayo se conmemora el “Día Internacional contra el Bullying o Acoso Escolar”, una fecha para visibilizar un problema que sigue afectando el bienestar y la seguridad de miles de estudiantes; en la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), especialistas como la doctora en educación Verónica Hernández Jacobo, analizan este fenómeno no solo como un reto educativo, sino como una urgencia social y emocional.
“Es hostigamiento, la violencia, cuando es verbal son humillaciones, agresión, palabras que denotan humillación hacia los compañeros que reciben la agresividad, pero también es física (…) a nivel internacional actualmente en información del 2024, España ocupa el primer, México el segundo lugar”, comentó la especialista.
De acuerdo con la investigadora y docente de la Facultad de Psicología, uno de los errores más frecuentes es minimizar las señales del acoso escolar bajo frases como “cosas de niños” o “solo es un juego”, ya que estas actitudes no solo perpetúan la violencia, sino que desestiman el sufrimiento de las víctimas.
“Quien vive la experiencia subjetiva del bullying es muy diferente a quien es el agresor y quién es la víctima, y regularmente identifica que no hay un entorno de mucha pasividad, porque regularmente los adultos no están en la escena de violencia”, señaló.
Agregó que, desde el estudio académico, ha identificado que el bullying se da con mayor frecuencia en entornos con poca supervisión adulta, escasa educación emocional y falta de protocolos de atención, y advierte que prevenirlo es responsabilidad compartida entre escuelas, familias y comunidad.
“El bullying creció en pandemia, es paradójico porque los chicos no estaban en la escuela, pero apareció el ciber bullying, una de las variables de la violencia escolar, entonces se recomienda escuchar al menor, niñas, niños y adolescentes”, sostuvo.
Como parte de sus líneas de trabajo, la analista, participa en proyectos de formación estudiantil centrados en inteligencia emocional, mediación escolar y estrategias de intervención ante el acoso, por lo que sostiene que el cambio duradero no se logrará con acciones aisladas, sino a través de una transformación cultural profunda que debe comenzar desde la infancia.