Del Silencio a la Participación en el Proyecto Universitario

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El reciente retorno del voto universal en la Universidad Autónoma de Sinaloa representa mucho más que un simple cambio administrativo; constituye un punto de inflexión histórico que podría marcar el inicio de una auténtica refundación institucional bajo el liderazgo del rector electo, Dr. Jesús Madueña Molina. Esta transformación no es cosmética, sino estructural, y plantea un viraje paradigmático en la concepción misma de lo que debe ser una universidad pública en el siglo XXI.

Durante décadas, hemos sido testigos de cómo la simplificación excesiva de los problemas universitarios ha conducido a soluciones parciales e insuficientes. El pensamiento concreto, ha demostrado ser insuficiente para enfrentar la complejidad de los desafíos contemporáneos. Se requiere una nueva propuesta que apueste por una transición hacia formas más profundas y reveladoras de comprender la realidad universitaria, donde el análisis crítico y la perspectiva multidimensional se convierten en herramientas fundamentales para la toma de decisiones.

Esta evolución del pensamiento implica reconocer que los problemas universitarios no pueden reducirse a fórmulas matemáticas o indicadores cuantitativos. La educación superior involucra aspectos humanos, sociales, culturales y éticos que demandan aproximaciones holísticas y sensibles a la diversidad de experiencias que convergen en el espacio universitario. Precisamente, uno de los grandes obstáculos para el desarrollo armónico de la Universidad Autónoma de Sinaloa ha sido la prevalencia de un pensamiento maniqueísta que divide a la comunidad en bandos irreconciliables. Esta visión dicotómica —donde unos son los “buenos” y otros los “malos”— ha fomentado un ambiente de confrontación permanente que erosiona el tejido social universitario y dificulta la construcción de consensos.

Se requiere una nueva visión universitaria que promueva el reconocimiento de la complejidad inherente a las posturas ideológicas y la legitimidad de la pluralidad de perspectivas. No se trata de diluir las diferencias, sino de construir espacios donde éstas puedan expresarse y dialogar productivamente, enriqueciendo el debate y la vida universitaria. La refundación universitaria que se vislumbra implica así el fortalecimiento de la pluralidad como valor esencial: una universidad que no solo tolera, sino que celebra activamente la diversidad de ideas, corrientes de pensamiento, metodologías y aproximaciones epistemológicas.

Esta pluralidad no debe ser meramente declarativa, sino materializarse en políticas concretas que garanticen la representación equitativa de todas las voces en los órganos de gobierno, en las aulas y en los espacios de investigación. La diversidad, entendida en su sentido más amplio —ideológica, cultural, disciplinar, generacional—, constituye una fuente inagotable de creatividad e innovación. Una universidad verdaderamente plural es aquella que reconoce que su fortaleza radica precisamente en la multiplicidad de visiones que alberga y en su capacidad para establecer diálogos fecundos entre ellas.

En este contexto, el retorno del voto universal refleja un principio fundamental: la necesidad de recuperar la voz de todos los sectores universitarios, particularmente de los estudiantes, quienes constituyen la razón de ser de la institución. Durante mucho tiempo, las decisiones universitarias se han tomado desde torres de marfil administrativas, desconectadas de las realidades y necesidades de la base universitaria. No se trata solo de consultar ocasionalmente a la comunidad, sino de instaurar una cultura institucional donde la voz de cada universitario —estudiante, docente, investigador o trabajador administrativo— sea valorada y considerada en la toma de decisiones.

Quizás el aspecto más revolucionario de este proceso sea su potencial para desmontar el modelo neoliberal que ha dominado la educación superior en las últimas décadas. Este paradigma ha transformado progresivamente a la universidad en una entidad obsesionada con indicadores cuantitativos, rankings internacionales y certificaciones burocráticas, a costa de su misión social y su vocación humanista. La recuperación del voto universal simboliza un primer paso hacia la reconquista de la universidad como bien público y patrimonio social. Representa un rechazo a la mercantilización del conocimiento y a la visión empresarial de la educación superior. El modelo alternativo que se propone no desdeña la excelencia o la eficiencia, pero las reinterpreta desde una perspectiva humanista y social.

La deshumanización ha sido, quizás, la consecuencia más grave del modelo neoliberal universitario. Los estudiantes reducidos a matrículas, los profesores a productores de papers, el conocimiento a mercancía transable. La refundación universitaria implica recuperar la dimensión humana en todos los procesos educativos y administrativos. Una universidad humanizada es aquella que reconoce la integralidad de las personas que la conforman, que atiende no solo a su desarrollo intelectual sino también a su bienestar emocional, físico y social. Es una institución que concibe la educación como un proceso de transformación personal y colectiva, no como una simple transmisión de conocimientos técnicos.

El retorno del voto universal en la Universidad Autónoma de Sinaloa, constituye una semilla prometedora para una transformación profunda. Sin embargo, su potencial revolucionario dependerá de la capacidad de la comunidad universitaria para trascender la dimensión meramente electoral y convertirlo en catalizador de un nuevo modelo universitario. Esta refundación exigirá compromiso, creatividad y valentía para desmantelar estructuras anquilosadas y construir nuevas formas de hacer universidad. El desafío es mayúsculo, pero la oportunidad histórica lo es igualmente. La recuperación del espíritu democrático a través del voto universal puede ser el primer paso hacia una universidad más justa, más plural, más humana y más comprometida con las necesidades sociales de su entorno. Una universidad que, al recuperar su vocación pública y su espíritu crítico, se reconcilie finalmente con su misión transformadora.

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