El Telescopio Espacial Webb de la NASA ha identificado una especie de fuegos artificiales en los agujeros negros que no siguen un patrón claro.
Ilustración artística del agujero negro supermasivo que está en el centro de la Vía Láctea, rodeado por un disco de acreción giratorio de gas caliente.
El universo es un lugar repleto de actividad y cargado de sorpresas aún para los humanos. Poco a poco, vamos desentrañando las páginas de este enigmático y fascinante libro que es el cosmos. Ahora, gracias al telescopio espacial James Webb, los astrónomos han descubierto que el agujero negro supermasivo que se encuentra en el corazón de la Vía Láctea (Sagitario A*), a unos 26.000 años luz de distancia de la Tierra, emite unas misteriosas llamaradas como si fueran fuegos artificiales cósmicos.
El agujero negro de la Vía Láctea emite destellos y llamaradas sin patrón
Y no parece tan silencioso como esperaban los astrónomos. Los datos del James Webb han detectado que Sgr A* parpadea y destella, emitiendo tanto destellos rápidos que apenas duran unos cuantos segundos a otras llamaradas mucho más pausadas que brillan intensamente durante períodos largos. Con la particularidad de que los destellos más débiles son tan rápidos que deben originarse muy cerca del agujero negro, según astrónomos de la NASA.
Pero, al parecer, esta actividad, que proviene del disco giratorio de polvo y gas que orbita el agujero negro, lo que conocemos como disco de acreción, se produce constantemente, alternándose entre breves interludios y largos períodos que pueden prolongarse durante meses. Pero sin tregua.
¿Por qué es importante Sagitario A? Sagitario A es un agujero negro supermasivo con una masa de aproximadamente 4,1 millones de veces la masa de nuestro Sol. Los agujeros negros son regiones del espacio donde la gravedad es tan fuerte que nada, ni siquiera la luz, puede escapar. Pero el nuestro, no es un agujero negro cualquiera; es el corazón gravitacional de nuestra galaxia, lo que significa que influye en las órbitas de las estrellas, las nubes de gas y otras estructuras cósmicas de la Vía Láctea.
Este hallazgo, publicado en la revista The Astrophysical Journal Letters, no es tan solo una curiosidad más sobre el agujero negro de la Vía Láctea, sino que podría ayudarnos a entender mejor cómo interactúan los agujeros negros con su entorno y cómo ayudan a que las galaxias evolucionen.
Teniendo en cuenta que Sagitario A* es uno de los pocos agujeros negros que los científicos pueden estudiar -por su ‘cercanía’-, de cara a observar el flujo de gas y polvo en su disco de acreción, todas los exámenes de su actividad representan información de gran valor para la astronomía, ya que recordemos que el popular disco de acreción de esta potente dinamo cósmica es su principal fuente de luz.
Sagitario A* es más activo de lo esperado
“Se espera que se produzcan llamaradas en prácticamente todos los agujeros negros supermasivos, pero nuestro agujero negro es único”, explicó Farhad Yusef-Zadeh, coautor del estudio y astrofísico de la Universidad Northwestern. “Siempre está repleto de actividad y nunca parece alcanzar un estado estable. Observamos el agujero negro varias veces a lo largo de 2023 y 2024, y detectamos cambios en cada observación. Vimos algo diferente en cada ocasión, lo que es realmente impresionante. Nada nunca permaneció igual”.
¿Qué es lo que provoca estas llamaradas?
Los investigadores creen que se trata de distintos procesos los que deben estar impulsando estas llamaradas. Quizá los destellos cortos sean el resultado de pequeñas perturbaciones dentro del disco giratorio de acreción, algo así como las fulguraciones (o erupciones) que experimenta nuestro Sol. Por otro lado, las llamaradas más largas y potentes podrían ser causadas por eventos de reconexión magnética, que se producen cuando los campos magnéticos dentro del disco de acreción se descomponen, liberando cantidades masivas de energía.
Todo ello lleva a concluir que el entorno de un agujero negro es mucho más energético y activo de lo que se creía y que aún hay mucho que descubrir sobre ellos. Por el momento, los autores han solicitado 24 horas ininterrumpidas de observación en el James Webb para dedicarlas enteramente a nuestro agujero negro supermasivo.