Descubre cómo las muestras del asteroide Bennu revelaron restos de agua evaporada con minerales únicos, esenciales para entender el origen de la vida.
El universo esconde secretos que nos acercan a comprender nuestro propio origen. En un reciente análisis de muestras del asteroide Bennu, se hallaron rastros de agua evaporada que dejaron minerales cruciales para la vida. Este descubrimiento, fruto de la misión OSIRIS-REx de la NASA, abre una ventana al pasado de nuestro sistema solar y sugiere que los ingredientes esenciales para la vida pudieron haberse formado en entornos extraterrestres.
El estudio, liderado por científicos del Museo Nacional de Historia Natural del Smithsonian, reveló una “secuencia de minerales evaporados que datan de la formación temprana del sistema solar”. Estos compuestos nunca antes observados en asteroides refuerzan la hipótesis de que el agua y los minerales en cuerpos espaciales jugaron un papel clave en el desarrollo de moléculas complejas.
La misión OSIRIS-REx y el asteroide Bennu
Bennu es un asteroide cercano a la Tierra que ha fascinado a los científicos debido a su composición rica en carbono y su órbita accesible. En 2020, la misión OSIRIS-REx (Origins, Spectral Interpretation, Resource Identification, and Security-Regolith Explorer) recolectó muestras de la superficie de Bennu, siendo la primera misión de Estados Unidos en lograrlo. Según el comunicado, la nave recogió 120 gramos de material, el doble de lo planeado inicialmente, y lo devolvió a la Tierra en septiembre de 2023.
El trabajo con estas muestras no solo ha permitido analizar su composición, sino también preservar la información para futuras investigaciones. Para Sara Russell, coautora del estudio, esta misión es “un intento por responder una de las mayores preguntas de la humanidad: cómo comenzó la vida”.
El descubrimiento de las brinas antiguas
Uno de los hallazgos más destacados en Bennu fue el de restos de agua evaporada, que dejaron depósitos salinos llamados brinas. Estos residuos contienen compuestos como carbonato de sodio, conocido en la Tierra como soda ash o trona, y minerales no observados antes en otros asteroides. Tim McCoy, autor principal del paper, señaló que estas muestras muestran cómo “los ingredientes básicos de la vida se combinaban de formas interesantes y complejas en el cuerpo parental de Bennu”.
En la Tierra, los carbonatos de sodio suelen encontrarse en lagos evaporados ricos en sodio, como el Lago Searles en California. Sin embargo, las brinas de Bennu tienen diferencias significativas, como una mayor abundancia de fósforo y una carencia casi total de boro, lo que destaca su carácter único y extraterrestre.
Minerales inéditos: claves en la búsqueda de vida
Los científicos identificaron un total de 11 minerales en las muestras de Bennu, muchos de ellos formados en ambientes salinos. Este hallazgo es clave porque indica que entornos similares podrían existir en otros cuerpos celestes, como el planeta enano Ceres o la luna Encélado de Saturno. En ambos lugares, las naves espaciales han detectado rastros de compuestos similares.
El estudio también destaca la relevancia de estos minerales en la formación de moléculas orgánicas más complejas. Aunque aún no se puede confirmar que estos ambientes fueran adecuados para formar vida, proporcionan las bases necesarias para avanzar en esta dirección. Como explica McCoy, “sabemos que tenemos los bloques básicos para seguir este camino hacia la vida”, aunque queda mucho por investigar.
Implicaciones en la astrobiología
Los resultados obtenidos de Bennu ofrecen una perspectiva emocionante para la astrobiología. Las muestras contienen aminoácidos esenciales para formar proteínas y nucleobases que constituyen el ADN y el ARN, componentes fundamentales de la vida. Algunos de estos compuestos no se habían detectado antes en meteoritos que han caído a la Tierra, lo que refuerza la singularidad de Bennu.
Por otra parte, este descubrimiento invita a reconsiderar las posibilidades de que otros asteroides y cuerpos espaciales alberguen condiciones similares. Por ejemplo, las misiones futuras podrían centrarse en explorar regiones con residuos salinos, buscando evidencias adicionales que apoyen la hipótesis de que la vida puede surgir en contextos extraterrestres.
La misión OSIRIS-REx ha marcado un antes y un después en la exploración espacial. Las muestras recogidas en Bennu no solo están aportando información invaluable sobre los orígenes del sistema solar, sino que también seguirán siendo una fuente de estudio durante décadas. McCoy destacó que “este tipo de hallazgo es lo que esperas encontrar en una misión; descubrimos algo que no esperábamos, y ese es el mejor premio”.
El trabajo multidisciplinario detrás de este proyecto, que involucró a instituciones de todo el mundo, ha sentado las bases para nuevas exploraciones espaciales. El estudio de Bennu es un recordatorio de cuánto queda por aprender sobre los procesos que hacen que un planeta sea habitable y cómo se conectan con las estrellas y los asteroides que nos rodean.