Hablar de lepra en Sinaloa es adentrarse en una historia olvidada e ignorada de la salud pública, de una terrible enfermedad incapacitante que increíblemente no se ha erradicado y en la que nuestro estado ocupa invariablemente el primer lugar a nivel nacional.
Históricamente nuestro estado ha ocupado el triste y vergonzoso lugar número uno de casos de lepra en México, a pesar de que es curable siendo las mujeres, niños, niñas y adolescentes la principal población afectada.
Creo que es importante recordar este absurdo hecho, ya que a nivel mundial hoy se conmemora el Día contra la Lepra, como es costumbre el último domingo de enero de cada año, para combatir este padecimiento incapacitante, así como los prejuicios y la discriminación que sufren los enfermos, ya que además de los daños físicos son víctimas de afectaciones psicológicas al ser repudiados, rechazados e incluso agredidos verbal y físicamente.
Los pacientes, durante siglos, han sido estigmatizados y apartados de la sociedad. A pesar de los avances médicos y en la defensa de los derechos humanos, las personas que enferman de lepra y sus familiares siguen siendo estigmatizados.
Sumado a los estereotipos hay que destacar los diagnósticos tardíos, la indiferencia y la falta de atención.
La lepra es una enfermedad infecciosa y contagiosa originada por el bacilo Mycobacterium leprae, conocido como bacilo de Hansen, puesto que fue descubierto en 1873 por Gerhard Hansen, médico y bacteriólogo noruego.
En Sinaloa, como en el resto del planeta las niñas y los niños son los más vulnerables por la inmadurez de su sistema inmunológico, a lo que hay que sumar que hasta el 20 por ciento de la población infantil en tratamiento deja de tomar sus medicamentos porque no son los adecuados para su edad.
Además de las niñas y los niños, predominan las mujeres, quienes presentan con frecuencia depresión severa y pensamientos suicidas.
En el país la lepra no es considerada un problema de salud pública ya que la prevalencia es de un caso por cada 10 mil habitantes, sin embargo, de cada cuatro casos que se registran en México, uno se presenta en Sinaloa: ¡Un 25 por ciento de pacientes con lepra en México son de Sinaloa!
Después de Sinaloa, los estados con más presencia de la enfermedad son Michoacán, Jalisco, Nayarit y Nuevo León. Los municipios con mayor número de casos son Culiacán, Navolato, Mazatlán, Escuinapa y Ahome.
Los componentes de esta enfermedad son hacinamiento, altas temperaturas, pobreza y la carga genética hereditaria que tiene la persona para desarrollar la enfermedad y la agresividad con la que se puede presentar. Me refiero con lo anterior a los genes de predisposición para desarrollar un espectro de la enfermedad.
Un medio de contagio pueden ser las gotas que se expulsan al respirar o toser y quienes presentan mayor riesgo de contagio son los familiares o quienes conviven con el paciente.
LA LEPRA, UNA ENFERMEDAD ANTIGUA EN SINALOA
La lepra fue estudiada en Sinaloa por los misioneros Jesuitas hace cinco siglos y las crónicas refieren la existencia de lazaretos en el siglo XIX en Culiacán, Concordia, Mazatlán y Sinaloa, donde se aislaba y prácticamente escondía a los contagiados, quienes por las deformaciones que sufrían eran repudiados socialmente. Incluso, en Culiacán se les prohibía acudir a espacios públicos.
Estos lazaretos funcionaban también para concentrar enfermos de otros padecimientos en tiempos de pandemia.
En el primer Censo Nacional de Lepra, que realizó el Consejo General de Salubridad bajo la dirección de Bernardo J. Gastélum, los resultados mostraron 140 enfermos en Mazatlán y 40 en Culiacán.
En 1928, para apartar la desagradable presencia de los pacientes en las calles, el gobierno construyó unas barracas para los leprosos, mismas que fueron edificadas con los tablones que sobraron de las reparaciones que se llevaron a cabo en el puente Francisco Cañedo.
Estas casas estuvieron ubicadas a un lado del panteón municipal y del basurero de la ciudad, donde los enfermos sobrevivían sembrando hortalizas y ganando su alimento a través de las tumbas que limpiaban, paseando como almas en pena entre las criptas durante el día y la noche. Algunas personas sentían lástima por su infortunio y les regalaban ropa, enseres y alimentos.
Entre las personas voluntarias que acudían a apoyar a los enfermos hay que destacar la abnegación y entrega de la señorita Aurelia Echeverría, la profesora Martiniana Romero y las integrantes del club Apriles, quienes se dedicaron al noble afán de mejorar las condiciones del leprosario.
Con el tiempo este lugar, contiguo al Panteón Municipal, se convertiría en un Centro Dermatológico, pero para eso tuvieron que suceder muchas cosas.
Primero, en 1930 comenzó a funcionar el primer Dispensario Antileproso, con el respaldo federal a través del Departamento de Salubridad en su servicio de profilaxis de lepra. Este dispensario estuvo bajo la dirección del doctor Rafael Bátiz, con el apoyo de sus colegas Humberto Bátiz Ramos, Jesús Rodolfo Acedo Cárdenas, Oropeza Ruiz y Arnoldo Salazar Félix.
En 1935 el Dispensario se trasladó de la calle Escobedo a un lugar cerca de la Lomita, donde actualmente se encuentra el edificio Guadalupe y posteriormente, en la década de los cincuenta el Dispensario se convirtió en Centro Dermatológico, por las gestiones de la Sociedad Protectora de Leprosos “Aurelia Echevarria”.
El primer director de este centro fue el doctor Jesús Rodolfo Acedo Cárdenas, personaje que entgregó su vida al combate de esta enfermedad.
El Dermatológico estaba en una sala anexa al Hospital Civil, misma que fue tomada por la Escuela de Enfermería. Esto obligó a trasladar el Centro Dermatológico al Centro de Salud y después a donde se encontraba el antiguo leprosario que se conocía ya como sanatorio, adoptando finalmente la denominación de Centro Dermatológico.
Aquí es donde inicia la concepción médica del tratamiento de la lepra que no requiere aislamiento, ni hospitalización. Tratamiento que, según las políticas de salud pública escritas en el papel, es gratuito. Sin embargo, persiste el diagnóstico ausente y la arraigada presencia de la enfermedad en Sinaloa.
En 1997 se impone el nombre del doctor Jesús Rodolfo Acedo Cárdenas al Centro Dermatológico como un homenaje a su obra ejemplar, ya que dedicó 48 años de su vida a la lucha contra la lepra y al servicio de la salud de los sinaloenses.
El doctor Acedo también fue precursor de varias instituciones asistenciales, tales como el Consejo Tutelar, el Refugio Infantil, formó parte del patronato del Centro de Integración Juvenil, entre otros.
A todo lo anterior, hay que subrayar que un factor que no he mencionado en este artículo que favorece la lepra en Sinaloa, además de la carga genética, la pobreza, el hacinamiento, la falta de diagnóstico y tratamiento oportunos, y la indiferencia asistencial, es el ambiente tropical, lo que convierte a nuestro estado en tierra fértil para las bacterias, como la que causa la enfermedad del bacilo de Hansen.
Otro dato curioso, es que, según estudios en materia de seguridad pública, los municipios con mayor prevalencia de lepra también son aquellos que presentan mayor tasa de feminicidios y violencia familiar. Asimismo, son municipios con índices altos de embarazo adolescente. Nos referimos a Culiacán, Navolato, Mazatlán, Escuinapa y Ahome.
Finalmente, hay que señalar el absurdo de que prevalezca una enfermedad curable cuyo tratamiento es gratuito por lo que consideramos reforzar su búsqueda intencionada para llevar los tratamientos a los pacientes y afianzar la información en la población en general, para detener su propagación.
Para la prevención de este padecimiento, el factor más importante podría ser la vacuna BCG (Bacilo Calmette-Guérin) que genera una ventana amplia de protección.
No debe importar si se trata de regiones apartadas o de difícil acceso, la salud debe llegar a los últimos rincones de Sinaloa y acabar con el olvido, la indiferencia, la desesperanza y la estigmatización que sufren las personas enfermas de lepra, los más pobres, especialmente las mujeres, los niños, las niñas y los adolescentes.
¡Ya basta que Sinaloa siga siendo primer lugar de lepra en México!