El 17 de octubre, quinto aniversario del primer Culiacanazo; hoy sufrimos el cuarto extendido

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El próximo jueves 17 de octubre se cumplirá el quinto aniversario de la primera reacción violenta del narcotráfico en la ciudad capital de Sinaloa denominado “Culiacanazo” o “jueves negro”. De esa fecha a la actual van cuatro Culiacanazos, y el último se mantiene sin la esperanza de que la ciudadanía recupere la tranquilidad en el corto plazo.

El Culiacanazo número uno o Culiacanazo 1.0 fue el jueves 17 de octubre de 2019, caracterizándose por los bloqueos a las vialidades con autos quemados y enfrentamientos en Culiacán, luego de la detención y posterior liberación de Ovidio Guzmán López, hijo del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”.

El segundo Culiacanazo o Culiacanazo 2.0 fue el jueves 5 de enero de 2023, en el contexto de la detención de Ovidio Guzmán López en un operativo durante la madrugada que se extendió con balaceras y asesinatos por el resto del día.

Actualmente Ovidio Guzmán López, convertido en testigo protegido, se mantiene excarcelado desde el 23 de julio de 2024 bajo custodia del gobierno de Estados Unidos.

El tercer Culiacanazo se dio casi un mes después de la captura de Ismael “El Mayo” Zambada y Joaquín Guzmán López, hijo de “El Chapo”, el jueves 25 de julio de 2024.

El tercer Culiacanazo o Culiacanazo 3.0 fue el jueves 29 de agosto de 2024, fecha en la que se registraron nuevamente bloqueos con quema de vehículos, luego de un enfrentamiento entre civiles armados y fuerzas federales, y la supuesta detención de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, misma que después fue desmentida.

El cuarto Culiacanazo o Culiacanazo 4.0 rompió los negros presagios de los jueves desatándose la violencia a partir del viernes 9 de septiembre de 2024, y manteniendo a la ciudad de Culiacán, hasta la fecha, como un escenario donde reina el miedo entre sus habitantes, quienes viven presa de la psicosis y la tensión constantes.

Este cuarto Culiacanazo se atribuye a un enfrentamiento entre dos facciones del Cartel de Sinaloa, la de “Los Chapitos” y “Los Mayitos”.

El jueves 10 de octubre, en el contexto de este Culiacanazo 4.0 extendido, inicia una cifra récord de homicidios, robos, levantones, secuestros y otros delitos con componentes que no se habían visto en Culiacán, de lo cual surge la preocupación de la apertura de una aterradora nueva forma de violencia:

Uno, este día una persona de 70 años muere al explotar una granada cuando trataba de mover unos costales de tierra que bloqueaban el paso de una carretera.

Dos, fue localizado el cuerpo de un hombre asesinado, mismo que había sido amarrado y colgado en un puente.

Tres, sujetos armados ingresaron al Hospital General de Culiacán para asesinar a una persona que se encontraba internada por heridas de arma de fuego.

Cuatro, esa misma noche y durante la madrugada del viernes se registran autos quemados y vialidades bloqueadas. A lo que hay que agregar los poncha llantas, artefactos que han afectado a muchos vehículos de los habitantes de Culiacán.

Cinco, se recrudecen los robos y saqueos a comercios, las extorsiones, los secuestros express, en una cifra negra sin precedentes, pues trasciende que existe un gran subregistro pues por miedo o falta de confianza en la autoridad, alrededor del 95 por ciento de los delitos no se denuncian.

En medio de toda esta violencia que no se quiere calificar como “terrorismo” sucede otro absurdo:

Un helicóptero de la fuerza aérea causó confusión y extrañeza en la población al ondear una bandera blanca, situación que luego se explicó era un “ensayo” para la inauguración de la temporada de beisbol profesional. Al día siguiente, el sábado 12 de octubre, otro helicóptero, quien sabe si sería el mismo, ondeó la bandera de México.

Faltan unos días para que se cumplan cinco años del primer Culiacanazo y hoy Culiacán vive un cuarto Culiacanazo que se ha extendido en el tiempo y en el espacio, al afectar a otros municipios de Sinaloa.

Anuncian más fuerzas armadas y vehículos militares, pero la ola de la violencia permanece con absoluta impunidad y la ciudadanía sigue indefensa. A lo anterior se suman delincuentes que aprovechan el río revuelto para cosechar el miedo sembrado en la población.

El lunes regresan a clases miles de estudiantes en medio de este marco de violencia con la insistencia de que los habitantes de esta ciudad secuestrada por la violencia regresen a sus actividades “normales”, sin existir plena garantía de seguridad.

Mantendremos nuestra exigencia de paz y el sueño de un Sinaloa seguro con el deseo que a ninguno de esos jóvenes que regresan a clases le suceda una desgracia y ninguna familia tenga que sufrir su ausencia, el dolor y el desamparo.
Qué vuelva la paz a Sinaloa.

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