Las familias, muchas de ellas de escasos recursos, deben pagar entre 200 mil y 300 mil rupias para recibir recompensas de los robos de sus hijos.
En el corazón de Madhya Pradesh, tres aldeas remotas, Kadiya, Gulkhedi y Hulkhedi, han adquirido una sombría reputación en India. Situadas a aproximadamente 117 kilómetros de Bhopal —la capital regional—, estas comunidades en el distrito de Rajgarh se han convertido en un centro de formación delictiva, donde los niños son entrenados desde temprana edad en actividades criminales como el hurto, el robo y pandillerismo.
Estas aldeas son conocidas por criar a menores para convertirlos en delincuentes hábiles, una práctica tan común que incluso la policía opera con precaución al ingresar a la región. Las familias de todo el país, desesperadas por mejorar su situación económica, envían a sus hijos de apenas 12 o 13 años a estas aldeas con la esperanza de que los líderes de las pandillas locales les enseñen el “oficio”.
A cambio, las familias deben pagar entre 200 mil y 300 mil rupias (entre 2 mil 385 dólares y 3 mil 580 dólares / entre 45 mil 320 y 67 mil 980 pesos mexicanos) como tarifa de inscripción, de acuerdo con el medio indio NDTV.
El proceso de “formación” en estas aldeas es inquietante. Los niños son instruidos en una variedad de habilidades criminales, desde el robo de carteras en mercados concurridos hasta la evasión de la policía. Se les enseña a correr rápido, a soportar palizas si son capturados, y a mantener la calma bajo presión.
Al finalizar el entrenamiento, los padres reciben un pago anual de 300 mil a 500 mil (de 3 mil 580 a 5 mil 970 dólares / de 67 mil 980 y 113 mil 300 pesos mexicanos) de rupias por parte de las pandillas, en un ciclo de criminalidad que se perpetúa sin cesar.
Estos menores, entrenados en las llamadas “guarderías del crimen”, se convierten en piezas clave en los robos de alto perfil que frecuentemente aparecen en los titulares de India.
Un ejemplo reciente ocurrió el 8 de agosto durante una lujosa boda en el Hotel Hyatt de Jaipur. Un joven ladrón, entrenado en una de estas aldeas, aprovechó la confusión de la ceremonia para robar un bolso que contenía joyas por un valor de 1.5 millones de rupias y 100 mil en efectivo.
Tras el delito, el ladrón y su banda huyeron rápidamente a Kadia, su aldea de origen, donde se deshicieron de las joyas antes de mezclarse entre los devotos de una peregrinación religiosa para evitar la captura. La policía, sin embargo, logró rastrear al menor gracias a una rápida investigación, lo que llevó a la captura de toda la pandilla involucrada.
Este no es un incidente aislado. En marzo, Ravindra Sisodia, de 24 años, robó joyas durante una boda en la localidad de Gurgaon (en la periferia de Nueva Delhi), mientras que en diciembre de 2023, Yash Sisodia, de 22 años, hizo lo mismo en Delhi, sumando este delito a los 18 casos ya registrados en su contra en varios estados.
La policía enfrenta grandes desafíos al intentar imponer la ley en estas aldeas. Jaideep Prasad, Director General Adjunto de Policía para la Ley y el Orden, describe a Rajgarh como una región donde los delincuentes operan casi con total impunidad.
“Recientemente, el comisionado de policía de Jaipur se puso en contacto conmigo por el robo de joyas en una boda. Teníamos razones para creer que los culpables provenían de Rajgarh. Actuamos rápidamente, desarrollando información y coordinando con fuerzas de otros estados”, comentó Prasad.
Las pandillas en estas aldeas están tan bien entrenadas que pueden determinar el valor de las joyas sin necesidad de consultar a un joyero. Además de entrenar a los niños para robar, estas organizaciones criminales también están involucradas en actividades como el juego ilegal y la venta de alcohol. La cooperación entre las fuerzas policiales de diferentes estados ha sido crucial para lograr avances en estos casos.
Ramkumar Bhagat, inspector de la comisaría de Boda, destacó las dificultades que enfrentan las fuerzas del orden al operar en estas aldeas.
“Cuando tenemos que ir a estos pueblos, llevamos fuerzas de varias comisarías para detener a los acusados”, explicó. “Estos delincuentes están altamente capacitados en el robo de bolsos y otros delitos, utilizando a menudo a menores de 17 años para llevar a cabo sus actividades.”
Estas aldeas, envueltas en un ambiente de secretismo y desconfianza, han sido apodadas “guarderías” o “escuelas” del crimen debido al entrenamiento que imparten a los niños desde una edad temprana. La cultura criminal está tan profundamente arraigada que, al ver a extraños, las mujeres del lugar fingen problemas de audición, y los residentes reaccionan con hostilidad ante la presencia de cámaras o teléfonos móviles.
Se estima que más de 300 menores de estas aldeas están involucrados en robos en bodas a lo largo de varios estados. Las pandillas están bien organizadas y realizan un reconocimiento exhaustivo antes de ejecutar sus crímenes, lo que les permite actuar con precisión y eficiencia.
El impacto de esta actividad criminal es asombroso. Se calcula que más de 2 mil personas de estas aldeas tienen más de 8 mil casos registrados en su contra en comisarías de todo el país. Los niños involucrados suelen provenir de familias empobrecidas con poca educación, pero son entrenados para mezclarse con la élite, lo que les permite infiltrarse en eventos de alto perfil y realizar robos sofisticados.