El pasado miércoles, tuve el privilegio de participar en un foro de suma importancia para el futuro de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). La Comisión Permanente de Educación, Ciencia y Tecnología del Congreso del Estado de Sinaloa convocó a una reunión en el Salón Constituyentes de 1917 del Poder Legislativo, con el propósito de escuchar las propuestas ciudadanas para la reforma de la Ley Orgánica de la UAS.
El evento formó parte del proceso legislativo para elaborar el anteproyecto de dictamen previo a la Consulta Universitaria. Trece ciudadanos, entre los que me incluyo, tuvimos la oportunidad de exponer nuestras ideas y preocupaciones ante los integrantes de la Comisión: el diputado Adolfo Beltrán Corrales, presidente, y las diputadas Mónica Armenta Elenes y Gloria Himelda Félix Niebla, secretaria y vocal respectivamente.
En mi intervención, junto con mi colega Francisco Morales Zepeda, abordamos varios puntos que consideramos cruciales para el futuro de nuestra institución. En primer lugar, se enfatizó la necesidad de retomar los principios de democracia participativa en la universidad. Así, como la reactivación del voto universal, un mecanismo que permitiría a todos los miembros de la comunidad universitaria – estudiantes, personal administrativo y académicos – participar en la elección de sus autoridades.
Este sistema de votación, argumenté, debería aplicarse tanto a nivel de las escuelas individuales como a escala institucional. Es decir, cada escuela elegiría a sus propios directores, mientras que la comunidad universitaria en su conjunto decidiría sobre el nombramiento del rector. Esta propuesta busca fomentar una mayor representatividad y participación en los procesos de toma de decisiones.
Otro punto que consideré fundamental abordar fue el papel de los estudiantes en la gobernanza universitaria. Señalé que la participación estudiantil es esencial y que los mecanismos actuales, como el consejo técnico y el consejo universitario, resultan insuficientes. Por ello, propuse la institucionalización del movimiento estudiantil como una forma de garantizar una voz más fuerte y estructurada para los alumnos en los asuntos universitarios.
En cuanto a los procesos de selección de autoridades, manifesté mi oposición a la actual Comisión Permanente de Postulación. Sugerí que sus funciones podrían ser asumidas por la Secretaría General, eliminando así un nivel adicional de burocracia. Además, abogué por un sistema más abierto, donde todos los candidatos que cumplan con los requisitos puedan ser votados, en lugar de limitarse a una terna preseleccionada.
Un aspecto en el que hice especial hincapié fue el rechazo a la reelección de autoridades universitarias. Argumenté que esta práctica va en contra de los principios históricos de nuestra institución, recordando la figura de Rafael Buelna Tenorio, el “granito de oro”, héroe de la Revolución Mexicana y promotor de la consigna “Sufragio Efectivo, No Reelección”. La no reelección, sostuve, es crucial para garantizar la renovación de liderazgos y evitar la concentración de poder.
También es obligado expresar mi firme oposición a ciertas propuestas que, a mi juicio, podrían resultar perjudiciales para la autonomía y la libertad académica. En particular, rechazo la idea de establecer una junta de gobierno y un tribunal disciplinario para vigilar a los universitarios. Tales medidas podrían comprometer la libertad de cátedra y de pensamiento, valores fundamentales en cualquier institución de educación superior.
A lo largo de la sesión, se hizo evidente que existía un consenso entre varios de los participantes sobre la necesidad de garantizar el acceso igualitario de mujeres y hombres a los cargos universitarios mediante procesos democráticos.
Al concluir la sesión, quedó claro que el camino hacia la reforma de la Ley Orgánica de la UAS será complejo y posiblemente controvertido.
Como participante en este proceso, considero que es fundamental mantener abiertos estos espacios de diálogo y continuar fomentando la participación ciudadana en la toma de decisiones que afectan a nuestra universidad. Solo a través de un debate amplio, inclusivo y respetuoso podremos forjar una UAS más democrática, equitativa y preparada para enfrentar los desafíos del futuro.
La jornada en el Congreso del Estado fue, sin duda, un paso importante en este proceso de reforma. Ahora, corresponde a las autoridades legislativas y universitarias trabajar de la mano, a partir de mesas de dialogo que permitan trabajar en la elaboración de un anteproyecto de ley que refleje las aspiraciones y necesidades de toda la comunidad universitaria. Como universitarios y ciudadanos comprometidos, seguiremos de cerca este proceso y continuaremos aportando nuestras ideas y esfuerzos para construir la universidad que Sinaloa merece.