Un estudio que se publica en ‘Nature’ realizado en ratones muestra que clave está en dos vías neuronales distintas en el cerebro
La epidemia silenciosa del fentanilo que devasta en Estados Unidos, donde la lista de muertos causados por la adicción a este opiáceo no ha dejado de aumentar en los últimos años. 50 veces más fuerte que la heroína y 100 veces más potente que la morfina, esta droga se ha convertido en una sustancia presente en el día a día de muchos ciudadanos consumidos por la dependencia que puede llegar a generar.
El fentanilo es un potente opioide sintético que, si bien es legal en muchos casos, es usado como narcótico para aumentar los niveles de dopamina en el sistema nervioso central.
Fácil de conseguir, barato ─cada dosis de fentanilo cuesta entre 3 y 5 dólares─ y con efecto inmediato. Estas son las principales ventajas que presenta este opioide sintético, empleado habitualmente por pacientes con dolores crónicos y con tolerancia a otros fármacos. En muchos casos, basta con una prescripción médica para poder optar a la sensación de euforia y sedación que provoca su consumo.
El fentanilo es capaz de aliviar el dolor y hacernos sentir mucho más relajados o eufóricos, aunque la delgada línea entre una dosis medicinal y una letal es muy pequeña. El problema es que muy adictivo.
El fentanilo es capaz de aliviar el dolor y hacernos sentir mucho más relajados o eufóricos, aunque la delgada línea entre una dosis medicinal y una letal es muy pequeña. El problema es que muy adictivo.
En 2022, los opioides representaron alrededor de tres cuartas partes de las 108.000 muertes asociadas con sobredosis de drogas en Estados Unidos. La epidemia de opioides en EE.UU. es una tragedia en tres actos, escriben en un artículo que se publica en la revista ‘Nature’, Markus Heilig y Michele Petrella, de la Universidad de Linköping (Suecia).
Epidemia en tres actos
Comenzó hace más de 25 años con la prescripción irresponsable de opioides para el alivio del dolor. Esto provocó que un gran número de personas desarrollara adicción a los opioides. Finalmente, el opioide sintético fentanilo reemplazó gradualmente a la heroína, aumentando aún más la mortalidad.
Dada esta repercusión en la salud pública, aún existen sorprendentes lagunas en la comprensión de los mecanismos a través de los cuales los opioides generan adicción.
Dos tipos de efectos promueven el uso de drogas, explican en su comentario. Uno es la sensación subjetiva de recompensa, que refuerza positivamente el consumo de drogas. Se cree que las neuronas que liberan el neurotransmisor dopamina y que se encuentran en el área tegmental ventral (VTA) del cerebro son clave para este fenómeno. El otro efecto es la sensación de alivio cuando la reanudación del consumo de drogas elimina el malestar, promoviendo el comportamiento a través del refuerzo negativo. Este último es quizás más evidente durante la abstinencia y es mediado por la activación generalizada de circuitos neuronales involucrados en la aversión, o el sistema de ‘anti-recompensa’.
Pero ¿cómo producen los opioides estos efectos?
Ahora, según un estudio que se publica en ‘Nature’, es posible controlar la adicción al fentanilo. La clave está en el control de dos vías neuronales distintas en el cerebro. Este conocimiento podría ayudar en el desarrollo de tratamientos para reducir la adicción a este opioide.
El equipo de Christian Lüscher de la Universidad de Ginebra (Suiza) ha analizado los efectos del fentanilo en el cerebro de ratones. Tras administrar la droga e inducir abstinencia, identificaron las regiones cerebrales activas durante el refuerzo positivo y negativo. Comprobaron que el fentanilo inducía actividad en un área del cerebro donde se libera dopamina. Al reducir la actividad del receptor μ-opioide en esta área, disminuyó la liberación de dopamina y los signos de refuerzo positivo en los ratones. Además, inhibir el receptor μ-opioide no alteró los efectos de la abstinencia, lo que sugiere que otra vía podría mediar el refuerzo negativo. Identificaron neuronas con receptores μ-opioides en otra región cerebral (la amígdala central), que mostraron mayor actividad durante la abstinencia. La desactivación de estos receptores eliminó los síntomas de abstinencia en los ratones, sugiriendo un papel en la mediación del refuerzo negativo del fentanilo.
Los resultados podrían ayudar a desarrollar intervenciones y medicamentos para reducir la adicción al fentanilo y apoyar la recuperación, según los autores.
Heilig y Petrella sugieren que los hallazgos «representan un avance valioso en la comprensión de los científicos sobre cómo los opioides promueven la adicción».