El viernes negro en Culiacán ha marcado el inicio de una Semana Santa de terror. Las personas privadas ilegalmente de su libertad en un operativo criminal es un lamentable asunto que no se debe comparar con hechos que han conmocionado a la ciudad capital en la historia reciente.
Es algo diferente: este ataque directo a diversas familias, además de desnudar el fracaso de las estrategias de seguridad, marca la ausencia de mando en la política interna de la entidad, generando una desafortunada percepción de Sinaloa en el mundo entero.
Sinaloa arde en llamas y nada se sabe del encargado de la política interior en Sinaloa Rodolfo Jiménez López, a quien el actual candidato por Morena al Senado de la República Enrique Inzunza Cázares dejo como temporal sustituto a cargo del despacho de la Secretaría General de Gobierno.
El movimiento por el cual llegó Rodolfo Jiménez López a tan importante secretaría fue a finales de febrero, para iniciar Enrique Inzunza formal campaña a partir del 1 de marzo, en la que anda pidiendo el voto al pueblo con miras a la elección del 2 de junio.
Una secretaría de vital importancia que siempre ha tenido al frente a personalidades del ámbito jurídico y político, como el eminente jurista y ahora candidato Enrique Inzunza por supuesto, ahora tiene a una persona cuyo último nivel de estudios es la preparatoria, y en su trayectoria se menciona haber transitado por la vida empresarial como fundador y socio de las empresas J.J. Partes Aéreas, S.A. de C.V. y Café Miró.
A pesar de que, primero como Subsecretario General de Gobierno y ahora como responsable del despacho de la Secretaría General de Gobierno, tiene en su responsabilidad asuntos de política interna y gobernabilidad social, son pocos los que le conocen la voz y su comportamiento es soterrado, rayando en el ostracismo.
Desaparecido totalmente de la vida pública se mantiene alejado de los medios y en el ejercicio de sus funciones se sabe únicamente de un par de apariciones sin resolución de problemas y un conflicto con un dirigente de la zona norte, en el que tuvo que salir en su defensa el propio gobernador Rubén Rocha Moya.
Nada o casi nada acciona Rodolfo Jiménez sin la instrucción de Enrique Inzunza pues evidentemente la Secretaría General de Gobierno sigue y seguirá bajo la influencia del hoy candidato al Senado de la República.
Sin embargo, dicen sabios refranes que quien mucho abarca poco aprieta y también que no se puede chiflar y comer pinole al mismo tiempo. Tales máximas han quedado nuevamente comprobadas.
Con un sustituto de perfil bajo, su inacción se hace evidente ante la violencia e inseguridad que sacude a Sinaloa, que exhibe la debilidad y la vulnerabilidad social ante la desaparición forzada en que se mantiene todavía a un grupo numeroso de personas, a pesar de que durante este sábado ya se liberaron aproximadamente a veinte.
No es posible que un grupo criminal instaure el miedo y un toque de queda psicológico –que no de hecho- a la ciudadanía, pues muchas familias, en plena Semana Santa, optaron por quedarse en casa, afectando a empresarios, comerciantes y transportistas que esperaban una derrama económica en este periodo vacacional.
El gobierno federal puso en marcha un operativo de seguridad con soldados del Ejército, la Guardia Nacional, marinos y agentes que llegaron a un estado carente de política interna.
Esta estrategia de seguridad con agentes de las fuerzas federales no se ve que opere de la mano de las fuerzas estatales e incluso se comentan problemas de movilidad por carencia de unidades suficientes.
En Sinaloa, tenemos los seguros para automóviles más caros de México porque la ciudadanía se encuentra a merced de la delincuencia y el desamparo crece cuando no se observa que el gobierno accione su política interna.
Alrededor de veinte personas siguen desaparecidas y, pese a que agentes de fuerzas federales han realizado búsquedas permanentes, después de la aparición de casi la mitad de los desaparecidos, al parecer liberados por los criminales, ninguno de los que todavía faltan ha sido localizado.
La inacción por parte de la política interna se hace evidente en situaciones que implican responsabilidades que no pueden evadirse.
Sinaloa, triste e impotente.