Nayib Bukele se erigió como presidente reelecto en El Salvador el pasado 4 de febrero, en un país que no permite la reelección presidencial inmediata por su Constitución Política, quiere decir, que la relección estaba prohibida para todos, pero no para Bukele.
Pero ¿cómo llegó a ser reelegido?
Los magistrados de la sala constitucional de la Corte Suprema de Justicia dijeron que prohibir la reelección, era contrariar el deseo de las y los salvadoreños, y que el pueblo como constituyente primario, tiene la última palabra.
La reelección también fue avalada por el Tribunal Supremo Electoral que, dicho sea de paso, sus magistrados fueron electos gracias a la mayoría de la Asamblea Legislativa, que también es de Bukele.
Y si alguien osara con impedir que este pro hombre fuera reelegido, se reformó el Código Penal para que cualquier persona que impidiera inscribir a “cualquier candidato” que cumpla con los requisitos, tendría una pena carcelaria de 10 a 15 años.
Lo anterior según el artículo 295 del Código penal de El Salvador.
Es decir, que se condenaría a cualquiera que se oponga a pasar una larga pena carcelaria en la cárcel monumental construida para albergar a los ex pandilleros de las Maras Salvatrucha.
Aunado a lo antes expuesto, el gerente del partido Nuevas Ideas, que es el partido del presidente, manifestó que frente a los partidos de oposición “esta campaña es para desaparecerlos de una vez por todas, quitar el cáncer de una vez”.
Así mismo retiraron al Fiscal General que se encontraba investigando los delitos de supuestos actos de corrupción de los hermanos de Bukele, de presuntos pactos del presidente con los miembros de las pandillas y de violaciones a los derechos humanos, torturas y desapariciones de ciudadanos del común en el marco del régimen de excepción.
Medios independientes como El Faro establecieron que se estaba realizando campaña con dineros públicos, situación que no nos sorprende a nadie, bajo la figura mesiánica del presidente.
La pregunta es ¿se puede tener democracia sin un partido de oposición?, ¿sin cuestionar?, ¿sin poder pensar distinto?
Según Bukele y miembros de su partido sí es posible una nueva democracia, con un solo partido político, con Jueces, Magistrados, Fiscales y Militares que están al servicio de un solo hombre, una nueva democracia, una dictadura “nice”.