Esta columna tiene dedicatoria a las mujeres que tuvieron que transitar por un largo, doloroso y sinuoso camino para exigir los mismos derechos y oportunidades que los hombres tenemos desde el origen mismo de la humanidad. No es que ya lo hayan conseguido, pero van en camino de hacerlo.
Muy pocos saben que Mazatlán ha jugado un papel estelar en la lucha de las mujeres por el respeto a sus derechos humanos y políticos. Fue la mazatleca María de los Dolores Izaguirre Castañares quien convenció a su esposo el presidente Adolfo Ruiz Cortines de enviar la iniciativa que permitió votar a las mexicanas en procesos federales a partir de 1953.
Pero hay que reconocer que 15 años antes, las mujeres sinaloenses ya habían dado la lucha por su derecho a votar y ser votadas en las elecciones municipales de 1938 y estatal de 1940.
Precisamente fue en el puerto sinaloense donde el Comité Ejecutivo del Partido Nacional Revolucionario (PNR) publicó en 1937 la convocatoria para que las mujeres defendieran sus derechos y lucharan por la “elevación de su nivel cultural y económico. Tomemos el sitio que nos corresponde en las filas de la Revolución”, proclamaron.
Después de 87 años del inicio de aquella lucha contra la discriminación y segregación, Mexico está a punto de llevar a una mujer a la presidencia de la república y a varias más en gubernaturas, diputaciones, senadurías, alcaldías y regidurías, bajo el principio de igualdad sustantiva que no es otra cosa que repartir no solamente la mitad del cielo y de la tierra sino también la mitad del poder político.
Bajo estas condiciones, los partidos políticos en Sinaloa tendrán que postular a por lo menos 10 mujeres en 10 de los 20 municipios del estado. Pero no solo eso, tendrán que entregar 2 de los 4 municipios más importantes. Incluso pudieran otorgar más posiciones en respuesta a la marginación política que las sinaloenses han sufrido a lo largo de nuestra historia. Y para evitar el artilugio de las “Juanitas”, cuando la postulada sea una mujer, la suplente también deberá ser mujer, según acuerdo del Instituto Estatal Electoral.
Con el proceso electoral más grande de nuestra historia en marcha, podremos confirmar o enterrar para siempre la idea popular de que la mayor enemiga de una mujer es otra mujer. Veremos en la arena electoral si en realidad ocurre una competencia franca y leal, en la que prevalezca la comparación de capacidades y trayectorias por encima de agravios y descalificaciones personales. Es hora de las mujeres.
Reciban saludos cordiales con nuestros deseos de salud y bienestar en 2024.