Ninguno de sus íntimos imaginó que un tipo de aspecto inofensivo, hasta simpático podría decirse, pudiera transformarse en el mayor y más vil sátrapa de la historia de Mazatlán.
Todo mundo ignoró algunas señales que alertaban sobre una personalidad dual a punto de desquiciarse en cualquier momento. Una de ellas: llegar a La Fonda de Chalío montado en una impresionante Hummer, evidencia de prepotencia y arrogancia, debió prender algunas alarmas, pues la corta distancia de su consultorio a Olas Altas bien puede hacerse a pie.
Otra luz. Hace 29 años viajaba por la vida a toda velocidad, montado en un poderoso Mustang SVT Cobra con motor V8 5.0 de 235 CV 351 pulgadas cúbicas, 300 caballos de fuerza a 5.400 rpm. Volaba por las estrechas calles de la ciudad al ritmo de sus favoritos Beatles.
En una de tantas amanecidas se calzó los Ray Van de aviador, puso el cassette de Get Back a todo volumen, para encontrarse fatalmente en el cruce de Rosales y Constitución con un joven ingeniero de la CFE de 24 años, recién casado, que probaba una motocicleta Susuky Gsx-s 1993 de 750 cc que planeaba comprar en 38 mil nuevos pesos.El encontronazo fue brutal y ahí, al seco, quedó tendido el cuerpo del motociclista. Nadie pagó con cárcel por el accidente ni hubo justicia para la viuda.
Varios de sus amigos cercanos, familiares y compadres sabían que tenía problemas con el alcohol y con el manejo de la ira, lo que, escudado en una ramplona bohemia, quebró a la familia. Era cuestión de tiempo para que ocurriera otra transformación brutal como la narra Robert Louis Stevenson en la novela Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde, en la que una misma persona tiene dos o más identidades totalmente opuestas, lo que en siquiatría es conocido como trastorno de personalidad múltiple.
Aquel hombre bonachón y generoso que repartía pan de Malpica entre sus amigos de la Fonda, mutó con el poder que nunca tuvo hasta convertirse en un tipo despreciable, monstruoso, misógino, vengativo, traicionero, rapaz, prepotente, que fue cobrando uno a uno los supuestos agravios que su mente trastornada le iba dictando conforme acumulaba poder…, y alcohol.
Alcohólico de regreso a las andadas, disparó contra todo lo que se movía en las recurrentes crisis de delirium tremens. Diseñaba venganzas en la cúspide de la borrachera en el Taller Mexico y al día siguiente, entre mortales resacas, las maduraba para ajustar cuentas con quienes lo rodeaban. Así, aconsejado por los humos del alcohol, descabezó a condiscípulos, amigos de la infancia, parejas solidarias, compadres y a todo aquel que se le atravesó en el delirio.
Ya presidente, llegó al extremo de hacerse acompañar de una corte de guapas jovenzuelas vulnerables (madres solteras o aspiracionales) que lo mismo le secaban el sudor que le limpiaban comida de las comisuras de los labios, le abotonaban la camisa o le daban masajes públicos en los juanetes. ¡Un marajá marismeño!, describió con puntería el popular Chalio
El 25 de octubre pasado cumplió un año de haber pasado a la historia como el primer presidente municipal defenestrado, entre el desprecio de la población que atestiguó el saqueo hasta hoy impune del patrimonio municipal y el abandono de los servicios públicos fundamentales que sufrieron un retraso de por lo menos 4 años.
Por supuesto, tiene cuentas pendientes con la justicia porque la soledad y el repudio no son suficiente castigo para este Mister Hyde marismeño que puso de rodillas a un municipio y logró lo imposible: unir a todos, a todos en su contra.
Saludos cordiales