La Columna Seinfeld

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Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)

A finales de los 80’s y gran parte de los 90’s existió el programa de comedia más grande de la historia: Seinfeld (quien opine lo contrario que me diga en qué cuenta de redes sociales nos vemos para tirarnos odio uno al otro). Es lamentable que la chaviza conozca muy poco o nada de esta joya televisiva. Muchos de los elementos de la serie hoy están incorporados de manera cotidiana la cultura pop. Fue influyente en todo. Llegó a inventar hasta una celebración alterna a la navidad (Festivus) que sigue replicándose anualmente por muchos fans de la serie.

La serie estaba construida sobre la premisa de nada. No se trataba de nada. Era la serie del nada. Los capítulos del programa giraban entorno a la vida de un comediante y sus amigos en situaciones de la vida cotidiana. Desde esperar la reservación de un restaurante, hacer fila para el cine, un viaje a la playa hasta comprar la sopa más deliciosa del mundo a un nazi. La serie no buscaba moralizar o dejar enseñanza alguna. La miseria humana era la estrella principal en cada entrega. Entre más miserables los personajes más divertido era el show.

En esta ocasión y como un pequeño homenaje a Jerry Seinfeld, mi columna no se tratará de nada. Podría hablar de los estragos de los huracanes Norma y Otis en cuanto a la tragedia de no contar con el FONDEN. Del peregrinar que tendrán que pasar los miles de damnificados para que un político estire la mano para regalar dinero que no es propio  y quedar como el gran benefactor de las masas, pero no. Hoy no hablaré de eso.

También podría opinar sobre la desaparición de los fideicomisos del Poder Judicial y el ataque a la soberanía de ese poder por la venganza de nuestro presidente. López Obrador aceptó que le tiene mucha tirria a la SCJN por haber participado en el desafuero en su contra en 2006. La personalidad de López Obrador se asemeja mucho a la del personaje de la serie George Constanza.  Dicho personaje tiene una de las mejores frases que alguna vez haya escuchado y los políticos se convirtieron en seguidores involuntarios de la escuela de Constanza: “No es mentira si tú mismo lo crees”.  Por eso, desde la presidencia no mienten; ellos se creen sus propias mientras. Entonces, de las venganzas de López Obrador no hablaremos.

De otra cosa que no hablaremos es de Movimiento Ciudadano y sus acercamientos con Marcelo Ebrard. Dante Delgado presume que su partido no quiere nada con las viejas prácticas de la política, pero el señor es dueño de ese partido por más de 20 años. Fue aliado del PRI, PAN, MORENA, PRD y hasta del diablo. Es un partido de una sola persona lleno de mañas y miserias. Perfectamente podría ser un personaje de Seinfeld. Podría asegurar que se parece mucho al papá de George Constanza. Un tipo de avanzada edad que busca de manera desesperada nuevas formas de negocios millonarios, pero sin la necesidad de trabajar mucho. Inventa sus propios mundos y termina siendo bastante desagradable, pero hoy no tenemos ganas de hablar de eso.

En esta ocasión no es de mi agrado mencionar el fracaso en la movilización de Claudia Sheinbaum a la hora de llenar el estadio azul en conjunto con Mario Delgado. Ambos demostraron que, sin acarreos, la doctora no es taquillera. Es muy similar a Elaine Benes de la serie. En apariencia es una mujer muy preparada de imagen impecable, pero sus desventuras están llenas de traiciones, mentiras, manipulaciones, desencuentros y engaños. Elaine y Claudia son enredistas profesionales, pero no es momento de escribir de eso. Por cierto, las similitudes entre Mario Delgado y el inútil de Newman, el cartero de la serie, son extraordinarias.

Por último, esta columna no tratará sobre los mantenidos de la oposición. El parásito de la serie de nombre Cosmo Kramer comparte destino con los dirigentes del PRIAN. Alito y Marko son poco menos que patiños que arrancan la risa fácil con base a pastelazos y caídas estúpidas. Kramer nos regala la comedia física poco refinada. Es el payaso de las cachetadas que se aprovecha y vive a expensas de sus vecinos. No se le conoce un trabajo productivo, pero siempre disfruta de las delicias de la vida. Kramer, Alito y Marko viven de las migajas. Entre más sean las sobras mejor vida se den.. La columna no es para ellos porque no hablaremos de nada.

Termino está entrega hablando de nada porque en este país no pasa nada. Todo es una eterna comedia inconexa donde la tragedia es la base de la risa y ninguno de sus personajes quiere entregar algo bueno. La miseria como comedia y la tragedia como normalidad es lo que tenemos; por eso, la nada es el destino de esta lectura

¿Usted qué opina amable lector? ¿Le gusta Seinfeld o la columna de la nada?

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