Las leyes de la estupidez

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Por: Juan B. Ordorica (@juanordorica)

Antes que todo, recuerde que todos tenemos el derecho inalienable de ejercer nuestra estupidez a plenitud. Nadie puede detenernos o impedir que vayamos por la vida predicando nuestra propia miseria. El ser humano tiene la habilidad de desarrollar teorías para todo, siendo la estupidez una de las características más notables de nuestra especie es normal que tengamos diversas ides de como se desarrolla la estupidez entre nosotros.

Una de las teorías más interesantes sobre el desarrollo de la estupidez humana fue presntada en 1976 por el economista Carlo Cipolla. El señor Cipolla desarrollo un modelo con 5 leyes que definen a los estúpidos.

El primer postulado menciona que las personas subestiman la cantidad de estúpidos que hay en circulación al mismo tiempo. El segundo postulado nos dice que la estupidez es independiente de cualquier condición social, económica, preparación académica, sexo, raza o religión. Como tercera proposición tenemos que las personas estúpidas causan daños a los demás, pero no se benefician a si mismas de esos daños. El cuarto postulado menciona que las personas no estúpidas siempre subestiman el poder dañino de quienes sí lo son; por último, la quinta ley es enfática al sostener que son los estúpidos los seres más peligrosos para una sociedad, son perores que los delincuentes en función del daño que causan.

Cipolla divide a los individuos en cuatro categorías: Los indefensos (ilusos les llamo yo), inteligentes, bandidos y estúpidos.

Los indefensos – ilusos intentan ayudar a la sociedad, pero los bandidos terminan por aprovecharse de ellos (los miles de casos de estafas así lo comprueban); las personas inteligentes ayudan a otros y en el proceso se ayudan a sí mismos (todos ganan); los bandidos solo buscan el beneficio propio causando daños a terceros; los estúpidos y sus acciones causan daño a todo mundo (incluidos ellos). Este último grupo es el más peligroso para todos porque no se dan cuenta que sus acciones están causando un mal.

El economista italiano afirma que algunos seres humanos nacen estúpidos y otros no. Es un problema que viene desde la cuna; poco o nada tiene que ver con la crianza. La estupidez ya viene predeterminada en nuestra carga genética. No hay mucho que se pueda hacer desde lo individual; sin embargo, los inocentes – ilusos, inteligentes y hasta los bandidos pueden ser un dique de contención para la marejada de consecuencias que pueden ocasionar los estúpidos.

La cantidad de daño que pueden generar los estúpidos dependerá de la cantidad de poder a la que tengan acceso. Cipolla menciona que entre la burocracia, la milicia y los políticos es más fácil detectar a los estúpidos; por desgracia, para la población en general terminan aplicándose la primera de las leyes de la estupidez( las personas subestiman la cantidad de estúpidos que hay en circulación al mismo tiempo) y la cuarta ley (las personas no estúpidas siempre subestiman el poder dañino de quienes sí lo son) por lo que los desastres colectivos producto de decisiones estúpidas abundan en el gobierno.

Desde mi punto de vista; si bien, existe un punto de partida para la estupidez, todos tenemos el potencial necesario para entregarnos a esa característica. Todo parte de la falta de consecuencias. Sin consecuencias en nuestras decisiones es muy fácil caer en conductas que modifiquen nuestra visión del mundo hasta convertir nuestras decisiones en un peligro para nosotros y para los demás. Debido a esto añadiría una ley más a las de Cipolla: La estupidez se vuelve contagiosa cuando nadie hace nada por detenerla (sexta ley). En consecuencia, la estupidez se convierte en norma y la sociedad tolera a los estúpidos como sus representantes.

Los postulados de Cipolla no son leyes científicas ni principios legales, sino más bien observaciones satíricas sobre el comportamiento humano y las dinámicas de toma de decisiones. Como tal, no deben tomarse cómo guía precisa para evaluar a los políticos o el funcionamiento de los gobiernos, pero sí debe de ser un recordatorio del peligro que representa no poner un alto a la estupidez cuando se manifiesta entre nosotros.

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