Aventuras de verano: ¿vale la pena correr el riesgo?

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Dos terceras partes de las parejas terminan deshaciéndose como consecuencia de una infidelidad. Las expectativas y el grado de madurez de cada uno determinarán el resultado del affaire

 El verano es una de las estaciones más esperadas por casi todo el mundo. Los días se alargan, el tiempo es más cálido, nos sentimos más relajados y dejamos atrás el estrés. El tiempo se para, hacemos un paréntesis de nuestra vida laboral, y también de muchas de las obligaciones familiares. Las condiciones son ideales para el descanso, pero también, advierten los expertos, son el caldo de cultivo ideal para las infidelidades o aventuras veraniegas. 

“En verano se rompe la dinámica cotidiana, tenemos una mayor disponibilidad de tiempo, una actitud vital distinta y, sobre todo, también tenemos una «moral de vacaciones», es decir, que de la misma manera que nos permitimos más licencias gastronómicas o de viaje, hay quien tiene una mayor disponibilidad afectiva hacia las aventuras sexuales o amorosas”,   explica Antoni Bolinches, psicólogo, sexólogo, terapeuta de pareja y autor de El nuevo arte de enamorar(Amat). Este especialista lo tiene tan claro que no duda en sentenciar: “El verano en sí mismo es un factor de riesgo para las infidelidades”.

A veces, reprimir una infidelidad también puede condenar la relación de pareja

Antoni BolinchesPsicólogo, sexólogo, terapeuta de pareja

No tan contundente se muestra Isabella Magdala, psicóloga, sexóloga y autora de Tu vagina habla (Urano), quien cree que, más que la influencia de la estación, lo que existe es una apertura determinada hacia este tipo de comportamiento: “Es cierto que en verano se mira más hacia afuera. Llega el sol, la playa, la gente se desinhibe y se potencia más la interacción, pero realmente tener una aventura no depende de la época del año, sino más bien de la disposición a que eso suceda. 

En lo esporádico, o en aquellas historias que se supone que tienen un final, siempre existe una sensación de menor compromiso. Y sucede que hoy en día muchas personas sienten miedo a ese compromiso, puesto que lo relacionan con la obligación de tener que cumplir expectativas o de estar a la altura. Eso, claro, les impide vivirlo desde el disfrute. También en las relaciones esporádicas o de verano uno se permite vivir una intensidad mayor que cuando existe una previsión de estabilidad. Y entonces, en el romance veraniego se vive más el carpe diem, ya que la persona se permite afectiva, emocional y sexualmente esa entrega y estar en el presente con mayor frecuencia que en su relación habitual”, puntualiza Magdala.

La afamada terapeuta de pareja Esther Perel, autora del apasionante libro El dilema de la pareja (Diana) asegura que uno de los elementos distintivos de una aventura o un affaire es lo que ella llama la «alquimia sexual», que va mucho más allá de la famosa “canita al aire”: “Las aventuras a veces incluyen sexo y a veces no, pero siempre son eróticas”, asegura Perel en su ensayo, y continúa: “El erotismo es tal que el beso que solo podemos imaginarnos puede ser tan poderoso y excitante como pasar horas haciendo el amor”. Y es que todos sabemos que la renuncia puede ser tan erótica como la consumación, puesto que a menudo, el deseo se enraíza en la ausencia y el anhelo. Antoni Bolinches asevera en este sentido: “A veces, reprimir una infidelidad genera una idealización de la persona con quien quisieras cometerla, y eso puede condenar la relación de pareja”.

El dilema de la monogamia

¿Por qué somos infieles?

El 50% de las parejas con una convivencia de más de diez años tienen una o más infidelidades en su expediente, asegura este experimentado terapeuta, quien también advierte que solo un tercio de dichos deslices terminarán con una regeneración de la pareja existente, tras la lógica crisis. El otro tercio, explica, romperá su vínculo a corto plazo porque la parte engañada o traicionada será incapaz de tolerar la situación, mientras que el tercio restante de uniones se romperá a medio plazo porque la infidelidad no acabará de ser digerida a lo largo del tiempo por uno de los dos miembros.

¿Somos entonces infieles por naturaleza? Frente a los que aseguran que la monogamia tan solo es una convención social, Isabella Magdala cita un estudio de la Universidad de Cambridge en el cual se analizó el comportamiento de más de dos mil quinientos mamíferos (no humanos). En dicha investigación comparativa, realizada por los investigadores Dieter Lukas y Tim Clutton-Brock, estos llegaron a la conclusión de que la mejor estrategia adaptativa para un macho mamífero es quedarse con una sola hembra, defenderla y asegurarse de que engendre a toda su descendencia. “En resumen, la mejor estrategia de un macho es ser monógamo, según este estudio”, asegura Magdala, y reflexiona acerca de los principales motivos de infidelidad que ve día a día en su consulta:

Necesidad de gustar y de reconocimiento

“El ego, el cuerpo, la mente, la personalidad… está en plena crisis y ya no se sabe qué hacer ni qué probar. Si la relación se fue dejando en aspectos de intimidad, de seducción o eróticos, si además existe una falta de autoestima o una sensación de falta de reconocimiento por parte de la pareja, y para postres resulta que aparece alguien que ensalza nuestras cualidades, puede que se elija vivir la infidelidad como una forma de intentar llenar el vacío emocional, la crisis personal, afectiva, sexual, emocional, e intentar de esta manera sentirse visto y reconocido”.

Monotonía

La rutina se va instalando y de pronto aparece la monotonía, el aburrimiento, el predecir lo que la otra persona va a hacer o decir. ¿Opciones? “Reinventar la relación es una de ellas. Sin embargo, cuando no hay ganas de improvisar y de buscar nuevos recursos la opción de ser infiel puede ser una de las vías que algunas personas eligen”, explica Magdala.

Dificultad a la hora de poner límites

A veces, una persona permanece en una relación que no le satisface por conveniencia o por dependencia. Va pasando el tiempo y esa persona acaba de decidirse a terminar con relación. A veces lo intenta, pero por los motivos que sean, no se es capaz. La infidelidad puede ser entonces una de las maneras de poner fin a la relación, especialmente cuando se sabe que es algo que la pareja no perdonaría jamás.

Rencor, venganza

A veces se acumulan cosas que no han gustado o no se han dicho y en lugar de expresarlo por miedo o incomodidad, la infidelidad es como un modo de “saldar cuentas” o de venganza.

Ansia de vivir nuevas experiencias

Especialmente sucede en las personas que se comprometieron muy jóvenes o no lo hicieron convencidos del todo. En ocasiones tienen una sensación de que se les está yendo el tiempo, de que les faltaron cosas por vivir y de que es ahora o nunca.

La infidelidad es menos el síntoma de un problema y más una experiencia de desarrollo que involucra crecimiento, exploración y transformación

Esther PerelTerapeuta de pareja, escritora y conferenciante

“Cuanto más feliz es la pareja, menos riesgo de infidelidad”, asegura Antoni Bolinches, y continúa relatando: “Es cierto que en parte depende de circunstancias, situaciones y disposiciones. Por eso, en las vacaciones hay una moral más relajada a nivel sexual y se quieren vivir aventuras, también sexuales. Pero a nivel más genérico, la infidelidad se relaciona con el grado relativo de madurez de las partes: cuanto más madura es una persona más fiel será, porque es fiel a su doble compromiso, el que tiene con su pareja y el que tiene consigo mismo al haber elegido libremente mantener un vínculo en el que los dos se comprometen a ser fieles”, señala este terapeuta de pareja.

Afirma Esther Perel que a menudo podemos estar tentados de ver los papeles del triángulo adúltero como algo ya establecido: la pareja traicionada, el infiel, el amante. En este contexto solemos recurrir a la teoría del síntoma, que explicaría que la aventura veraniega (u otoñal, o invernal) no es más que eso, la alerta de que existen problemas en la relación o la señal previa de una ruptura. Pero para esta terapeuta, existe una razón que se esconde detrás de muchas infidelidades y que hace que incluso las parejas felices sean susceptibles de verse envueltas en ellas.

“El sexo juega con la emoción de descubrir, una y otra vez, que somos desconocidos para nosotros mismos. Lo que conforma la aventura no es solo la novedad del Otro, aunque ayuda, sino la Otredad de uno mismo” decía Virginia Goldner en Género Irónico/Sexo auténtico. La misma idea mueve a Perel a afirmar, tras más de treinta años de tratar a parejas en crisis, lo siguiente: “La idea de que la infidelidad puede ocurrir incluso con la ausencia de problemas maritales serios es difícil de aceptar. Las personas engañan por una multitud de razones, y cada vez que creo que las he escuchado todas, una nueva versión emerge. Pero hay un tema que es constante: los affaires son una forma de autodescubrimiento, una búsqueda de una nueva (o extraviada) identidad. Para estas personas, la infidelidad es menos el síntoma de un problema y más una experiencia de desarrollo que involucra crecimiento, exploración y transformación”.

El sexo juega con la emoción de descubrir, una y otra vez, que somos desconocidos para nosotros mismos

Virginia GoldnerPsicoanlaista y terapeuta de parteja

Antes de que le tiren los platos a la cabeza a Perel les recomiendo encarecidamente que lean su libro, y que recuerden también las palabras de Octavio Paz, quien describía el erotismo como la sed de otredad. Y es que, con frecuencia, lo más embriagante de una aventura no es el descubrimiento de una nueva pareja, sino de un nuevo yo. En efecto, el engaño suele ser una experiencia terrible de vivir para la otra parte. Puede ser cruel, deshonesto, egoísta, devastador. Pero entender por qué ocurrió y lo que significó es crítico, tanto para las parejas que deciden terminar su relación como para aquellas que quieren permanecer, reconstruir y revitalizar la suya.

¿Es tal cosa posible? ¿Puede reconstruirse una relación después de una infidelidad? Según los expertos, todo depende del modo en que esta haya sucedido, de cómo lo vivan ambas partes y de lo que estén dispuestos a hacer con lo sucedido. “En ocasiones se prefiere continuar a perder lo construido durante el tiempo de la relación”, explica Isabella Magdala, quien continúa enumerando posibilidades: “También puede suceder que tras la infidelidad la persona vea que su relación era más importante de lo que imaginaba. Aunque a veces, por mucho que se quiera, una vez que se pierde la confianza ya no se puede recuperar la pareja. Hay quienes tras la infidelidad viven una ruptura total y drástica, hay quienes lo intentan e incluso parece que tienen una luna de miel tras ese affaire, aunque que con el tiempo esta se desvanece. Y luego están los que realmente se dieron cuenta de que la aventura fue un desliz y que desean estar con su pareja desde otro nivel de compromiso”, detalla Magdala, que concluye: “Lo más difícil y lo que más daño suele hacer a la relación es el sentimiento de traición, la mentira, la ocultación. Eso a veces genera emociones y sentimientos muy difíciles de gestionar como la desconfianza, la falta de autoestima, culpa y la frustración, entre otros”.

Algunas relaciones, pues, mueren. Otras sobreviven e incluso reviven. ¿Cuáles son las lecciones de la infidelidad para las personas que aman? Como recomienda Esther Perel en su libro: “Todo se reduce a dos preguntas. ¿Cuál es la mejor manera de fortalecer nuestras relaciones? ¿Y cómo podemos traer algo de la vitalidad erótica del amor ilícito a nuestras uniones autorizadas?”

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