La pornografía en Internet tiene más visitas que Netflix, Amazon y Twitter juntos
La Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) alertó recientemente de que, según los informes que han venido desarrollando estos últimos años, la edad media de acceso a la pornografía entre los menores se sitúa en los 8 años. A partir de ahí, las cifras dan vértigo.
Antes de la pandemia y según datos de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción, el 30% de los niños de 8 a 12 años solo reciben educación sexual a través de la pornografía. Entre los adolescentes, una media del 70% reconoce que el porno es la única fuente de educación sexual que reciben. Los chicos llegan a un porcentaje que supera el 90%, mientras que las chicas se sitúan alrededor del 60.
En la edad adulta, las cifras persisten. De hecho, según el libro ‘Los costes sociales de la pornografía’, de James R. Stoner y Donna M. Hughes, la pornografía en Internet tiene más visitas que Netflix, Amazon y Twitter juntos. Se calcula que existen entre 700 y 800 millones de páginas web sobre pornografía en el mundo y los expertos estiman que una de cada cuatro personas presenta un perfil de riesgo de adicción al cibersexo.
En vista de estos datos, no es de extrañar que muchas de las personas de nuestro entorno estén desarrollando una conducta de riesgo en este sentido o ya se encuentren inmersos en una situación de adicción importante. Pero, ¿cómo darnos cuenta en el caso de nuestra pareja?
Según la psicóloga y sexóloga Marina Castro, la pornografía puede ser una técnica más a utilizar dentro de la vida sexual de una pareja como modo de excitación siempre que no se convierta en la única vía para lograrla.
Una persona, siempre que haga un uso controlado de la misma, puede incorporarla a su vida sexual como un potenciador para obtener placer personal y masturbarse, como un recurso dentro de un repertorio que puede incluir otras vías.
“Pero si esta circunstancia centra la vida de cualquiera hasta el punto de pasar horas diarias buscando estos contenidos y convertirse en la única fuente de placer sexual, estamos ante una situación de dependencia que requiere la intervención de un profesional”, explica.
¿Cómo detectarlo? No siempre es fácil. Existen signos. Veamos:
- Pasa muchas horas aislado frente a la pantalla a diario
- Se muestra ausente en demasiadas ocasiones
- Cuando comienza a ocultar lo que ve en las pantallas
- Si rehúye las relaciones sexuales en pareja
- Evita la comunicación sobre cuestiones relativas al sexo
- Está demasiado encerrado en sí mismo/a
Ante aspectos como los descritos, nos encontramos frente a indicios de que puede existir un problema relacionado con la adicción al porno.
Es entonces cuando se debe tratar la cuestión. Porque una de las dificultades añadidas es que todavía persiste un estigma social enorme en lo que adicción al porno se refiere. Por este motivo, los que la han desarrollado tienen verdaderos problemas para dar un paso adelante y reconocer la situación que están padeciendo.
En cualquier caso, cuando se detecta, la solución pasa por una terapia adecuada, que tal y como explica Marina Castro, debe ir “encaminada a encontrar la raíz del problema y sus desencadenantes”. Siempre de la mano de profesionales y con el apoyo del entorno, que es fundamental. No se trata de culpar sino de acompañar.