México vive una batalla entre el PRIAN y el PRIMOR. La única variable que está presente en ambos bandos es el PRI. Los mexicanos hemos aceptado convivir con las formas priistas dentro de la vida pública, pero solo una parte de su esencia puede continuar existiendo de manera exitosa; la otra tiende a desaparecer.
El PRI nació como una institución desde la cual administrar el arribo al poder. Sus orígenes son Nacionalistas y Revolucionarios, pero lo fueron porque era la ideología de moda en los albores del Siglo XX. Con el paso del tiempo cayeron en una especie de ideología socialista, después evolucionaron a una economía de mercado parcial y terminaron por entregarse abiertamente al liberalismo económico. Lo único que conservó el PRI durante décadas fue su amor por el poder: Esa es su verdadera ideología; el resto solo era pretexto para mantenerse en él.
En el Siglo XXI, llegó López Obrador a la presidencia; lo hizo de la mano de un partido nuevo, pero no diferente. MORENA abrazó un programa político y social de los años 70`s como oferta electoral. Esa plataforma se convirtió en un canto a la nostalgia de una estirpe de priistas que añoraban el control absoluto del Estado sobre las decisiones del país. Esos priistas acudieron gustosos al llamado del flautista de Macuspana para seguir sus pasos. No todos se fueron a la primera, pero poco a poco fueron aumentando la procesión al ritmo cadencioso de la flauta. El PRIMOR nació por la cruza de una izquierda añeja y un priismo hambriento del poder absoluto que les fue arrancado.
El PRIAN, por su parte, nació por necesidad; no por ideología. Priistas y panistas buscaron unirse después de la derrota humillante del 2018. Si bien el PAN, mantiene algo de ideología en la toma de decisiones; no podemos decir lo mismo del PRI. Algunos priistas (unos consideran que la mayoría) no se han decidido a abandonar su instituto político porque aún conservan la esperanza de regresar al Poder y ven en el “bloque opositor” la única propuesta viable para lograrlo. Son los menos los que quieren enfrentar a MORENA por razones ideológicas.
Sin duda, el PRIMOR es exitoso. Los electores mexicanos han mostrado en las urnas que, realmente, nunca quisieron que el PRI se fuera. En MORENA, el PRI está más vivo que nunca. Gran parte de sus candidatos después del 2018 han sido priistas conversos. Gran parte de los mexicanos extrañaban esa parte del PRI: El PRI que odiaba los contrapesos y a la democracia plena. La gran tragedia del PRI fue creer que la sociedad esperaba un nuevo PRI, cuando, lo único que necesitaban hacer era volver al viejo PRI para ser aceptado de nuevo por los electores. El PRI, y sus formas, son bien aceptadas en las urnas. Para muchos, el pecado de los gobiernos priistas nunca fue atentar en contra de la democracia, los pecados mortales fue exagerar en la corrupción y retirar las dádivas gubernamentales.
Del lado del PRIAN podemos considerar que su éxito es moderado, nulo, dirían otros. Lo cierto es que lograron contener el sangrado de votos en el 2021 y plantan cara en la Cámara de diputados para evitar los cambios constitucionales exigidos por López Orador. El PRIAN tiene municiones para, al menos, contener el avasallamiento del Ejecutivo; sin embargo, esa alianza no fue suficiente para revertir los malos resultados en las urnas en el 2022. La ecuación PRIANISTA cada vez sufre más por mantener la parte del PRI como una variable de peso.
El PRI no ha podido mantener una sola de las gubernaturas en disputa en estos dos últimos años. Sus gobernadores decidieron vender los gobiernos locales a cambio de exilios en el extranjero. El PRIAN cada vez se hace más pequeño, pero es pequeño a causa del PRI. En cambio, el PRIMOR cada día crece con levadura a causa de las adhesiones priistas. López Obrador logró lo que ningún priista había logrado antes: reinventar al PRI sin perder la identidad en el camino.
El PRIMOR tiene un futuro prometedor porque promete volver al pasado y la gente ama la nostalgia. El PRIAN no tiene idea para donde caminar. El pasado que defiende está muy cercano. No ha transcurridos el tiempo suficiente para sentir nostalgia por él, pero tampoco apunta para el futuro. El PRIAN no ofrece, hasta el momento, un futuro de ideas o certezas. Mientras las cosas sigan así, el PRIMOR continuará sumando adeptos y el PRIAN haciendo agua. El PAN puede aguantar sin el poder, pero los priistas no. El PRIMOR espera paciente, el tiempo juega a su favor. Ya llegarán los priistas que poco a poco se quedan famélicos o viudos del erario.
¿Usted qué opina, amable lector? ¿El PRIMOR terminará devorando al PRI del PRIAN o el PRIMOR terminará devorándose entre sí?