Domenikos Ruiz Muñoz, coleccionista mexicano, cuenta con una colección de 3,000 cámaras fotográficas que van desde principios del siglo XIX a la actualidad.
El coleccionista mexicano Domenikos Ruiz Muñoz tiene 3,000 cámaras fotográficas que van desde principios del siglo XIX a la actualidad, un importante acervo logrado a base de donaciones, regalos, herencias e incluso anecdóticos intercambios.
Ruiz Muñoz, coleccionista de cámaras fotográfica, explicó a Efe que tiene una colección de poco más de 3.000 cámaras, una colección que cuenta con una réplica de la caja oscura de Nicéphore Niépce de 1816, cuando se empezó a investigar la captura de imágenes.
Estos objetos, algunos de gran valor histórico, se pueden visitar como parte de la colección que alberga la Casa Museo de la Bicicleta Antigua y el Objeto en Puebla, en el centro de México.
“Debido a la gran cantidad de cámaras con las que contamos, tenemos modelos diversos y marcas que han marcado la historia y la evolución de la captura de momentos. Tenemos desde las cámaras que utilizaban polvo de plata con químicos hasta las digitales y de marcas comerciales”, subrayó.
El especialista en fotografía reveló que en la muestra se exhiben cámaras de diferentes marcas, algunas de ellas ya desaparecidas, como Pathé, Speed Graphic, Kodak y Leica.
Refirió que todas son funcionales ya que se han reconstruido y reparado antes de exponerlas, y que el fin último es que los ciudadanos y visitantes conozcan la historia de la fotografía y sus funciones.
CON PASADOS CURIOSOS
Domenikos Ruiz Muñoz recordó que una cámara que data de 1910 y estuvo presente en la Revolución Mexicana llegó a sus manos de manera menos imaginada.
Un día publicó en su cuenta de Facebook que cambiaba una consola de videojuegos por artículos diversos. Un joven lo contactó y le dijo que quería hacer trato, y era con esa cámara antigua.
“El chico llegó con su maletín en el cual llevaba la cámara. Al recibirla y revisarla me sorprendí de lo que tenía en mis manos. Y era muy fácil decirle ‘aquí tienes’ e irme, pero sabía el valor que tiene y le expliqué: ‘Esto vale más que la consola’. Y él accedió al cambio y me fui muy feliz”, rememora.
Enfatizó que esta es una de las piezas más valiosas que tienen en la colección y cuidan por la historia que refleja y la manera en la que fue obtenida, por lo que esta anécdota siempre la comparten con los interesados de la exposición.