Existe una terrible epidemia de accidentes de tránsito en Sinaloa, causa de muerte, discapacidad, daños materiales, económicos y humanos. Reina la tragedia en nuestro solar.
Fallecen personas todos los días en funestos choques automovilísticos y el número de motociclistas muertos o con una discapacidad para el resto de su vida han alcanzado cifras máximas históricas y alarmantes.
Lo peor de esta realidad es que los ciudadanos que respetan las normas y las señales de tránsito, que circulan con precaución en cualquier tipo de vehículo, automóvil, motocicleta o bicicleta, incluso los peatones más educados, son vulnerables, víctimas de los que manejan con una irresponsabilidad criminal.
Además, si llegas a ser víctima en un accidente derivado de una conducta imprudente te encontrarás seguramente en el más absoluto desamparo.
Lo anterior debido a la evidente impunidad que gozan delincuentes, más que infractores, que se conducen irresponsablemente, sin respetar nada ni a nadie, con todos los excesos, incluso sin documentos y bajo el influjo de bebidas embriagantes.
Para muchos de estos cafres es un deporte conducir con irresponsabilidad sabedores de que Gran caballero es Don Dinero.
Lamentablemente en Sinaloa reina la “mordida”, las influencias o la protección de los poderes fácticos. Negarlo es ocioso porque es una realidad tan evidente como los “halcones” o los “punteros” que andan como enjambres a plena luz del día detrás de los convoy policiacos o militares.
Lo de menos es quien es el responsable si tiene con qué tener asegurada la impunidad.
¿Existen los buenos policías de tránsito o municipales? Debe haber, porque en esta vida hay de todo, pero lamentablemente la actuación de la mayoría la vemos alejada de la protección de las vialidades y los derechos de la ciudadanía.
Son una policía recaudatoria formal e informal que produce una profunda desconfianza.
En lugar de sentirnos seguros les ponemos las cruces, porque más que servidores públicos la ciudadanía los ve y los padece como extorsionadores.
En este contexto, el pasado viernes le tocó sufrir una desafortunada experiencia a nuestro colaborador de Fuentes Fidedignas, el maestro José Agustín Valdez Becerra, de 51 años de edad.
Nuestro colaborador conducía un auto Tsuru cuando sorpresivamente fue embestido por el conductor ebrio de una camioneta Cherokee Sport.
El viernes 2 de agosto, alrededor de las 21:30 horas de la noche, un conductor cafre con evidente alto grado etílico por beber cerveza en demasía, circulaba en una Cherokee Sport por la calle 14 y no hizo alto: se impactó contra el Tsuru que circulaba con preferencia por la calle sexta de la colonia Gustavo Díaz Ordaz.
En un choque tan impactante que no solamente afectó al Tsuru sino a varios vehículos.
Según el testimonio de nuestro colaborador el conductor que casi lo mata venía “ahogado” de borracho, no traía seguro del vehículo ni contaba con los documentos oficiales de protección de Ley.
A pesar de todas las agravantes anteriores los policías de tránsito y municipales que estuvieron en el hecho no detuvieron al responsable en ningún momento.
Como resultado del choque José Agustín resultó con lesiones en el tórax, con cuatro fracturas de alto riesgo y fisuras costales en tórax derecho, contusiones pulmonares, traumatismo en el cráneo y derrame en la órbita derecha. Su auto quedó inservible.
Los primeros auxilios los recibió de parte de la Cruz Roja y luego fue remitido al IMSS donde fue dado de alta el domingo 4 de agosto.
Al no estar satisfecho con la atención, inmediatamente acudió al Sanatorio Bátiz Ramos y se hizo un estudio.
En ese estudio de imagen realizado en su tórax se observan las fracturas y fisuras costales derechas en el tercio medio del 3er arco costal y en el tercio posterior del 5to arco costal y fisura en tercio anterior del mismo, entre otros hallazgos derivados del fuerte impacto.
“La vi cerca”, dice quien vivió para contarla de puro milagro.