La entrega del Mayo Zambada en Sinaloa y del Hijo del Chapo Guzmán en Texas, desató en la tarde del jueves 25 de julio el análisis de la realidad sinaloense en el entorno de la otra geopolítica, la del submundo del Narcotráfico.
La respuesta se encuentra en el sentir popular y las piezas se movieron ante el “intento de asesinato” de Donald Trump, en un marco de decadencia de Joe Biden y los intereses que caen con la pérdida de la presidencia en EEUU.
La desestabilización del estado de Sinaloa se conjuraba con la entrega de un integrante de cada uno de los grupos del Crimen Organizado y la versión del engaño al capo es inverosímil, la idea del engaño y captura por parte del Hijo de Joaquín Guzmán menos.
Lo terrible viene por la noche de ese jueves 25 de julio de 2024, el accionar del mecanismo de ocultamiento, de desmemoria colectiva, en un estado como el nuestro en donde se normaliza la necropolítica, -en este penal llamado México-, se asesina a Héctor Melesio Cuén Ojeda, líder del Partido Sinaloense y Exrector de la UAS.
Las historias se cruzan de manera burda, el mensaje está dado, los límites de la necrogeografía están pintados, ambos mundos en México se responden con el silencio en un ajedrez Norteamérica, Gringo, en donde la DEA dibuja al enemigo imaginario para un bando y la CIA hace lo propio con el otro.
Nuestra Violencia es su Violencia, los mundos se cruzan, y tendremos que valorar hasta dónde los acuerdos en los extremos podrán construirse, la pregunta que ronda, ¿hasta cuándo seguirán los Gringos usando a los Mexicanos de Pretexto? Los “Bad Man”.
Hay caminos que no tienen destino, hay respuestas que no llegarán, silencios que no tienen un límite, crímenes que no tienen respuesta, son mecanismos de la desmemoria del sistema-mundo que insiste en imponer una hegemonía en el discurso, una percepción, la “narrativa” del momento y cuándo no es suficiente pasan a la Necropolítica.
La violencia debe condenarse venga de donde venga, porque cancela el Diálogo e impide los acuerdos.