La epigenética es la fascinante rama de la biología que estudia cómo los hábitos de vida y condiciones ambientales tienen el poder de modular la expresión de nuestros genes, alterando el funcionamiento interno de cada célula en nuestro cuerpo.
Investigaciones recientes apuntan en una nueva dirección: llevar un estilo de vida físicamente activo y una prudente alimentación desde etapas tan tempranas como la infancia o adolescencia, puede llegar a beneficiar de manera significativa nuestro bienestar futuro como adultos. Esto se debe a la capacidad de inducir importantes cambios epigenéticos que repercutirán en nuestra fisiología.
Un claro ejemplo son los programas de ejercicio de fuerza, como el entrenamiento con pesas, la calistenia o intensos regímenes atléticos como el CrossFit. Practicarlos con regularidad en nuestro período juvenil parece mejorar a un nivel muy profundo los complejos procesos bioquímicos que intervienen en el metabolismo de carbohidratos y azúcares. De esta manera, podemos llegar a volvernos más resistentes en el futuro a padecer terribles enfermedades como la diabetes mellitus o distintas dolencias cardiacas, aún si siguiéramos en la edad adulta una dieta poco saludable y prudente. El fortalecimiento muscular con pesas se ha relacionado especialmente con una expresión genética más óptima de varias rutas metabólicas cruciales.
Del mismo modo, incrementar la ingesta diaria de alimentos tan simples como vegetales de hoja verde, frutas frescas y proteínas provenientes de origen animal como pescados, lácteos, huevo o carnes rojas de buena calidad; equilibrada toda la dieta con grasas saludables como las que provienen de aguacates, aceites de oliva o frutos secos; parece tener efectos altamente protectores contra el desarrollo de sobrepeso u obesidad, colesterol alto, inflamación sistémica y decadencia cognitiva prematura cuando alcancemos la temida tercera edad.
Los expertos sostienen que los mecanismos subyacentes tienen que ver con una regulación epigenética más apropiada de diversos genes profundamente imbricados en nuestras intricadas redes metabólicas, inflamatorias y neurológicas. En contraste, se ha visto que una ingesta muy frecuente de productos hiperprocesados, comida chatarra, refrescos, dulces y azúcares refinados durante periodos sensitivos de nuestra niñez y pubertad, pueden literalmente encender interruptores genéticos que nos predispondrán indeseablemente hacia la acumulación excesiva de grasa corporal, especialmente la peligrosa grasa visceral abdominal, hígado graso, resistencia a la insulina, así como acelerada disfunción cognitiva en nuestras brillantes mentes.
Gracias a los asombrosos descubrimientos en el campo de la epigenética moderna, hoy más que nunca nos damos cuenta con certeza que en realidad estamos en la capacidad de tomar ahora un gran control sobre nuestra expresión genética, y con ello, sobre el futuro estado de salud y bienestar que vamos a experimentar en las próximas décadas de nuestra maravillosa aventura como habitantes de este mundo. Es por ello que resulta crucial que toda persona joven tome cuanto antes una profunda conciencia de este enorme poder que tenemos latente; para desde hoy comenzar a cultivar intencionalmente el tipo de entorno interno que realmente anhelamos cosechar en el mañana. Adoptemos pues dietas más limpias y balanceadas, iniciemos disciplinas atléticas más desafiantes y rigurosas, eduquémonos asiduamente en las últimas novedades de la nutrigenómica.
Hagamos lo que esté a nuestro alcance para blindar nuestras futuras versiones adultas, y cultivemos de este modo nuestra mejor y más radiante encarnación física para los años por venir. Nuestros genes, órganos, tejidos y células nos lo van a agradecer profundamente.