Aquí y Ahora.
Por @carlosreamx
Hablar del 2 de octubre en México es recordar a los liderazgos estudiantiles, las asambleas dentro de las aulas, el activismo solidario del pueblo al acompañar a sus hijos a la calle para exigir derechos, la cerrazón de los gobiernos autoritarios, la represión del ejército y la policía, la universidad pública como trinchera, la defensa de la alegría, como sugería Mario Benedetti.
El movimiento del 68 representa una época marcada por una generación de activistas que estaban influenciados por el mundo que les rodeaba: la guerra de Vietnam, los asesinatos del Che Guevara en Bolivia y Martín Luther King en Estados Unidos, el movimiento estudiantil del Mayo Francés, la condena de la iglesia católica al uso de los anticonceptivos, la invasión soviética a Checoslovaquia y las dictaduras en América Latina.
Los intelectuales y la militancia del clandestino Partido Comunista Mexicano jugaron un rol importante en la organización de los jóvenes y la promoción de las otras ideas. Entre sus maestros se encontraba un hombre de letras, cabello largo y barba a la Ho Chi Minh, lentes gruesos tipo Clark Kent, de mirada libertaria y convicciones profundas: se trata de José Maximiliano Revueltas Sánchez, profesor de la Facultad de Filosofía y Letras, nacido en el norte del país, en el aniversario de la revolución mexicana.
José Revueltas fue un rebelde desde la cuna. Durante su adolescencia fue llevado preso a las Islas Marías por participar en protestas en beneficio de los trabajadores donde enfermó de paludismo. Estuvo preso en tres ocasiones más, la última por respaldar los movimientos estudiantiles del 02 de octubre por lo cual permaneció recluso en Lecumberri hasta 1971. ¿Los motivos? Ser incómodo para las clases dominantes y sus emisarios.
Revueltas formó parte de una familia ligada al mundo del arte y la cultura. Las aportaciones de sus hermanos y hermanas, Silvestre, Fermín, Consuelo y Rosaura en el ámbito de la música, la pintura, la actuación y el baile dan testimonio de ello. Por su parte, José se inclinó por la militancia política y la escritura, adentrándose también al mundo del cine. Obras como El apando, El luto humano, Dios en la tierra, Los días terrenales, México: una democracia bárbara o el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza.
Su congruencia y solidaridad con el movimiento fue tal que era común verlo participar en los mítines, asaltar la calle con banderas en la mano. Condenó la represión a los estudiantes en la masacre de Tlatelolco pese al hostigamiento desde el gobierno promovido por el presidente Díaz Ordaz. Personajes como el poeta Pablo Neruda, amigo de México, exigió su liberación en más de una ocasión. Fue un militante de cepa, siempre fiel a las causas justas, enemigo del poder y de sus abusos. Queda prohibido olvidar al camarada José Revueltas.
Carlos Rea Reátiga
Lic. en Estudios Internacionales, estudios de Maestría en Gestión y Políticas Públicas, militante de izquierda, asesor legislativo, de órbita propia y libre, columnista en El Soberano.