Si todas las personas tuviéramos los mismos objetivos con respecto a nuestro placer, la sexualidad se volvería monótona y repetitiva.
Nuestra sociedad ha decidido que algunos cuerpos son más valiosos y merecedores que otros según su determinada condición, tamaño o forma. Hemos equiparado la delgadez con salud física y, por tanto, a la gordura con la ausencia de ella. Y es que, aunque el sobrepeso está considerado un factor de riesgo para algunas enfermedades crónicas como las enfermedades cardiovasculares, esto no significa que las personas sin sobrepeso estén libres de cualquier riesgo o que las personas gordas tengan una salud deteriorada.
5 Consejos para aceptar tu sexualidad sin temor ni vergüenza a la gordofobia
- Evitar compararte con otras personas o con cualquier “ideal sexual” que hayas visto o escuchado
El problema con los “ideales”, es que no reflejan la realidad de la mayor parte de las personas y no contempla la diversidad de deseos y expectativas de las que somos capaces los seres humanos. Si todas las personas tuviéramos los mismos objetivos con respecto a nuestro placer, la sexualidad se volvería monótona y repetitiva. Al final, el placer no es un tema de objetivos y habilidades, sino de placer, confianza, respeto y entrega.
- Agradecer a nuestro cuerpo el placer que es capaz de darnos y dedicarnos a conocerlo y disfrutarlo
El objetivo es criticarnos menos y apreciarnos más. Un ejercicio muy útil es pararnos frente al espejo y encontrar al menos dos cosas que nos gusten. No importa qué sea. Hacer esto una vez al día nos ayuda, con el tiempo, a contrarrestar muchos de los mensajes negativos que recibimos sobre cómo se supone que debemos vernos o cómo debemos ser (incluso si esos mensajes los generamos nosotras). La relación con nuestro propio cuerpo es un componente importante de la autoestima sexual, y fortalecerla nos ayuda a mejorar también nuestro deseo sexual. - Evitar a quienes nos critican por cómo nos vemos o cómo vivimos nuestra sexualidad
Usar el placer sexual de otras personas para humillarlas o avergonzarlas es una forma muy seria de violencia sexual. La crítica de alguien a nuestra sexualidad dice mucho más sobre las carencias de la otra persona que sobre nosotras. - No creer todos nuestros miedos
Las personas solemos ser nuestras peores críticas y, si lo permitimos, nuestras inseguridades sexuales nos pueden llevar a los peores escenarios posibles. Esos son precisamente los momentos que pueden restarle placer a una relación sexual, porque si sólo estamos concentradas en cómo “debemos” vernos o en lo que “debemos” hacer, no estamos al 100% disfrutando del placer que podemos dar y recibir. - Trabajar en reconocer y expresar los propios límites
Los límites nos permiten tener claridad sobre qué cosas son o no aceptables en una relación (cualquier tipo de relación). Para establecerlos, primero tenemos que conocerlos y, después, aprender a comunicarlos