El papa Francisco entregó una condecoración pontificia a la periodista mexicana Valentina Alazraki en un hecho inédito con el que rindió un homenaje al periodismo, durante una audiencia especial en el Palacio Apostólico Vaticano.
Ciudad del Vaticano.- El papa entregó hoy una condecoración pontificia a los decanos de la información vaticana, la mexicana Valentina Alazraki y el estadounidense Philip Pullella, en un hecho inédito con el que ha querido “rendir homenaje” al periodismo, durante una audiencia especial en el Palacio Apostólico Vaticano.
“Con los honores otorgados a Valentina y Phil, hoy de alguna manera quiero rendir homenaje a toda vuestra comunidad de trabajo; para deciros que el Papa os quiere, os sigue, os estima, os considera preciosos”, dijo ante los periodistas acreditados ante la Santa Sede.
Francisco, que consideró a los periodistas que cubren la información vaticana “compañeros de viaje”, tuvo palabras de elogios para Alazraki y Pullella, corresponsales de Televisa y Reuters, respectivamente, y en particular de la mexicana, vaticanista durante más de 40 años, y de quien recordó que “era muy joven y se subió al avión que llevaba a San Juan Pablo II a Puebla, en 1979, y le regaló un sombrero”.
“Me siento muy agradecida y privilegiada por haber recibido esta condecoración que el papa Francisco decidió personalmente concedernos a mí y a mi compañero Phil Pullella con el que he compartido cuatro décadas de profesión”, dijo a Efe Alazraki, que ha cubierto 5 pontificados y ha realizado 154 viajes papales.
Este galardón es “el reconocimiento del papa a la labor periodística de los que cubrimos la fuente vaticana, una fuente compleja y delicada, a veces en medio de dificultades, hermetismo y reticencias”, añadió Alzraki, que se consideró “testigo directa de pontificados que han hecho y están haciendo historia, siguiendo las huellas de papas muy diferentes que han marcado la vida de la iglesia y en ocasiones también la del mundo”.
“He vivido momentos únicos e irrepetibles, momentos buenos y momentos difíciles en los que a veces hay que levantar la voz y otros saber callar, pero siempre con la idea muy clara que nunca se debe perder la dignidad como persona y como profesional”, explicó a Efe con emoción.
En su discurso, el papa aseguró que el periodismo es “una misión difícil”, la de “explicar el mundo, hacerlo menos oscuro”, y animó a los profesionales a usar tres verbos “que pueden caracterizar el buen periodismo: escuchar, profundizar, contar”.
“Escuchar es un verbo que os concierne como periodistas, pero también a nosotros como Iglesia” para “escapar de la tiranía” de “las redes sociales, la web” porque “el buen periodismo de escuchar y ver necesita tiempo” con “periodistas dispuestos a salir de las redacciones, a caminar por las ciudades, a conocer a las personas”.
Cuando “millones de informaciones están disponibles en la red y muchas personas se informan y forman sus opiniones en los medios sociales, donde, por desgracia, a veces prevalece la lógica de la simplificación (…), la contribución más importante que puede dar el buen periodismo es de la profundización”, añadió.
En tanto que sobre “contar”, destacó el hecho de que “significa no ponerse en primer plano, y mucho menos erigirse en jueces, sino que significa dejarse impresionar y a veces herir las historias que encontramos, para poder contarlas con humildad a nuestros lectores”.
Francisco agradeció el esfuerzo de los periodistas “para decir la verdad” y “lo que han dicho sobre lo que en la Iglesia no va, por mucho que nos ayudes a no esconderlo debajo de la alfombra y por la voz que has dado a las víctimas de abusos”.
“Y, por favor, recuerden también que la Iglesia no es una organización política que tiene dentro derecha e izquierda, como sucede en los Parlamentos. No es una gran empresa multinacional con gerentes que estudian en la mesa cómo vender mejor su producto. La Iglesia no se auto-construye sobre la base de su propio proyecto, no saca de sí misma la fuerza para seguir adelante y no vive de estrategias de marketing. Cada vez que cae en esta tentación mundana (…) su obra se debilita, y para nada sirve”, concluyó.