Países como Bélgica, China, Australia y Japón ya cuentan con regulaciones para prohibir contenidos peligrosos que motivan a gastar dinero
Desde hace años, la industria del videojuego ha evolucionado hacia modelos de negocio cada vez más complejos. Lo que comenzó como un entretenimiento basado en el pago único por un título ha dado paso a esquemas de monetización en los que los jugadores deben realizar compras adicionales para mejorar su experiencia. Entre estos mecanismos, las loot boxes, o cajas de botín, han sido el centro de un intenso debate debido a su similitud con los juegos de azar y su impacto en niños y adolescentes.
Un tema que tiene un impacto económico entre este tipo de jugadores, pero también un golpe psicológico que puede generar adicción por esta mecánica de juego que consiste en pagar por un cofre que entrega contenido aleatorio.
Qué son las loot boxes y por qué son un problema
Las loot boxes son mecanismos dentro de los videojuegos que permiten a los jugadores obtener objetos virtuales mediante una recompensa aleatoria. Estos objetos pueden ser meramente estéticos o proporcionar ventajas en el juego, y para obtenerlos es necesario gastar dinero real en monedas virtuales, con las que luego se abren paquetes de contenido sorpresa.
El principal problema es que estos sistemas han sido diseñados con principios psicológicos similares a los de los juegos de azar. Según ESET, empresa especializada en ciberseguridad, las loot boxes “no son muy distintas de las tarjetas raspa y gana de la lotería o de los huevos de chocolate con juguetes sorpresa”.




