Culiacán, Sin.– Con el inicio del ciclo escolar 2025-2026 también comenzó la carrera por la dirigencia de la Sección 27 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), cuyo relevo estatutario se llevará a cabo en noviembre. A diferencia de procesos anteriores, en esta ocasión ningún aspirante busca presentarse como “candidato oficial”, pues sería cargar con el desprestigio del actual líder, Genaro Torrecillas, quien llega al final de su gestión con un profundo desgaste y un gremio decepcionado.
Durante su periodo, Torrecillas dejó de lado la representación sindical y convirtió la oficina en una extensión de restaurantes donde, aseguran los propios docentes, pasó más tiempo que atendiendo las demandas del magisterio. Esa ausencia lo convirtió en un dirigente lejano y poco efectivo, incapaz de responder a los retos de la educación y mucho menos a las necesidades de los maestros.
“La dirigencia de Torrecillas nunca pudo llenar el vocho”, señalan con ironía los profesores, en alusión a la falta de liderazgo y capacidad para conducir al sindicato. Esta percepción ha provocado que la etiqueta de “continuismo” sea vista como una sentencia de derrota, lo que explica que los aspirantes busquen llegar “por la libre” y sin compromisos con la actual administración.
En este escenario ya suenan con fuerza cuatro nombres que concentran la atención de las bases magisteriales: Juan Antonio López Osuna “El Yoni”, Everardo Meléndrez Hernández, Segismundo Mendívil Chaparro y Héctor de Jesús Urías Castro “El Chetos”. Todos con trayectoria al interior del sindicato y con respaldo de distintos sectores, representan opciones viables frente al vacío que deja una dirigencia que se agotó antes de tiempo.
La sucesión en el SNTE 27 se perfila como una oportunidad para recomponer el rumbo de la organización y devolverle el protagonismo a los maestros. El desafío será elegir un liderazgo capaz de recuperar la confianza, devolver la voz a las bases y evitar que la silla grande siga siendo ocupada por figuras que privilegian la comodidad personal por encima de la defensa del gremio.