Joaquín Landeros Güicho: un año de juventud y talento al servicio de Sinaloa

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El tiempo suele ser un juez implacable en la vida pública. Un año puede parecer poco en el calendario político, pero resulta suficiente para revelar si un funcionario está a la altura de las circunstancias o si la responsabilidad lo rebasa. En el caso de Joaquín Alberto Landeros Güicho, secretario de Administración y Finanzas del Gobierno de Sinaloa, el balance es claro: juventud y capacidad se han convertido en una fórmula eficaz para mantener la estabilidad financiera del estado.

Desde aquel 7 de agosto de 2024, cuando el gobernador Rubén Rocha Moya le tomó protesta en sustitución de Enrique Díaz Vega, las expectativas eran altas. Su antecesor había dejado una vara elevada, marcada por disciplina y orden. Sin embargo, lejos de ser un obstáculo, ese listón se convirtió en incentivo para Landeros Güicho, quien venía de demostrar su temple como secretario de Obras Públicas.

En el terreno económico, su mano firme ha sido evidente. Ha logrado equilibrar los ingresos y egresos del estado, garantizando el cumplimiento de obligaciones sin descuidar la inversión social. La recaudación se ha fortalecido, no con cargas que ahoguen al contribuyente, sino mediante la eficiencia y la confianza ciudadana. Sinaloa, bajo su gestión financiera, respira certidumbre: los números no solo cuadran, también inspiran estabilidad.

En el ámbito político, Landeros ha mostrado una virtud poco común: la de conciliar sin doblegarse. Su juventud no ha significado inexperiencia, sino energía renovadora. Con un estilo abierto al diálogo, ha tejido puentes con el Congreso, con los municipios y con la propia sociedad civil, logrando que la administración de los recursos fluya sin estridencias y con justicia.

En lo social, su labor se traduce en tranquilidad. Los trabajadores del estado reciben sus pagos a tiempo, los proveedores confían, y las instituciones educativas y de salud ven cumplidos los compromisos financieros. Además, la modernización digital que ha impulsado en los procesos administrativos no es un lujo tecnológico, sino una herramienta concreta para simplificar la vida de la ciudadanía y fortalecer la transparencia.

No ha sido un camino fácil. Sinaloa ha cargado con las secuelas de la violencia, un fenómeno que se intensificó con la llamada narcopandemia, esa etapa en que la inseguridad y la crisis sanitaria golpearon de manera simultánea. Negocios que por generaciones habían sido motor económico se vieron obligados a bajar cortinas, y la confianza social se fracturó en muchos sentidos. En ese contexto adverso, sostener las finanzas públicas no era tarea menor.

A ello se suma que el campo sinaloense enfrenta uno de los horizontes más inciertos de las últimas décadas. La falta de agua ha golpeado la productividad agrícola, encareciendo costos y minando la esperanza de quienes viven de la tierra. La economía rural, tan fundamental en la identidad y desarrollo del estado, atraviesa un escenario complejo en el que la política pública y la administración de los recursos resultan decisivas para evitar un colapso mayor.

Y sin embargo, Sinaloa se ha mantenido de pie. A pesar de la violencia, de la crisis económica y de la sequía, el estado ha seguido funcionando, estable y con un espíritu de resistencia admirable. La labor en la Secretaría de Administración y Finanzas ha sido clave para que los programas sociales continúen, los servicios básicos se sostengan y la inversión pública no se detenga. En medio de la adversidad, Joaquín Landeros Güicho ha sabido encauzar con orden y visión los recursos para que Sinaloa no se paralice, sino que siga pujando hacia adelante.

Un año después, la figura de Joaquín Landeros Güicho se dibuja como símbolo de la renovación generacional en la administración pública sinaloense. Su capacidad técnica, sumada a su sensibilidad política, lo proyectan como un funcionario que entiende la complejidad de los números, pero también el peso de las decisiones sobre la vida de las familias.
Quizá la mejor definición de este primer año sea la de un joven que, sin estridencias, ha demostrado que la responsabilidad y la visión no tienen edad.

En tiempos donde la política suele mirarse con desconfianza, la certeza que transmite Landeros Güicho es un aire fresco.
Su gestión no solo marca un presente sólido, sino que abre una esperanza: la de un Sinaloa que también puede ser gobernado desde la energía, la disciplina y el talento de las nuevas generaciones.

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